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lunes, 19 de julio de 2010

LOS MISTERIOS DE LA LETRA NÛN.


Rene Guenon
La letra nûn, en el alfabeto árabe como en el hebreo, tiene por número de orden 14 y por valor numérico 50; pero además, en el árabe, ocupa un lugar más particularmente notable, el central del alfabeto, pues el número total de letras del alfabeto árabe es de 28, en lugar de 22 como en el hebreo.


En cuanto a sus correspondencias simbólicas, esta letra es considerada sobre todo, en la tradición islámica, como representación de el-Hût, la ballena, lo que está además de acuerdo con el sentido original de la palabra nûn que la designa, y que significa también ‘pez’; y en razón de este significado, Seyyîdnâ Yûnus (el profeta Jonás) es denominado Dhû-n-Nûn [‘Señor del Pez’]. 


Esto está, naturalmente, en relación con el simbolismo general del pez, y más en particular con ciertos aspectos que hemos considerado en el estudio precedente; especialmente, como veremos, con el del “pez-salvador”, ya sea éste el Matsya-avatâra de la tradición hindú o el Ikhthys de los primeros cristianos. La ballena, a este respecto, desempeña también el mismo papel que en otras partes desempeña el delfín, y, como éste, corresponde al signo zodiacal de Capricornio en cuanto puerta solsticial que da acceso a la “vía ascendente”; pero quizá con el Matsya-avatâra es más notable la similitud, como lo muestran las consideraciones derivadas de la forma de la letra nûn, sobre todo si se las relaciona con la historia bíblica del profeta Jonás.

Para comprender bien de qué se trata, es menester ante todo recordar que Vishnu, manifestándose en la forma de pez (Matsya), ordena a Satyávrata, el futuro Manu Vaivásvata, construir el arca en la que deberán encerrarse los gérmenes del mundo futuro, y que, con esa misma forma, guía luego el arca sobre las aguas durante el cataclismo que marca la separación de los dos Manvántara sucesivos. 


El papel de Satyávrata es aquí semejante al de Seyyîdná Nû (Noé), cuya arca contiene igualmente todos los elementos que servirán para la restauración del mundo después del diluvio; poco importa, por lo demás, que la aplicación efectuada sea diferente, en el sentido de que el diluvio bíblico, en su significación más inmediata, parece señalar el comienzo de un ciclo más restringido que el Manvántara: si no es el mismo suceso, se trata al menos de dos sucesos análogos, en que el estado anterior del mundo se destruye para dejar lugar a un nuevo estado[2]

Si ahora comparamos la historia de Jonás con lo que acabamos de recordar, vemos que la ballena, en vez de desempeñar únicamente el papel de pez conductor del arca, se identifica en realidad con el arca misma; en efecto, Jonás permanece encerrado en el cuerpo de la ballena, como Satyávrata y Noé en el arca, durante un período que es también para él, si no para el mundo exterior, un período de “oscurecimiento”, correspondiente al intervalo entre dos estados o dos modalidades de existencia; también aquí, la diferencia es secundaria, pues las mismas figuras simbólicas son siempre de hecho susceptibles de una doble aplicación: “macrocósmica” y “microcósmica”. 

Sabido es, además, que la salida de Jonás del seno de la ballena se ha considerado siempre como símbolo de resurrección, y por ende de paso a un estado nuevo; y esto debe ponerse en relación, por otra parte, con el sentido de “nacimiento” que, en la Cábala hebrea especialmente, se vincula con la letra nûn y debe entenderse en sentido espiritual, como un “nuevo nacimiento”, es decir, como una regeneración del ser individual o cósmico.

Es lo que indica muy netamente la forma de la letra árabe nûn: esta letra está constituida por la mitad inferior de una circunferencia y por un punto que es el centro de ella. Ahora bien; la semicircunferencia inferior es también la figura del arca que flota sobre las aguas, y el punto que se encuentra en su interior representa el germen contenido o encerrado allí; la posición central del punto muestra, por lo demás, que se trata en realidad del “germen de inmortalidad” del “núcleo” indestructible que escapa a todas las disoluciones exteriores. Cabe notar también que la semicircunferencia, con su convexidad vuelta hacia abajo, es uno de los equivalentes esquemáticos de la copa; como ésta, tiene, pues, en cierto modo, el sentido de una “matriz” en la cual se encierra ese germen aún no desarrollado, y que, como veremos en seguida, se identifica con la mitad inferior o “terrestre” del “Huevo del Mundo”[3]


Según este aspecto de elemento “pasivo” de la transmutación espiritual, el-Hût es también, en cierta manera, la figura de toda individualidad, en tanto que ésta porta el “germen de inmortalidad” en su centro, representado simbólicamente como el corazón; y podemos recordar a este respecto las relaciones estrechas, que ya hemos expuesto en otras ocasiones, existentes entre el simbolismo del corazón, el de la copa y el del “Huevo del Mundo”. 

El desarrollo del germen espiritual implica que el ser sale de su estado individual y del medio cósmico que es el dominio propio de ese estado, así como al salir del cuerpo de la ballena Jonás “resucita”; y, si se recuerda lo que hemos escrito antes, se comprenderá sin esfuerzo que esta salida es también la misma cosa que la salida de la caverna iniciática, cuya concavidad está igualmente representada por la de la semicircunferencia del nûn. 

El “nuevo nacimiento” supone necesariamente la muerte al estado anterior, ya se trate de un individuo o de un mundo; muerte y nacimiento o resurrección, son dos aspectos mutuamente inseparables, pues no constituyen en realidad sino las dos faces opuestas de un mismo cambio de estado. El nûn en el alfabeto árabe, sigue inmediatamente al mîm, que entre sus principales significaciones tiene la de muerte (el-mawt), y cuya forma representa al ser completamente replegado sobre sí mismo, reducido en cierto modo a una pura virtualidad, a lo cual corresponde ritualmente la actitud de la prosternación; pero esta virtualidad, que puede parecer una aniquilación transitoria, se hace en seguida, por la concentración de todas las posibilidades esenciales del ser en un punto único e indestructible, el germen mismo de donde saldrán todos sus desarrollos en los estados superiores.

Conviene señalar que el simbolismo de la ballena no tiene solamente un aspecto “benéfico”, sino uno “maléfico” también, lo cual, aparte de las consideraciones de orden general sobre el doble sentido de los símbolos, se justifica más particularmente por su conexión con las dos formas: muerte y resurrección, bajo las cuales aparece todo cambio de estado según que se lo encare de un lado o del otro, es decir, con relación al estado antecedente o al estado consecuente. La caverna es a la vez un lugar de sepultura y un lugar de “resurrección”, y, en la historia de Jonás, la ballena desempeña precisamente este doble papel; por otra parte, ¿no podría decirse que el Matsya-avatâra mismo se presenta primero con la apariencia nefasta de anunciador de un cataclismo, antes de convertirse en el “salvador” de él? 


Por otra parte, el aspecto “maléfico” de la ballena se halla manifiestamente emparentado con el Leviatan hebreo[4]; pero está representado sobre todo, en la tradición árabe, por los “hijos de la ballena” (benât el-Hût), que, desde el punto de vista astrológico, equivalen a Râhu y Ketu* en la tradición hindú, especialmente en lo referente a los eclipses, y de quienes se dice “que se beberán el mar” el último día del ciclo, ese día en que “los astros se levantarán por Occidente y se pondrán por Oriente”. No podemos insistir más sobre este punto sin salirnos enteramente de nuestro tema; pero debemos al menos llamar la atención sobre el hecho de que aquí se encuentra otra relación inmediata más con el fin del ciclo y el cambio de estado consiguiente, pues ello es muy significativo y aporta una nueva confirmación de las precedentes consideraciones.

Volvamos ahora a la forma de la letra nûn, que da lugar a una observación importante desde el punto de vista de las relaciones existentes entre los alfabetos de las diversas lenguas tradicionales: en el alfabeto sánscrito, la letra correspondiente, na, reducida a sus elementos geométricos fundamentales, se compone igualmente de una semicircunferencia y de un punto; pero aquí, estando la convexidad vuelta hacia lo alto, es la mitad superior de la circunferencia, y no ya su mitad inferior, como en el nûn árabe. Es, pues, la misma figura colocada en sentido inverso, o, para hablar con más exactitud, son dos figuras rigurosamente complementarias entre sí; en efecto, si se las reúne, los dos puntos centrales se confunden, naturalmente, y se tiene el círculo con el punto en el centro, figura del ciclo completo, que es a la vez el símbolo del Sol en el orden astrológico y el del oro en el orden alquímico[5]


Así como la semicircunferencia inferior es la figura del arca, la superior es la del arco iris, el cual es el análogo de aquélla en la acepción más estricta de la palabra, o sea con la aplicación del “sentido inverso”; son también las dos mitades del “Huevo del Mundo”, una “terrestre”, en las “aguas inferiores”, y otra “celeste”, en las “aguas superiores”; y la figura circular, que estaba completa al comienzo del ciclo, antes de la separación de esas dos mitades, debe reconstituirse al fin de él[6]. Podría decirse, pues, que la reunión de las dos figuras de que se trata representa el cumplimiento del ciclo, por la unión de su comienzo y de su fin, tanto más cuanto que, si se las refiere más particularmente al simbolismo “solar”, la figura del na sánscrito corresponde al sol levante y la del nûn árabe al sol poniente. 

Por otra parte, la figura circular completa es habitualmente el símbolo del número 10, siendo 1 el centro y 9 la circunferencia; pero aquí, al obtenérsela por la unión de dos nûn, vale 2 X 50=100=102, lo que indica que dicha unión debe operarse en el “mundo intermedio”; ella, en efecto, es imposible en el mundo inferior, que es el dominio de la división y la “separatividad”, y, al contrario, es siempre existente en el mundo superior, donde está realizada de modo principial, permanente e inmutable, en el “eterno presente”.

A estas ya largas observaciones, agregaremos solo unas palabras para señalar la relación con un asunto al cual hace poco se ha hecho alusión aquí mismo[7]: lo que acabamos de decir en último lugar permite entrever que el cumplimiento del ciclo, tal como lo hemos encarado, debe guardar cierta correlación, en el orden histórico, con el encuentro de las dos formas tradicionales que corresponden a su comienzo y su fin, y que tienen respectivamente por lenguas sagradas el sánscrito y el árabe: la tradición hindú, en cuanto representa la herencia más directa de la Tradición primordial, y la tradición islámica, en cuanto “sello de la Profecía” y, por consiguiente, forma última de la ortodoxia tradicional en el actual ciclo.

[1]
[Publicado en É. T., agosto-septiembre de 1938].

[2]
Cf. Le Roi du Monde, cap. XI.

[3]
Por una curiosa vinculación, éste sentido de “matriz” (la yoni sánscrita) se encuentra también implicado en el griego delphys, que es a la vez el nombre del ‘delfín’.

[4]
El Mákara hindú, que es también un monstruo marino, aunque tiene ante todo la significación “benéfica” vinculada al signo de Capricornio, cuyo lugar ocupa en el Zodiaco, no deja de tener en muchas de sus figuraciones rasgos que recuerdan el simbolismo “tifónico” del cocodrilo.

*
Nombre de dos Ásura (“demonios”) relacionados con los eclipses. (N. del T.).

[5]
Se podrá recordar aquí el simbolismo del “Sol espiritual” y del “Embrión de Oro” (Hiranyagarbha) en la tradición hindú; además, según ciertas correspondencias, el nûn es la letra planetaria del Sol.

[6]
Cf. Le Roi du Monde, cap. XI.

[7]
F. Schuon, “Le Sacrifice”, en É.T., abril de 1938, pág. 137, n. 2. [El pasaje aludido dice: “…para volver a la India, hay razón de decir que la expansión de una tradición ortodoxa extranjera, el islamismo, parece indicar que el hinduismo no posee ya la plena vitalidad o actualidad de una tradición íntegramente conforme a las condiciones de una época cíclica determinada. Este encuentro del islamismo, que es la última posibilidad emanada de la tradición primordial, y del hinduismo, que es sin duda la rama más directa de ella, es por lo demás muy significativa y daría lugar a consideraciones harto complejas”].
 
 
Renacimiento. HOD Sinceridad-Tmimut / NETZAJ Confianza-Bitajon

“La Nun entró y alegó sus méritos como siendo la letra inicial de Norá «Tremendo en alabanzas», así como hermosa en «Navá es la cabeza de los justos». El Señor le dijo: “Oh Nun, retorna a tu sitio, pues en consideración a ti, como representación de los que caen «nofelim», es que la Samej volvió a su sitio. Permanece por eso bajo la protección de ella. La Nun volvió inmediatamente a su sitio”. 
 
“La Nun se presentó ante el Santo Bendito Sea Él, para presidir la creación del mundo y argumentó que era la inicial de la palabra Ner «Lámpara del Señor», que es el espíritu de los hombres. Pero el Santo Bendito Sea Él le dice que también recuerda la lámpara del Maligno que será apagada por Dios. Por lo que fue rechazada”. (Zohar)  
Hay una profunda relación entre la Samej «sostén, apoyo» y la  letra Nun, que tal como indica el Zohar puede ser tanto un momento de caída y de paro en el sendero, como la adquisición de un estado más elevado de conciencia. Por ello HaShem le pide a Nun que vuelva a su sitio, puesto que tiene en sí misma la fuerza de la lámpara del bien y la del mal. Es decir, en este sendero podemos elegir pararnos y por tanto no realizarnos, aunque su propósito es un nuevo estado de conciencia.
La prueba de este sendero: no es suficiente con el camino recorrido, hay que abrir la conciencia a un nuevo nivel espiritual. Elegir entre un nuevo despertar –Lámpara del Señor– o quedarse anclado en los logros hasta ahora conseguidos –Lámpara del maligno–.
Conecta el sendero de la Nun el “Poder de conectar «Hitkashrut» - Yesod” con el “Poder de vigorizar «Hitjazkut» - Netzaj”. Si se logra la unión de ambos se consigue ir un paso más allá.
Tenemos ante nosotros un aspecto emocional muy fuerte al que debemos mirar de frente. La historia de Noaj –cuyo nombre comienza con la letra Nun– nos lo indica. Noaj fue el encargado de salvar a todas las especies vivientes. La humanidad ha llegado a un punto en el que debe cambiar, dar un paso adelante; el único que está dispuesto a ello es Noaj y su familia, él será el responsable de conservar la vida, tanto suya como de todas las especies que entran en el Arca, y de seguir los mandatos de Dios. Le es ordenado que construya un arca «tebah», que también se traduce por «palabra», cuyas medidas son 300x50x30, es decir Shin 300, Nun 50, Lamed 30. Estas letras forman la raíz de la palabra lashon «lengua», de la palabra nashal «echar fuera, expulsar» y de neshel «caída».
Uso recto del lenguaje, de las palabras que pronunciamos. Aquél que no tiene un lenguaje puro, la palabra recta, es expulsado, echado fuera del arca que es el Templo divino, salvador de toda vida, y cae «nofel» a la profundidad de las aguas. Es tragado por la lámpara del maligno, representado en la historia de Jonás por la ballena «Leviatán».
Aquí se realza la unión armónica de la polaridad femenino-masculino, muy señalada en las indicaciones que Dios le hace a Noaj, cuando le dice que haga «entrar al arca todo ser viviente por parejas». Génesis 6-19: “Y de todo ser viviente traerás dos al arca, para que sobrevivan contigo, macho y hembra han de ser”.
Se utiliza la palabra nekevah «femenino, hembra» y zajar «masculino, macho». Zajar también significa «recordar». Lo masculino debe recordar que su complementario es lo femenino. Nekevah proviene de la raíz nakav que significa «señalar y nombrar», también «injuriar». Unir los complementarios nos lleva a recordar que somos co-creadores divinos, por lo tanto cuando el uso del lenguaje deja de ser erróneo, señalamos y nombramos con el recuerdo de nuestra condición divina. Ambos, el hombre y la mujer separados viven sin armonía, están en la profundidad de sus aguas en estado de caída.
La Nun une la esfera de la Verdad «emet» con la de la Confianza «bitajón». Las preguntas que aparecen son: ¿qué es la confianza y en quién confío? La confianza es la práctica real de la Fe.
Vivir en confianza es decir “todo pasa por algo” sin ninguna rebeldía. Si no hay entrega sincera a Dios no puede haber crecimiento, la confianza es la que nos abre las puertas interiores. Una de las pruebas y también de las experiencias es decir: “aunque tengo muchas cosas que aprender, que experimentar, me entrego a Ti porque vivo con confianza”.
Rabí Akiva siempre confió en que todo cuanto le sucedía “es para bien”. Meditar en el “gam zu le tova «todo es para bien»” nos ayudará a anclarnos en la confianza en Dios. La confianza tiene que ver con la verdadera Fe, con el conocimiento de que todo tiene un sentido aunque no sepamos verlo.
 
El nombre de la letra Nun quiere decir «pez», indicando productividad y fructificación. Sendero de fecundidad y proliferación. En Salmos 72-17 dice: “Frente al sol que se perpetúa «Yinin», y Nun es su nombre”.
Es el pez que está oculto en las profundidades del agua (emociones) para indicarnos que es una actividad que no se puede ver, que se lleva a cabo en lo más profundo del alma, en la vida interior del alma.
“El que no se vuelve a hacer germen no puede entrar en el Reino de los cielos”. La Nun es el símbolo del hombre que se hace germen, realizado en un cierto nivel. Por tanto está dispuesto a ir a lo más profundo de sí mismo para lograr un renacimiento, un nuevo nivel de conciencia más elevado.
La “Inteligencia Fiel” se halla muy ligada a la Nun. Vimos que el sendero de Lamed es de continuidad, fiel «neeman» empieza con una Nun y termina con Nun final. El sendero de Nun es la decisión de continuar firme en el camino de esperanza, de redención y de resurrección. La fe es confianza, esperanza. La meditación es imprescindible para la realización final de este sendero. Cuando meditamos nos dirigimos hacia las profundidades de nuestras aguas interiores, por tanto podemos decir que la fe es sentarse para darle a la mente la posibilidad de que sea, no de que piense.
 
En el libro de las Otiot de Rabí Akiva dice: “A veces el alma es retirada y resignada, como la Nun reducida, y a veces es activa y recta como la Nun final. Cuando una persona es inactiva e inmóvil, su alma es somnolienta y reducida, pero cuando es vibrante y motivada su alma se erige para completarse”. Lo que nos remite a la palabra neeman «fiel» que comienza con una Nun reducida y termina con una Nun final que significa la redención.
 
El Sefer Yetziráh asigna a la Nun: “La conciencia de Semejanza o Imaginativa, porque da un parecido a todas las similitudes, que son creadas del mismo modo similares a sus armoniosas elegancias”.
Conciencia de Semejanza «Shejel Damioni».
Tenemos en Damioni la palabra dam «sangre» y el resto de letras que la componen (Yod Nun Vav Yod) suman, sus valores, 10 + 50 + 6 + 10 = 76.
76 es el mismo valor que la palabra jebión, que se traduce por «escondite, secreto» y también la palabra ebed que significa «esclavo».
El secreto que nos libera de la esclavitud está en la sangre, y dicho secreto se percibe por medio de la meditación. Al liberarnos percibimos nuestra semejanza con Dios el Creador. Por tanto, para descubrir nuestra dimensión divina en nosotros mismos, en la profundidad de nuestras aguas, es imprescindible la meditación. Aquél que medita reaviva la energía que fluye por la sangre y que es llevada a todo nuestro organismo revitalizándolo, reforzándolo, activando el «poder de vigorizar».
Este sendero va de Iosef a Moshé. Iosef es el arquetipo de Yesod, es el que ve en lo más profundo y sabe interpretar sus significados: Iosef quiere decir «Dios añade», es el arquetipo de la Verdad que solo puede ser vista con el ojo interior.
Moshé además de ser el que recibe la Ley, es el libertador de Israel, el que ve la zarza ardiente y ésta se le revela como Eheie Asher Eheie «Yo soy el Soy».
Al igual que Noaj, Moshé es sacado de las “aguas” con una tebáh –que como vimos antes significa también «palabra»–. En este sendero vemos que se produce un nuevo nacimiento, todo empieza de nuevo.
Otra experiencia de esta letra es afrontar la libertad, liberación de la esclavitud, para entrar en una nueva dimensión. Puede también este sendero hacer que todos los pequeños deseos se conviertan en un solo deseo muy poderoso, que es el cumplimiento de nuestro tikun, es decir llevar a cabo la rectificación de nuestro ego.
Moshé no desea en absoluto enfrentarse a Paró «Faraón», aquello que nos mantiene prisioneros, esclavos de nuestras limitaciones y deseos del ego, pero reconoce que todos sus deseos deben ser puestos bajo el servicio a Dios y decide presentarse ante el faraón acompañado de su hermano Aarón que es el que habla, porque Moshé es incapaz de expresar en palabras lo que ha visto y recibido.
Solo cuando Moshé decide hacer la voluntad de Dios y no la suya propia, comienza la liberación de Israel.
El sendero anterior de la Lamed se asociaba con el «coito», en este sendero de la Nun tenemos la experiencia del deseo purificado del hombre y la mujer, es decir el sexo es visto como santo y bello y que procede de lo superior, ya que es la manifestación del impulso de creatividad de la vida y de la expresión de la Unidad, es decir el deseo de llegar a ser Uno con el Amado. Dicha fuerza es vista con ojos de belleza y santidad.
La tribu de Manashé que significa «belleza y armonía» se asocia a esta letra, y su valor numérico es 395, mismo valor que la palabra Mishnah que es el conjunto de leyes de la Toráh. Mishnah también significa «estudio», aludiendo a la preparación previa que vimos en el anterior sendero de la Lamed, estudio necesario para poder percibir la belleza y la armonía en la vida.
Neshamáh también tiene valor 395, y se traduce por «alma», y también significa «respiración». Hace énfasis en la necesidad de la correcta respiración, necesaria para conseguir niveles profundos de percepción a través de la meditación.
En el Talmud se nos enseña que el mérito de recepción del manáh «fe y confianza», es decir de recibir aquello que necesitamos exactamente para nuestra realización, está representado por Moshé. Él representa la revelación. No solo hay que ver sino que hay que saber integrar lo que se ve y expresarlo en nuestras vidas.
En el sendero de la Lamed nos enfrentábamos a la soledad, este sendero de la Nun nos enfrenta a los retos que supone la libertad.
Sendero de confianza absoluta en Dios a través de una comprensión superior de la vida y de la armonía y belleza que nos rodea.
 
En Salmos se asocia a la Nun:
Salmo 111:
“Todas las disposiciones son verdaderas
Neeminim «Verdadero, bien establecido».
 Salmo 112:
“Su corazón es firme, confía en Adonai
Nakon «Firme».
La libertad está bien establecida cuando se afirma en el corazón. Todas las disposiciones son verdaderas y fecundas cuando confiamos en Adonai. Vemos de nuevo reafirmada la confianza plena.
 
Vivencias internas:
-Liberación de los límites que nos mantienen esclavos
-Vivir con confianza
-Experiencia de la meditación
-Perder el miedo a la libertad
-Uso correcto del lenguaje
-Conciencia de unificación de opuestos
 
Gracias a MariCarmen B.

1 comentario:

  1. Muchas gracias. Estaba buscando información sobre la letra hebrea NUN y además acabo de conocer su relación con el árabe y el sanscrito (Y)

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