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jueves, 8 de julio de 2010

El Libro Sagrado. Arqueología.




Arqueología

El avance en la investigación nos llevará por otros caminos. Determinar los orígenes de un pueblo. ¿Quién fue ese pueblo que la Biblia llama los hijos de Israel?, ¿de donde venían?. Ahora vemos a otro Génesis, el que los autores del Libro nos cuentan, de donde brota una religión, el judaísmo y que inspiró dos más, el cristianismo y el Islam. Tres religiones que adoran a un Dios único.

En Tel Meggiddo, encontramos las claves para descubrir a los autores de la Biblia. Los 25 estratos sacados de este yacimiento, cubren 7.000 años de historia de Canaán ¿nos permiten descubrir nuevas pistas sobre el origen de los israelitas?. Con ese fin, siguieron a dos investigadores importantes, que estaban escribiendo un libro, en el que reexaminan los relatos de la Biblia, estudiando con las más modernas herramientas arqueológicas. En el centro de la investigación, está descubrir el origen de los israelitas. Ya ellos han descubierto que Canaán nunca fue conquistada militarmente, que el Éxodo no había dejado huellas, pero, ¿de donde proceden los israelitas?, ¿qué enfoque hay que darle a la investigación?.

En el museo de El Cairo, hay una lápida con una leyenda, en la que se describe la campaña que el faraón Meneptá dirigió contra Canaén, y la información que contiene puede ser vital. Los príncipes están postrados implorando piedad, Canaán ha sido limpiada de toda maldad; Guesu ha sido capturado y Anohan ya no existe: Israel, ha sido devastado en su totalidad. Todas las tierras están pacificadas. La única indicación que nos da la estela de Meneptá sobre la naturaleza de esta población llamada Israel, es que los jeroglificos contienen los símbolos de hombre y mujer y las tres líneas que indican el plural. En otras palabras, describe un grupo que se está moviendo, que no tienen territorio propio que les pertenezca y eso es todo lo que se sabe.

La estela data de finales del siglo XIII a.C. (1.207), un punto de partida concreto en la investigación de la búsqueda del pueblo de Israel. Los historiadores cuentan, que en la misma época que se erigió la estela, Canaán estaba organizada bajo ciudades-estado bajo el dominio de Egipto (Azor, Akko, Meggiddo, Gezen, Ashquelón, Jerusalén y Lakish).

En los estratos del yacimiento de Meggiddo que corresponden a este periodo, se han encontrado restos pertenecientes a una floreciente ciudad. Durante todo el siglo XIII y XIV, era una próspera ciudad cananita, pero de repente, sobre el 1.130 a.C., fue destruida. Una capa de escombros carbonizados claramente visibles en el yacimiento, atestiguan la violencia del acontecimiento que causó su destrucción.

Meggiddo demuestra la destrucción de la cultura cananita y otros lugares también fueron incendiados: Jazor, Lahish, Bezar y Meggiddo, pero unos cayeron en el siglo XIII y otros en el XII a.C. ¿Quién lo hizo y por qué?. Toda la región de Levante sufrió intensos conflictos en esa época. Egipto ya no era lo que fue y había perdido sus colonias más lejanas; los hititas que controlaban Asia Menor y Siria, desaparecieron, así como la civilización micénica; en cuanto a las ciudades-estado de Levante, fueron todas barridas. El paisaje político de Canaán cambió radicalmente. ¿Cómo ocurrió?.

Las tablas cuneiformes descubiertas en la ciudad portuaria de Icari, que también fue destruida en esa época, proporcionan estos elementos para comprender esta transformación. Estos textos, revelan un tiempo de miedo y confusión y una vez descifradas esas tablas, revelan la situación. Amurah, el último rey, escribió a Chipre diciendo: “Padre, han llegado y sembrado la destrucción”. ¿Qué temible enemigo era capaz de dar un vuelco así al mundo antiguo?, ¿quiénes eran estos invasores llegados del mar?.....

La arqueóloga Dra. Gilboa, está excavando un yacimiento de la costa norte de Tel Aviv y comenta la explicación más ampliamente aceptada por los expertos. Una de las principales posibilidades, de las más lógicas, sería el movimiento de los pueblos del mar, que tras cien años de investigación, aún continúan siendo uno de los pueblos menos conocidos. Se cree que vinieron de algún lugar del oeste, puede que de Grecia o Chipre y se asentaron en esta región de la costa del levante.

Entre esos pueblos, los más famosos son los filisteos, que conocemos por la Biblia, pero además, hay otros que sabemos de ellos gracias a los documentos antiguos. Había algunos con Sikina, Shafana y otros. ¿Qué nos cuentan las distintas fuentes cananitas y egipcias?. En el Alto Egipto una estela monumental de Ramsés III, describe unos ataques perpetrados por unos desconocidos. Describe una campaña militar y otra naval. Los adversarios de Egipto, están claramente representados con cascos de penacho y cintas para atarlos a la barbilla y unos extraños cascos tocados con cuernos.

En menos de un siglo (el XII a.C.), los pueblos del mar ocupan toda la costa (Ashdad, Egron, Ashquelon y Gath). Sería un error pensar que todas las ciudades cananitas fueron destruidas por los pueblos del mar. El Mediterráneo oriental estaba en gran estado de agitación, la economía se vio alterada, las rutas del comercio marítimo se habían cortado y los pueblos de la costa destruidos. En una situación así, una ciudad puede atacar a otra, aparecer tribus de pastores nómadas que intentan sacar provecho de una ciudad desprotegida.

El caos, en resumen, era total. Mientras, las comunidades y Estado se iban desvaneciendo, en las tierras altas había un hecho bien diferente. En esa época, la densidad de la población era muy baja; su estéril orografía hacia que las comunicaciones fueran difíciles, por lo que al ser una zona cerrada, era el lugar ideal para una Génesis o nacimiento. Hasta finales de los años 60, las tierras altas eran una incógnita en términos arqueológicos.

Tras la guerra de 1.967, Israel pasó a dominar estos territorios y fue entonces cuando algunos equipos arqueológicos empezaron a llevar a cabo misiones exploratorias. Estudiaron el territorio metro a metro, realizando una meticulosa recogida de materiales en superficie y fue una tarea que requirió grandes dosis de sistematización y análisis certero. Así se escogieron los sitios donde se iban a realizar las primeras excavaciones y no se dejó un palmo de las tierras altas sin explorar, y los resultados fueron impresionantes.

Entre los siglos XII y X a.C., casi 250 pueblos ocupaban las tierras altas de Canaán, y sin que se encontrase la más mínima pista de conquista militar. El mapa que se saca es muy importante, pero hay otro paso que dar y es estudiar y demostrar ese mapa, contrastándolo con el mapa del periodo anterior y el posterior. Entonces se ve el proceso y eso es lo realmente increíble, porque en la Edad de Bronce tardía son muy escasos los asentamientos; en todas las tierras altas unos treinta y luego, después de un periodo de tiempo muy corto, vemos una auténtica oleada de asentamientos que aparecen en unos 250 lugares por toda la zona.

Este flujo, marca el nacimiento del primer pueblo de Israel, pero, ¿podemos llamar a éstos primeros asentamientos los primeros israelitas?; ¿qué distingue a estos pueblos que aparecieron en las tierras altas?. El trazado de los pueblos, que es muy diferente al de las tierras bajas, da la primera pista. Estos pueblos tenían forma ovalada y la principal actividad era la ganadería, y para guardar el ganado se usaba una forma completamente cerrada. ¿Por qué la forma ovalada del asentamiento?.

Pues es parecida a la de los beduinos descritos por los primeros exploradores que entraron en los desiertos de Judea y Trans Jordania. ¿Fueron los habitantes de las tierras altas pastores nómadas?, ¿cambiaron sus tiendas por refugios permanentes?, y de ser así ¿por qué?. Parece que el arqueólogo ha encontrado al fin una pista para saber el origen de los israelitas, pero para seguir adelante tiene que comprobar muchos datos etnológicos y arqueológicos extraídos del modo de vida de los beduinos de hoy.

El modo de vida de los nómadas, se basa en intercambios con las tribus sedentarias. Dan ganado a cambio de cereales, sin los cuales sería imposible su vida nómada. Si por cualquier razón el sistema de intercambio se viniera abajo, los beduinos se verían obligados a producir los cereales, pero para hacerlo, primero tendrían que asentarse. ¿Qué ocurrió para que los nómadas se vieran obligados a asentarse en las tierras altas?. En la Edad del Bronce tardía, hay una gran crisis en toda la región.

Todo el Mediterráneo oriental sufre una grave crisis, se destruyen ciudades y la dominación ha desaparecido de Canaán. La gente huye de los pueblos, así que ese es el momento exacto en el que de repente asistimos a una oleada de asentamientos en las tierras altas. Se demuestra que las manufacturas de estas gentes de las tierras altas, no eran muy diferentes a la de los pueblos vecinos (Amonitas, Moabitas, Edomitas e Israelitas). Solo algo les distingue: Su dieta.

En ninguna de las excavaciones de las tierras altas se han encontrado nunca huesos de cerdo y ¿qué puede significar este hecho?. Hay varias posibles razones, una de ellas, es su origen transmutante y es porque los nómadas no tenían cerdos, pero hay otras más importantes que justifica no encontrar osarios de cerdos y es que en esa misma época, los pueblos filisteos y en general todos los pueblos de las tierras bajas comen mucho cerdo. En el norte, los muchos restos de prensas encontrados en la zona, atestiguan un sistema agrícola desarrollado, además de una de las actividades más lucrativas de la época: La producción de aceite y vino, que les hizo enriquecerse y pasar de pueblos a ciudades.

Ahí tenemos dos zonas diferenciadas: Israel al norte y Judea al sur. Muchos arqueólogos han buscado sin éxito restos de los reinados de David y Salomón tal como se describen en la Biblia. ¿Existió un reino así alguna vez?.

Los arqueólogos han analizado los restos encontrados en Canaán y las regiones fronterizas, habiendo sido contrastadas: La estela Luscher que hoy se exhibe en el museo del Louvre en París (Francia), y que fue descubierta por un misionero alsaciano en el sur de Jordania en 1.868. La inscripción dice que la hizo el rey Mesha de Moab, para agradar al dios Kemosh al haber una victoria del pueblo de Israel sobre él. La estela menciona a Omri, rey de Israel (IX a.C.). En 1.993 se descubrió otra estela del mismo periodo IV de Israel. En ella se dice que el rey de Damasco mató al rey de Judea de la Casa de David. Estas inscripciones, distinguen claramente dos reinos: Israel y Judea; no hay ni una sola referencia a un solo reino.

Sin embargo, la Biblia les atribuye una relación común: Yahvé. ¿Qué es lo que conocemos de esta religión?. Valiéndonos solo de la arqueología, es difícil hacernos a la idea que un pueblo tenía de sus dioses. Las excavaciones hechas en el norte y el sur, han descubierto muchos objetos consagrados al culto, diosas de la fertilidad con sus compañeros y encarnaciones de animales de las divinidades, todos de la Edad del Bronce y la del Hierro. Tenemos muy poca información sobre su religión y solo se han publicado algunos datos.

En Shamir (Galilea), se vio una figura de bronce sobre un altar, símbolo de Baal, el dios más importante de Canaán, pero también está relacionado con el dios israelita, especialmente con el Becerro de Oro, que es nexo de unión entre las religiones cananita e israelita, más ¿qué sabemos sobre Yahvé?.

Yahvé es un Dios del desierto del sur, pero adorado también en el norte con fervor similar. ¿Como era la convivencia entre Yahvé del sur y Baal del norte?. Si damos crédito a los restos encontrados por toda la zona, parece que están de “buenas”, pero la Biblia asegura que era conflictiva. El episodio más complicado es el del Becerro de Oro que tuvo lugar mientras Moisés recibía las Tablas de la Ley de Yahvé en el Sinaí.

Como en otras situaciones, el ídolo fue destruido y Yahvé triunfó, que simboliza este conflicto entre divinidades y la victoria de Yahvé, que realmente la historia reflejó. La historia de Yahvé, está probada en términos arqueológicos. En el museo de Jerusalén, podemos ver dos amuletos que datan del 600 a.C., descubiertos en la ciudad vieja de Jerusalén. Estas piezas están cubiertas con una arcaica escritura hebrea que dice: “Yahvé te bendiga y te cuide y vuelva su cara hacia ti”. Este texto, se parece al versículo bíblico más antiguo.

Repasemos la situación. En el 722 a.C., los ejércitos asirios aniquilaron el reino de Israel, haciendo que un gran flujo de refugiados llegaran a Judea, la economía creció y este pequeño reino se convirtió en un reinado próspero. Un siglo después de la caída del reino de Israel, el rey de Judea, Josías, conquistó los territorios del norte y ellos trajeron consigo sus tradiciones y religión, pero Josías imaginaba un pueblo unido, una sola nación.

Se encontró el Deuteronomio, que preconizaba la reunión del culto en un solo lugar, así que reclama una nación adorando a un solo Dios y en un solo Templo. La segunda fase fue la erradicación de una religión rival, para que uniera al pueblo alrededor de un solo Dios. La última fase, era hacer una historia común que combinase las tres religiones del norte con las del sur. ¿Es posible encontrar pruebas de la reforma de Josías?. Del Templo de Arat del VIII a.C., se sabe que se levantó dentro de una fortaleza, pero luego se destruyó y nunca más se levantó.

Este modelo de construcción, era de la Edad del Bronce tardía. En el patio interior abierto al público, encontramos la zona de los sacrificios y da también a un lugar reservado solo para los sacerdotes. Tras él, lo más sagrado, dos altares y dos piedras que la Biblia llama Mashá. Este Templo es un lugar de adoración como los que había en las afueras de Jerusalén en el siglo VIII a.C.

Aquí vemos dos cosas que diferencian los siglos VIII y VII en esta región. En el VIII hay Templos en varios lugares de Judea, incluyendo éste y en el VII desaparecieron todos y solo encontramos el de Jerusalén.

Cuestionemos la naturaleza de este libro en toda su historia. Debemos plantear la reformulación de la Ley judía que se cimienta a partir de ese momento en los libros, y uno que se convertiría en la base de una nueva religión, así que no solo se trata de que se encontrara un libro, sino que a éste se le suponía un prestigio sin precedentes.

Para continuar la investigación, hay que tener en cuenta algo muy importante: La escritura. ¿Qué sabemos sobre los inicios de la escritura en esta región?, ¿qué circunstancias provocaron que la escritura adquiriese tal importancia en la sociedad del antiguo Israel?. Nuevamente debemos recurrir a la arqueología para dar una respuesta. En los yacimientos del siglo VII a.C., se encuentran muchos sellos y fragmentos de cerámica que tienen distintas inscripciones, y son piezas muy poco comunes del siglo VIII a.C. Antes de esa fecha, simplemente no existían.

Estos breves textos, no hablan de asuntos económicos o administrativos, que tratados por los escribas nos hablen de la centralización de Judea y que era un súbdito más de Asiria. Este hecho se corresponde con algo mas bien común y es que el surgimiento de un Estado va acompañado de la escritura.

En un ostracón (pieza de cerámica sobre la que se escribía) del siglo VII a.C., un trabajador se queja a las autoridades sobre el robo de una prenda de ropa. ¿Cómo prueba el texto que se produce una revolución?. Antes del VII, parece claro que los israelitas eran analfabetos y eso daba como resultado que la gente no pensaba en absoluto, la sociedad de entonces no le daba ningún valor.

En el VII, la escritura empieza a extenderse por todas las clases de la sociedad israelita y escriben los sepultureros, los oficiales de la armada, los jornaleros, etc.; todos empiezan a escribir y parece que también a leer. Así empieza un desarrollo cultural que era el adecuado para que surgiera un texto sagrado y del que emanase la Autoridad.

La escritura no era un saber solo reservado a los escribas, por supuesto la lectura del libro descubierto en el Templo, no demuestra el nivel de alfabetización de Judea. Bajo el reinado de Josías una revolución había empezado. El hecho de que un libro surgiera de una sociedad trashumante es un hito en la civilización israelita. Nunca antes se había sacralizado un texto jerárquico, pues la mayoría de las civilizaciones de Oriente Próximo, poseían textos únicamente administrativos. La autoridad tanto cultural como religiosa, pasaba de familia en familia, mediante la tradición oral, no por la lectura de un texto ni recurriendo a un libro reglado.

Con la reforma religiosa de Josías, su invocación al poder reglamentario de un texto escrito, vemos como por primera vez en la historia de la humanidad, se deposita la Autoridad en un texto que sería vinculante para toda una cultura y un pueblo, diferenciándose de lo familiar y tradicional y eso fue único en la civilización occidental. En el VII a.C. todo se une, todo está a punto para que algo nuevo suceda.

Si estudiamos la política, la economía y la posición social en Judea, incluso el hecho de que la alfabetización se extendiera dentro de la región hasta el campo y llegase a gentes relativamente simples. Todo eso propició una situación, a partir de la cual Judea pasó a ponerlo todo por escrito en un libro. Judea describe un pasado mítico o histórico, nos habla del presente y revela sus sueños para el futuro en forma de palabra escrita y eso es nuevo en la humanidad.

Basándose en la legitimidad de una Ley e historia comunes, Josías pudo dirigir a su pueblo hacia su ambicioso plan, pero el sueño de un gran rey, que uniría por primera vez los reinos de Israel y Judea no se iba a cumplir, pues moriría asesinado por el faraón Nekao II en Megiddo. Su muerte apenas ocupa unas líneas en la Biblia y lo peor, aún estaba por llegar.

EL ÉXODOMuchos de los restos encontrados en Canaán, corresponden a una civilización tan avanzada como sofisticada: La egipcia, cuya presencia es omnipresente. ¿Pueden estos objetos estar relacionados con una de las historias más sorprendentes del Antiguo Testamento, la que cuenta el conflicto entre Moisés y el Faraón?. ¿Qué puede decirnos sobre el antiguo Egipto?. La Biblia explica que los descendientes de los Patriarcas, fueron a vivir a Egipto donde se quedaron a vivir 430 años.

La historia de la liberación de la mano de Moisés y su viaje por el desierto, se explica en el segundo libro de la Biblia: El Éxodo. ¿Tuvo lugar ese Éxodo?. La larga estancia de los israelitas en Egipto, su esclavitud y posterior liberación y la Ley escrita por Moisés, representan el segundo libro de la Biblia, la cual cuenta que bajo la dirección de Moisés, un hombre excepcional, los hebreos volvieron a la tierra que se les prometió a sus ancestros.

La investigación empieza en Lausanna (Suiza), en la Biblioteca del Departamento de Teología. Thomas Romer, de la Facultad de Teología de la Universidad de Lausanna, gran estudioso y experto bíblico es quien tomará parte en el estudio de los textos. Para entender el papel que juega Egipto en la Biblia, tenemos que remontarnos a la llegada de los hijos de Jacob a ese país.

La presencia de Egipto en la Biblia hebrea es incuestionable y a menudo se presenta como tierra de acogida, ya que también fueron allí escapando a la hambruna de Canaán y así mismo Jacob y su hijo José más tarde. Fue tierra de asilo donde se refugiaban muchos políticos o gobernantes de la época. Egipto fue un referente para los autores de la Biblia, aunque en ella no se hable de sus dioses.

La historia de José en Egipto comienza al final del Génesis, el primer libro de la Biblia, al cual sus hermanos lo vendieron por envidia a una caravana de mercaderes que iba camino de Egipto, donde lo compró un oficial que después le introdujo en la corte del Faraón, donde llegó a convertirse en el Gran Visir. La Biblia cuenta la historia de su increíble destino. En el poderoso y centralizado Egipto, donde la propaganda real jugaba un papel capital, nada quedaba sin documentar. Se apuntaba todo lo que estaba relacionado con el funcionamiento administrativo del Imperio, desde acontecimientos señalados hasta el funcionamiento diario del Estado. ¿Esconden los jeroglíficos alguna pista sobre José o hablan al menos de la presencia de los israelitas en Egipto? Para responder a esa pregunta, los investigadores debían ir a Egipto.

Neil Asher Silberman, arqueólogo de grandísimo prestigio, va al país que los arqueólogos sueñan, una civilización milenaria con monumentos magníficamente conservados y en el corazón de El Cairo. Y una vez en la ciudad, es una visita obligada al historiador, en un edificio imperial situado bajo los auspicios de Champolion, el hombre que desentrañó los misterios de los jeroglíficos. Allí re reúne con Jean Pierre Corteggiani, eminente egiptólogo francés, (perteneciente al Instituto Francés de Arqueología Oriental).

Si miramos un mapa de Egipto, es evidente que no podría estar en otro lugar, incluso se comprueba el canal de Suez que hoy conocemos. La Biblia lo deja bien claro, cuenta la historia de la familia de Jacob que fue a Egipto huyendo de una hambruna. ¿Existen datos relevantes en las inscripciones egipcias que indiquen que la gente de Canaan emigró a Egipto durante una época de escasez?. Hubo gente que hizo carrera aquí, gente que tenía una posición de importancia, así que una historia como la de José, que acaba llegando a ser ministro del Faraón, es bastante creíble, aunque sería mejor no usar la palabra Faraón sino rey de Egipto ya que el término Faraón viene de la Biblia, ya que los egipcios nunca llamaron Faraones a sus reyes, salvo a finales del periodo. En todo caso, el séquito del rey incluía a semitas naturalizados que tomarían nombres egipcios y algunos hicieron brillantes carreras.

Algunas pinturas de la antigua necrópolis, muestran semitas venidos a Egipto probablemente por motivos comerciales, y muestran detalles de mujeres con vestidos que no son egipcios en absoluto, con unas estampados distintos. Sus casas son de lo más representativas y los egipcios los veían con largas y puntiagudas barbas y cabello espeso. Paro los comerciantes no fueron los únicos que se sintieron atraídos por Egipto. La tierra de Canaan estaba sujeta a estaciones muy secas y a lluvias muy irregulares, por lo que se ocasionaban frecuentes hambrunas. Así, los pastores y granjeros no tuvieron mas remedio que ir a Egipto a trabajar como peones en una tierra más hospitalaria, la cual era un regalo del Nilo, un río que es el alma de Egipto y su fuente de vida. Durante toda la antigüedad bíblica, Egipto actuó como un imán para aquellos que venían de tierras áridas, un refugio que era una fuente de fascinación, como todas las tierras donde hay abundancia. ¿Cómo pasamos de la historia de José al que todo le va bien en Egipto, a ese lugar donde en las primeras páginas del Libro del Éxodo narra como si de repente el pueblo de Israel está sometido y esclavizado?.

Esta transición tiene lugar en la historia de José, cuando envía a buscar a Jacob y toda su familia, y de hecho, fueron los israelitas los que se expandieron en número. El Libro del Éxodo arranca, con la llegada al poder del nuevo Faraón, el cual no conocía a José y nada sabía de lo que éste había conseguido, así que de repente las cosas cambian y se pasa a un estado de opresión, ya que por un lado los egipcios necesitaban retener a su mano de obra, pero a la vez les temían. Como se relata en el texto, intentaron toda clase de métodos para deshacerse de ellos, y cuanto más les oprimían más rendían y más se multiplicaban.

La Biblia cita los nombres de dos ciudades que parece ser las construyeron los israelitas: Pitón y Ramsés. Los documentos egipcios nos confirman que se construyó una ciudad llamada Pi-Ramsés en el delta del Nilo en el siglo XIII a.C., bajo el reinado de Ramsés II. Desde 1.920 en adelante, misiones arqueológicas empezaron a buscar los restos de esa ciudad, localizada al este del delta en Kantir. La Biblia cuenta la existencia de monumentos significativos e imperiales, sin embargo los resultados han desilusionado a los investigadores.

La ciudad de Ramsés parece haber existido pero poco se ha encontrado de ella, salvo los restos de unos pies monumentales en un huerto, que parecen corresponder a Ramsés II. Hoy en día, ese lugar ha vuelto a convertirse en tierras de cultivo, pero los arqueólogos han logrado encontrar la solución al enigma y es que la ciudad de Ramsés, fue abandonada justo después de su construcción cuando uno de los afluentes del Nilo se secó. Algunas décadas después, se llevaron todos sus monumentos y utilizaron las piedras en la construcción de una nueva capital: Tanis, situada a unas docenas de kilómetros.

Hasta ahora, nada parece contradecir que Ramsés II fuera ese magnífico Faraón constructor que leemos en la Biblia, el mismo al que Moisés suplicó en nombre de Dios y sus ancestros que dejara ir a su gente.

En la Biblia, la vida de Moisés tiene un halo mitológico, ya que se cuenta que su madre lo depositó metido en un cesto en el cauce del río Nilo, para salvarlo de ser asesinado por la nueva ordenanza del Faraón, que condenó a muerte a todos los israelitas recién nacidos. La propia hija o según otros textos, hermana del Faraón, sacó al niño de las aguas del río al verlo mientras se bañaba y adoptándolo como hijo, Moisés acabó educándose como un noble egipcio. Su vida cambió cuando vio como un soldado de la corte pegaba a un israelita, y él mató al agresor huyendo después al desierto.

Allí el Dios de Israel, le ordenó liberar a su pueblo y guiarlo hasta la tierra prometida. Tras vacilar un momento, ya que no se sentía capaz, aceptó la misión y volvió a la corte para imponer al Faraón la voluntad del Dios de Israel. Moisés desafió al Faraón lo que simbolizaba que el Dios de Israel era mas poderoso que todo lo que Egipto representaba. Cuando Moisés fue a ver al Faraón, éste le preguntó quien era ese Dios Yahvé, porque nunca antes había oído hablar de Él, por lo que lo tomó como un Dios menor, el Dios de un pueblo de esclavos que vinieron de Oriente, algo que no le acarrearía más consecuencias, pero poco a poco, se dio cuenta que Yahvé era más poderoso que todo el panteón egipcio, más a pesar de ello, el Faraón continuó negándose a dejarles ir, y como resultado Egipto se vio afectado por diez plagas que forzaron al Faraón a cambiar de idea y dejar marchar a los israelitas.

Según la historia bíblica, los hijos de Israel viajaron hacia Sucot, unos 600.000 hombres, sin contar mujeres y niños. Los israelitas abandonaron Egipto en medio de la noche y cruzaron el mar Rojo, persiguiéndolos después los soldados egipcios que fueron tragados por sus aguas. Moisés liberó a un pueblo esclavizado bajo el yugo de un poderoso Imperio y eso es lo que nos cuenta la Biblia. Pero ¿qué es lo que nos dicen los hechos históricos?. Según el texto, el hecho ocurrió unos 480 años antes de la construcción del Templo de Salomón, es decir, en el siglo XV a.C., pero la referencia en la Biblia a una ciudad llamada Pi-Ramsés, indujeron a los investigadores a situar el hecho en el siglo XIII a.C. como muy pronto, en un periodo en el que encontramos a los primeros faraones que llevaban el nombre de Ramsés. Un vestigio arqueológico de el museo de El Cairo, hace posible determinar la cronología del Éxodo, basada en hechos históricos.

Se descubrió en 1.896 en el templo funerario del hijo de Ramsés II, el Faraón Meneptá una estela que describe una campaña militar dirigida por Meneptá contra Canaan y proporciona una lista de ciudades y pueblos contra quienes lucharon y conquistaron. En la línea 27 de la parte inferior de la estela, se encuentra una palabra que equivale exactamente al término Israel, y que dice: “Israel ha sido destruido y su semilla ya no existe”. Encuentran el símbolo que corresponde a ciudad, representada por el jeroglífico del hombre y la mujer, el determinante con el plural, que por tanto es Israel. Es la única referencia que se conoce en toda la literatura egipcia ya sea religiosa o literaria. Solo una vez se menciona a Israel en los textos egipcios, mientras que la Biblia se refiere a Mistrain o Egipto más de 700 veces. Se conoce la fecha de esta estela el 1.207 a.C. y ya en ese momento, Israel está establecido en Canaan, así que el Éxodo no pudo haber ocurrido antes de esa fecha. Resumiendo, parece claro que había semitas en Egipto, que el Faraón Ramsés II era el padre de Meneptá y el siglo XIII parece ser un periodo de tiempo creíble.

Si dejamos a un lado los errores cronológicos de la Biblia, el Éxodo podría haber acontecido. Mas ¿cuál fue el itinerario que siguieron?. La Biblia nos dice que para escapar, tuvieron que escoger entre dos rutas, una al norte mas directa y otra hacia el sur que cruzada un desierto montañoso. ¿Cuál eligieron?. Para averiguarlo, el arqueólogo Neil A. Silberman va al encuentro de Donald Redford, un egiptólogo especializado en la Biblia, que trabajó en la excavación del delta de Menfes. En los lugares que la Biblia cuenta que tuvo lugar el Éxodo de los israelitas al marcharse de Egipto ¿había fortificaciones o alguna presencia militar que hubiera podido localizar a los israelitas en su huida?. Si, por todo el delta oriental, el Sinaí, en Neguef e incluso más al norte, había guarniciones egipcias destacadas permanentemente y comandancias, es decir, puestos de control de toda la policía paramilitar egipcia con patrullas a todo lo largo de la frontera.

Un bajorrelieve del templo de Karnak, atestigua de un sofisticado servicio de guarniciones, que aseguraba la logística de una ruta que seguía al norte del Sinaí. Para los egipcios, era una ruta estratégica que llegaba hasta Mesopotamia y Anatolia. Una multitud de esa envergadura que huía, no podía haberlo hecho sin ser vista y detenida por sus guarniciones, por lo que esto les obligó a tomar la ruta del sur, la más segura y que mejor concuerda con la ruta bíblica.

La Biblia cuenta como tras haber acampado en el desierto durante casi tres meses, los israelitas recibieron los diez Mandamientos en el monte Sinaí y entonces se dirigieron al noreste, hacia la tierra prometida: Canaan. En ese momento, las Escrituras cuentan que llegan al oasis de Cades-Vania, situado entre los desiertos del Sinaí y del Neguef. Es aquí donde pasaron muchos años tras negárseles la entrada a la tierra sagrada.

El oasis se excavó profundamente entre los años 1.950 y 1.970 y en el yacimiento, no se encontraron restos del siglo XIII, el periodo que se cree corresponde al Éxodo. Las técnicas arqueológicas modernas, nos permiten señalar incluso los restos más diminutos dejados por simples pastores. Aún así, no hay ni rastro de la larga estancia de los israelitas en esta zona. La ausencia de pruebas de su viaje por el desierto, tanto en este oasis como en cualquier otro lugar de la península del Sinaí, es el primero de los enigmas alrededor del Éxodo, porque ¿cómo se puede explicar que un grupo tan grandísimo de personas como el que se describe en el Éxodo pase por allí sin dejar huellas de su rastro?.

No se sabe como explicarlo. Los documentos arqueológicos de ese periodo, no recogen nada que lo sostenga y podría argumentarse, que las autoridades intentaron ocultarlo, pero aún así, se sabe tanto sobre ese periodo que no es posible que no haya nada que consolide esa teoría. Es más, la Biblia habla de 600.000 hombres armados que abandonaron Egipto en el Éxodo, con lo que en realidad, si añadimos mujeres, niños y ancianos estamos hablando de unos dos millones de personas. ¿Se puede uno imaginar dos millones de personas marchándose de un país del tamaño de Egipto que en esa época tenía una población de unos tres millones y medio de habitantes?. Eso habría causado un vacío enorme en el sistema social y económico que se habría visto reflejado en la documentación de la época, ya que habría provocado una crisis económica y social que habría trastornado sin remedio el día a día del Imperio. En los documentos, no se ha encontrado nada en absoluto, por tanto, no es imaginable el Éxodo tal como se describe en la Biblia en el siglo XIII. Así que hablamos de un hecho no demostrable históricamente.

Aunque no hay hechos demostrables históricamente, si tenemos unos términos geográficos específicos que pueden darnos algunas pistas de cuando fue escrito el texto. Si seguimos esta línea, obtenemos una imagen bastante fiable de lo que el autor conocía y la geografía con la que estaba familiarizado y eso ayuda a localizarlo cronológicamente hablando. Sabemos cuando vivió Pitom, que ha sido identificado como la ciudad de Pi-Hahirorh. La construyó el Faraón Nekao aproximadamente en el 600 a.C.,(no antes del 605 a.C. con total seguridad).

Al salir de Egipto, encontramos topónimos como Team o Baal-zepho; todos ellos pertenecen a la geografía más reciente de Egipto. Muchos de ellos no existían en el nuevo reino donde se supone que tuvo lugar la historia. El periodo Zaita que se corresponde con la dinastía 26 del año 664 al 525 a.C., parece un buen telón de fondo para la historia, tal y como se explica en el Éxodo, habiendo una horquilla entre el siglo VI y VII a.C.

Las pistas reunidas apuntan en una misma dirección. Algunos relatos, incluyendo el Éxodo, se empezaron a escribir en el siglo VII a.C. El arqueólogo Neil A. Silberman va a consultar todo esto con Israel Finkelstein y fueran las que fueran las reglas históricas que inspiraron las fuentes del Éxodo, la historia no describe el Egipto del XIII a.C. La investigación de esta historia, nos vuelve a llevar al siglo VII a.C. ¿Qué razones hay para que en ese periodo se empezaran a redactar estos textos?. Tenemos que ampliar nuestra perspectiva.

En el siglo IX a.C., Canaan estaba dividida en dos reinos: Israel y Judea, situados entre los dos Imperios mas importantes de Oriente Próximo, al sur de Egipto, siendo Canaan un centro importante para ellos por su posición estratégica y en el NO estaba Asiria, el gran Imperio Mesopotámico de la época. Su deseo por conseguir la hegemonía regional, le convertía en uno de los enemigos mas encarnizados de Egipto e Israel y Judea, se vieron atrapadas por esa rivalidad, pero no compartirían el mismo destino. A finales del siglo VIII a.C., los asirios aparecieron en escena, aniquilaron el reino del Norte y ocuparon sus territorios; los refugiados se desplazaron a Jerusalén y a Judea, lo que supuso una gran carga para sus gentes, ya que era la única nación israelita en pie.

La investigación se desplaza a Jerusalén, al reino de Judea, donde la historia del Éxodo se tejió en el siglo VII a.C. y desenmarañar estas historias requieren un cuidadoso análisis. Jerusalén tiene miles de habitantes y excavar aquí es un verdadero reto, pero se han realizado sorprendentes descubrimientos, gracias a la resolución de los arqueólogos. Hay un muro que se construyó en el siglo VIII a.C. en la época del rey Ezequías. Ahí Jerusalén creció rápidamente por la gran cantidad de refugiados que llegaron del Norte y ante la amenaza de ataques asirios, Ezequías decidió fortificar la ciudad y levantó ese enorme muro para rodear la colina occidental de Jerusalén. Durante su reinado la ciudad sufrió una gran metamorfosis (Valle de Hinnon-Valle de Cedrón), y de ser un pueblo de 6 hectáreas pasó a 60 protegido por una impresionante muralla.

El arqueólogo Ronny Reich de la Universidad de Haifa, lleva muchos años excavando esa zona, en especial la ciudad de Jerusalén, cuya única fuente de agua fluía extramuros y no se podía acceder a ella si la ciudad era sitiada. Ezequías mandó hacer un túnel que traería el agua a las reservas del baluarte, así que se excavó en la roca 500 metros en forma de S y llegaron al centro sin error alguno, pero no se sabe como lo hicieron, aunque están las inscripciones de ambos grupos hasta que se encontraron.

Una inscripción en hebreo antiguo tallada en la roca, conmemora el encuentro de los dos grupos y la Biblia lo cuenta en el Libro de los Reyes. Esta inscripción es una prueba de Judea en ese tiempo y que estaba administrada por funcionarios reales con alfabetización suficiente para documentar sus logros para el futuro. Así, ese pequeño reino se convirtió en un Estado.

Tras la caída del reino del Norte solo había un Estado neutral: Judea, que dudaba si someterse a los asirios o seguir siendo independiente con la ayuda de Egipto. El hijo de Zagón decidió poner fin a la situación y el 701 a.C. el nuevo rey asirio Senaquerib, fue a la región de Judea encabezando un enorme ejército. Cuando llegaron a Lakish, la segunda ciudad más importante del reino, la sitiaron. Hoy es un monte artificial, pero entonces era una gran ciudad donde hubo una batalla memorable. Las excavaciones de sus fortificaciones han revelado un fuerte enfrentamiento. El director de las excavaciones, lo es también de la Universidad de Arqueología de Tel Aviv.

Los asirios vinieron a Judea, a Lakish, en vez de a Jerusalén para demostrar lo que eran capaces de hacer y luego mandó su ejercito a Jerusalén para negociar con Ezequías y llegar a algún acuerdo. Lakish fue derrotada y para evitar que Jerusalén tuviera la misma suerte, Judea pagó un tributo y se convirtió en vasallo de Asiria. Pero esta sumisión condujo paradójicamente a una prosperidad sin precedentes.

Los yacimientos correspondientes a este periodo, cuentan la misma historia. Judea controlada por los asirios, comerciaba con aceite y otros productos a gran escala y tuvo un gran gobierno. Los restos arqueológicos, indican el nacimiento de una gran nación. Lamelej (que pertenece al rey), son ejemplo de una administración desarrollada. Las vasijas están estandarizadas y las impresiones de los sellos también, así que tenemos pruebas de la administración del Estado en su periodo de apogeo a finales del VIII a.C. Esto modifica el estado geopolítico de la región. Los asirios superados por problemas internos, dejaron el Levante aproximadamente en el 630 a.C., y el final del Imperio neoasirio, se caracterizó por graves problemas especialmente en Babilonia y eso fue una época atractiva para los movimientos de liberación.

Con esto, surgió un audaz proyecto en Judea, la conquista del reino del Norte y es ahí donde el enfrentamiento con Egipto empieza a tener sentido. Un rey llamado Josias reinaba en Jerusalén y era el biznieto de Ezequías. La Biblia habla muy bien de él y los autores del texto bíblico cuentan como Josias ordenó que se trabajara en el Templo de Jerusalén, hecho de suma importancia para la investigación. Durante ese trabajo, el Sumo Sacerdote descubrió un libro y anunció: “Se ha descubierto el Libro de la Ley”, que se le dio al rey el cual se quitó toda la ropa en señal de duelo o consternación. Entonces hizo una gran reforma, convirtiendo a Jerusalén como único lugar legítimo de adoración a Dios y prohibiendo que se orase en cualquier otro lugar.

¿Se encontró realmente un libro o fue un pretexto para lanzar un proyecto?. Nadie lo sabe, pero como resultado Josias hizo el cambio mas radical de la historia del reino. Los expertos creen que este libro, al que se le ha dado el nombre de Libro del Pacto, era en realidad el Libro del Deuteronomio, el quinto libro del Pentateuco. La reforma daba prioridad a las leyes que habían sido dadas a Moisés en el Sinaí y centralizaba la religión en Jerusalén. Pero ¿era éste el único objetivo de Josias?. Él necesitaba el control y poder del Estado y una manera de conseguirlo era reformar el culto, adorando a un solo Dios y en un solo lugar: Jerusalén, así se agrupaban todos los objetivos políticos.

Pero tras un periodo de inactividad, Egipto renovó sus ambiciones imperiales y el Faraón Paramético I albergaba un sueño que era devolver a Egipto la gloria de sus antiguos faraones como Ramsés II, quedándose con el control de Canaan a la que Asiria había renunciado. Para Josias, Egipto era la única amenaza real y el único obstáculo para el gran Israel, pues los otros tenían sus propios sueños. Judea y Egipto estaban al borde de un conflicto militar y ¿qué sucedió entonces?: Una muestra de que el más pequeño pueblo podía triunfar sobre el mayor de los Imperios cuando sus gentes eran guiadas por Dios y Su Ley.

La historia del Éxodo es algo más que la huída de Egipto porque para que la liberación fuera completa, fue imprescindible recibir la Ley y ésta llega al margen de cualquier instancia política que Moisés brinda al pueblo. En la historia bíblica se compara a Moisés con un hombre que intenta jugar el papel de libertador y creador de la Ley: El rey Josias, y es que la Ley desempeña un papel importante en los israelitas y pone el lazo, un pacto entre los israelitas y su Dios.

Desde entonces, la transmisión de esa Ley, es el segundo pilar del judaísmo, una religión que une al pueblo y a su Dios para siempre.

LIBRO DE LOS REYES
Según las Escrituras, Moisés llevó a los israelitas huidos de Egipto a las tierras de Canaán, la tierra prometida y les vemos reconquistar las tierras de sus ancestros y su propia tierra.

En el libro de Josué a la muerte de Moisés se dice: Recibe el mandato de ir a la tierra de Israel como lo prometí a Moisés. Esta es la epopeya de la conquista de Canaán y la Biblia cuenta la historia paso a paso, más, ¿es esta historia real?, ¿ocurrió como se describe en el libro de Josué?. La Biblia retrata a éste como un caudillo, un líder a quien Dios encomienda una misión: Conquistar la tierra prometida a los Patriarcas y después a Moisés. Josué invade el territorio de Canaan con un enorme ejército compuesto por numerosas tribus israelitas, cruzó el río Jordán atacando y conquistando las ciudades de la región una tras otra en una invasión relámpago. Estas ciudades fueron el esbozo de lo que llegaría a ser una nación.

Las Escrituras dicen que esto duró unos quince días pero no el por qué, si es porque adoraban a otros dioses o eran particularmente malvados, no da ninguna razón; todo debe destruirse para ser devuelto a Yahvé. Esto es la base del libro de Josué y ciñéndonos a la cronología bíblica este incidente tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XIII a.C.

Los arqueólogos, han excavado las ciudades que aparecen en el texto, así, es necesario estudiar estas excavaciones con mucho detenimiento. El yacimiento más importante es Hacor, en Galilea, ciudad de alto rango. Expertos de la Universidad de Jerusalén examinan el sitio de Hacor, continuando una tarea que se inició en los años 50 y se cree que algunos de los restos aquí descubiertos formaban parte de un palacio y un templo destruidos por un violento incendio el XIII a.C.

Hay huellas por todas partes de ser ladrillos fundidos, para lo que se necesitan 1.300º de temperatura. Esto parecen pruebas tangibles del asalto de Josué, pruebas de que el nacimiento de una nación debían ir precedidas de una conquista militar. Esta conquista, fue vital para los israelitas de Galilea. Se encuentran los restos de tres ciudades construidas sobre otras anteriores y hay preciosas reliquias que amplían nuestros conocimientos de la historia y la vida de la gente de esa época.

Sobre los años 50, la arqueología despertó en Israel un gran entusiasmo, ya que el Estado necesitaba encontrar su historia. Los líderes fueron David ben Gurión, Primer Ministro de Israel y otros como Moshe Dayan. En muchos yacimientos se encontraron huellas de destrucciones similares, sin embargo, la acumulación de datos contradictorios en los últimos cincuenta años, han sembrado la semilla de la duda. Así, hay que volver al principio, yacimiento a yacimiento y ver el tema de la guerra de Josué.

Hay que tomar el texto y la historia tal como la Biblia lo relata, especialmente su batalla mas famosa: La de Jericó. Hay mucha información relacionada con Jericó, ya que es uno de los yacimientos más excavados del Levante con varias expediciones que se han ido relevando durante el siglo XX. ¿Cómo explica la Biblia el sitio y caída de Jericó?. Todo el mundo conoce el método utilizado para la caída de los muros de la ciudad: Las famosas trompetas de Jericó. “Rodead la ciudad 7 veces y que los sacerdotes hagan sonar las trompetas”. Cuando esto ocurra, todo el mundo deberá dar un grito y el muro de la ciudad caerá. Los primeros investigadores creyeron que estas ruinas eran de esa batalla, pero luego se ha comprobado que son anteriores al siglo XV a.C. No había muros a derribar en Jericó en el tiempo que la Biblia sugiere, porque en tiempos de la conquista de Canaán, Jericó no estaba habitada, así que hay que considerar todos los elementos desde una nueva perspectiva.

No es historia tal cual, porque muchas de las ciudades mencionadas no estaban habitadas en la Edad de Bronce tardía, no había nada. Hay otra contradicción. La investigación de los diferentes arqueólogos demuestran que este periodo de destrucción duró casi un siglo y la Biblia dice que tuvo una duración muy corta. Aunque se destruyeron algunas ciudades, no a todas le ocurrió eso al mismo tiempo: Hacor, Beth Shean, Megiddo, Sichem, Jerusalén, Lakish, Hebrón, Ber Sheba y Arad. ¿Por donde seguir ahora?. Hay que tener en cuenta la tradición geopolítica del siglo XIII a.C. y centrémonos en uno de los protagonistas de la época: Egipto.

Se han descubierto casi 400 tablas cuneiformes pertenecientes al siglo XIV a.C. en el medio Egipto y contienen cierta información sobre la región que nos ocupa. Estas tablillas son correspondencia enviada por los reyes de la pequeña región de Canaán a los faraones. Esto prueba que las ciudades-Estado eran súbditos en el periodo que nos ocupa. De hecho, desde el siglo XV a.C. hasta el XII a.C. la tierra de Canaán fue una provincia egipcia. Egipto ocupó el país y erigió en él una serie de fortalezas (Gaza, Jaffa, Beth Shean) y las excavaciones así lo confirman. En los años veinte, una de esas fortalezas (Beth Shean) se excavó al sur del mar de Galilea, lugar que era un importante bastión egipcio entre en XIV y el XII a.C. Para entender como los egipcios dominaban el país y el campo en particular, hay que ir a una residencia en la que vemos que había escribas, soldados y administración, todo bajo el control de los egipcios, lo que significa que a 20 ó 30 kilómetros de allí, si alguien quería tomar una iniciativa administrativa o política tenía que venir a Beth Shean para que fuera aprobada por los egipcios, pues eran los señores del país.

De acuerdo con la arqueología bíblica tradicional, la conquista tuvo lugar a final del siglo XIII a.C. coincidiendo con el reinado de Ramsés II y los arqueólogos tropezaron con dos problemas, y es que en ese momento Beth Shean era una fortaleza egipcia muy importante, con soldados y gentes que podían haber evitado una invasión de Canaán y el segundo fue que los egipcios aún siguen aquí un siglo después de esa fecha tradicional de la conquista. ¿Cómo se puede explicar?.

Así que las excavaciones arqueológicas nos dicen que la conquista no ocurrió. Pero hay dos preguntas que siguen sin respuesta. ¿Cómo se explican las evidentes pruebas de destrucción encontradas en muchos de los yacimientos?, ¿qué significado puede darse a la lista de ciudades supuestamente conquistadas en el texto bíblico?. La investigación, pronto encontrará las respuestas.
El libro de Josué no es una crónica histórica, sino una descripción mítica, igual que el hecho de los Patriarcas o el Éxodo; cuenta la historia de la formación de la vida y la nación, y como tal, está llena de intervenciones Divinas, valentía y milagros. El texto bíblico cuenta como a petición de Josué, Dios ayudaría a los israelitas a ganar milagrosamente sus batallas, como alargó el día en la toma de Gidem dejando el Sol quieto para que alumbrara y a Luna detenerse sobre el valle de Al Jalón; y las Escrituras continúan diciendo: “No hubo día como aquel, ni antes ni después, en el que Yahvé escuchara la voz de un hombre”.

La epopeya de Josué cuenta una gran historia, que comienza con el nacimiento de una monarquía y este libro es el primer episodio en la Biblia que acaba demostrando por qué Israel escogió un rey igual que lo habían hecho otros pueblos, pero eso no pasó de la noche a la mañana. Josué ya es descrito en la Biblia como si fuese un hombre de estirpe real, ya que se le trata como a un rey, pero tras el relato de Josué nos encontramos con el llamado Libro de los Jueces, que eran los que se alzaron en un periodo caótico en el que nada se daba por supuesto.

No había un poder central y cada uno hacía lo que a sus ojos estaba bien, según la fórmula usada en el libro. Así que el Libro de los Jueces esgrime que no es posible organizar una nación en ausencia de un rey o un poder central y el libro acaba con ese descubrimiento. Le sigue la historia de Samuel que es el preámbulo histórico de la génesis de los reyes. Samuel fue quien elegiría primero a Saúl y después a David, como rey de Israel. El texto bíblico presenta a David como un pastor que fue ungido por Dios; éste es el origen de Mashiah o Mesías en hebreo: El ungido.

¿Existió realmente David?, mucha gente lo duda. Se ha descubierto en Tel Dan una respuesta, en que hay referencia a un rey de Damasco; que sus enemigos derrotados incluían a Jaza, rey de la casa de David. Esta es la prueba mas importante de la realidad histórica de David. Hubo un David, pero el quid de la cuestión no es si David existió sino que el reino de David fuera un gran Imperio.

La Biblia alude a un Imperio que se describe como un gran territorio con Jerusalén en el centro. Con toda la pompa, David llevó el Arca de la Alianza a Jerusalén, convirtiéndola así en la capital del reino. Así pues, el rey David existió realmente y no hay duda de ello, reinando el siglo X a.C. Pero ¿fue su reino el vasto Imperio que la Biblia describe?.

La investigación continúa en Jerusalén, la ciudad de David, tal como la citan las Escrituras. Jerusalén es una ciudad poco común, construida y destruida en innumerables ocasiones; es un difícil terreno para los arqueólogos. ¿Es posible encontrar aún rastros de la capital de David?. Con muchísimos obstáculos que evitar, éstos tienen que empezar por retroceder de nuevo en el tiempo y empezar con los restos más recientes, los que han sido fechados de manera fiable, para remontarse después a los más antiguos, cuya cronología es más incierta. Esta vez, nos vamos al periodo monárquico y de los monumentos que se construyeron fuera de la ciudad. Los arqueólogos intentan encontrar restos de la Jerusalén de antes del siglo VII a.C.

Durante la Edad del Hierro, cuando un cementerio a la vista fue construido, la gente enterraba a sus muertos en extramuros, así que observando éstos se ve que hay una especie de círculos alrededor de una zona vacía y esa era la que ocupaba la ciudad en la Edad de Hierro. Estas necrópolis permiten dibujar un mapa de la ciudad desde los siglos VIII y VII a.C., coincidiendo con los reyes Ezequias y Josías (valle de Hinnon, valle de Cedrón, monte del Templo y Jerusalén). Pero esta gran ciudad muestra el Jerusalén más reciente, la época en que Judea era ya un próspero Estado. ¿Y la ciudad de David que debe ser dos siglos más antigua?.

La ciudad que buscamos tiene que estar en algún lugar dentro de esos contornos. La investigación se centrará en la cadena sur del monte del Templo y es aquí donde los arqueólogos han buscado la capital del rey David desde el siglo XIX d.C. Nos encontramos en la ladera superior en el valle de Hinnon, y ahí se encuentran dos casas de la Edad de Hierro tardía y sobre ellas, se descubrió algo realmente extraño que es lo que llaman una estructura escalonada, que no son escalones par subir a una colina, son solo un revestimiento.

La cubierta de la ladera que está muy suelta, hecha de escombros, que podría caer en un pequeño terremoto y destruir la ladera y con ello, llevarse cualquier cosa que tuviera encima. Esto indica que en la Edad de Bronce tardía y en la de Hierro temprana, aquí hubo actividad humana, que fue un lugar habitado, pero a pequeña escala. Probablemente existió un pequeño pueblo en el siglo X a.C., poco poblado y no fortificado, careciendo de monumentos, por tanto, el Jerusalén de David, era un pequeño pueblo de montaña que cubría de 3 a 4 hectáreas y se concluye pues, que David no construyó una capital distinguida. En la Biblia se le describe sobre todo como un conquistador y su hijo, el rey Salomón, es el que la Biblia dice que fue un gran constructor, cuya historia parece sacada del cuento de las 1.001 noches.

Salomón es un rey sabio, pero también era alguien tan afamado, que incluso la reina de Saba vino a visitarle para conocer al hombre de suya sabiduría se hablaba incluso en la lejana África. Se dice que el Imperio de Salomón era tan enorme que ningún otro podía competir con él y también, que fue el constructor del Templo que permitió al Dios de Israel, encontrar un lugar de descanso en la “tierra prometida”.

Descubrir el Templo de Salomón es una tarea imposible al día de hoy. La sensibilidad religiosa respecto al monte el Templo imposibilita investigar ciertas zonas, así que hay que buscar pistas en las entrañas de la ciudad de David. Se entra en lo que queda de las fortificaciones de la Edad del Bronce media y aún se tienen en pie 1.300 años después, con piedras de construcción que pesan dos o tres toneladas y esto es lo que convierte a Jerusalén en un yacimiento vivo, mientras que en otras partes, las piedras de los monumentos pueden haber sido reutilizadas en construcciones posteriores. Aquí es imposible, porque una vez que se levanta un monumento así se conserva. Cualquier edificio grande de cualquier periodo de tiempo abandonado, ya sea destruido por causas naturales o de otro modo, dejan parte que permanece en pie y otras destruidas, pero siempre se puede encontrar algo.

De la misma manera que la Jerusalén de David, la capital de Salomón era un pueblo exiguo, más, ¿y el resto del reino?. En los años 60, el arqueólogo y militar israelí Jadyn, inició unas excavaciones en Megiddo, uno de nuestros referentes lógicos. Antes que él, en los años 20 y 30, el Instituto Oriental de la Universidad de Chicago, ya había llevado a cabo una extensa campaña de excavaciones, durante las cuales se descubrieron los restos de una puerta de la ciudad, de la que solo sobrevive un lado. Tiene un diseño poco común: Es un camino con tres cámaras a cada lado y por eso se la conoce como la Puerta de las Cámaras.

Jadyn no escogió aquello al azar. Sus anteriores excavaciones en Jazor acabaron sacando a la luz una puerta similar. Prosiguió sus exploraciones en otro yacimiento, el de Gezer y solo vio las coincidencias de un arqueólogo que había excavado a primeros del siglo XX; también descubrió una puerta similar en un pequeño fuerte que se construiría más tarde. Su conclusión fue obvia, Megiddo, Gezer y Hazor poseen la señal del mismo arquitecto: El rey Salomón. A Jadyr le guió en esta ocasión un verso bíblico en el que se dice que puso un impuesto para edificar la Casa de Yahvé y su propia casa, el muro de Jerusalén, Azor, Megiddo y Gezer. Así que Salomón era un rey constructor a la cabeza de un Imperio.

La Biblia, cuando hace referencia a David y Salomón es la crónica histórica, pero de nuevo, la realidad demuestra ser más complicada. Recientes investigaciones han revelado que la puerta de Megiddo se construyó después de Azor y también se ha demostrado que este tipo de puerta ya existía en el siglo VIII a.C. Al investigador Israel Finkelstein le preocupan estas contradicciones. Una nueva cronología basada en hechos científicos tendría que estudiar estratos y vestigios de los edificios monumentales. Las actuales técnicas con el C14 han mejorado tanto, que dan una horquilla de error de 20 a 50 años. Así que se toman muestras orgánicas de muchos yacimientos, semillas, huesos de olivas, que dan una aproximación temporal mucho mas fiable debido a sus limitados ciclos vitales.

La física, la química y la estadística entran en juego y los resultados provocan un cambio drástico en todas las conjeturas o hipótesis sobre David o Salomón y sus épocas respectivas. Dan el resultado de probabilidad de un 54.7 % de situarlos entre el 980-890 a.C. y un 95.4 % del 1.000 al 830 a.C. La situación es esta: Tenemos el monte Megiddo y lo dividimos en cronologías convencionales y del radiocarbono los estratos.

Se suponía pertenecían al siglo XI a.C. y ahora según el C14 vemos es imposible esta cronología que realmente pertenece al siglo X a.C., es decir, un siglo antes que Salomón.

Todo un conjunto de certezas basadas en suposiciones se han venido abajo. Las piezas del puzzle ya no encajan. Tras considerar el Imperio de David, ahora le llega el turno a Salomón. ¿Cuál era la situación en el siglo X a.C.?. No hay pruebas de que haya una gran ciudad salomónica que liderara un gran Estado rico; los grandes edificios (que se han adjudicado a la época de Salomón) son posteriores, no del siglo X, ya que lo que se ha encontrado, niega lo que se suponía. Entonces ¿a qué reino pertenecen?, desde luego a unos posteriores. Mas ¿qué ocurrió en el siglo X a.C.?. Norma Franking forma parte de la excavación de Megiddo hace años, ha notado que la mampostería de un palacio que ella atribuyó a Salomón, exhibe marcas de albañilería muy poco frecuentes.

Estudia documentos de etapas anteriores, intentando encontrar marcas similares en algún otro sitio y detectó que esas marcas se habían visto en un solo lugar, un solo edificio en todo el país. El edificio se encuentra en Samaría, una ciudad en una región montañosa. La solución a los enigmas se encuentran aquí, ocultas en unas verdes colinas.

Samaría fue excavada en dos ocasiones en el siglo pasado, encontrándose muchos restos a la ocupación romana, cuando la ciudad se llamaba Sebastia. Fue construida por un rey llamado Omri en el IX a.C. y se convirtió en la capital del reino de Israel. Aquí se han encontrado muchos monumentos construidos por el rey Omri y sus descendientes. La Biblia considera a la dinastía Omry como unos reyes libertinos y renegados, los infames reyes malditos. Pero unas fuentes distintas a la Biblia nos proporcionan una imagen totalmente distinta. Tajaj, el hijo de Omri, es considerado un gran monarca, así que parece que se ha encontrado la pieza del puzzle que faltaba.

Cuando llegas a Samaría y ves ese edificio monumental que es el palacio construido por Omri, es algo que contradice lo que nos han contado, que era pequeño y disidente, ya que se puede constrastar la grandeza del edifico que solo podría ser erigido por un rey fuerte y poderoso, así que esto nos dice que no podemos seguir ciegamente la Biblia ya que tenemos que mirar alrededor y mirar lo que hay del mismo periodo.

Todo hace ver que el rey tenía los recursos para construir u palacio increíble, así que nos enfrentamos a un rey verdaderamente poderoso. Lo que nos dice Samaría y Megiddo al estudiar los palacios de esos yacimientos es evidente: Que el reino mas rico y fuerte, el mejor conectado internacionalmente era el reino del Norte, es decir, Israel, mientras que Judea al Sur era pequeño, pobre y marginal. Estas conclusiones son sorprendentes. El reino hermano del Norte con sus suelos fértiles y clima templado, era próspero y avanzado, sin embargo el del Sur, Judea, con sus colinas rocosas y escasa población, a duras penas podía superar la economía de subsistencia. Ambos compartían la tierra de Canaán; uno era fuerte y el otro débil y aún así, sería el débil de Judea el que escribiría la historia de la familia y se atribuiría los grandes éxitos de los reyes del Norte.

Si leemos la crónica de estos dos pueblos en la Biblia, pronto nos damos cuenta que los reyes del Norte tenían todas las de perder. Se evalúan a todos los monarcas y no importa lo que hicieran los reyes el Norte, siempre tienen valoraciones muy pobres, solo porque la historia se escribe desde la perspectiva del Sur, es decir, que a los reyes siempre se les juzgaba teniendo en cuenta que Jerusalén solo, era el Santuario legítimo, así los del Norte, no tienen la posibilidad de obtener una buena evaluación en el Libro de los Reyes. ¿Cómo podemos explicar esta paradoja?. La historia nos dará la respuesta.
Durante el siglo VIII, las ansias políticas asirias destruyeron el sueño del reino del Norte. El reino de Israel fue borrado del mapa y Judea se quedó sola para defender el patrimonio israelita. Jerusalén, se convirtió en la ciudad donde todo ocurriría.

Volvemos a situarnos a finales del siglo VII a.C. Un joven rey, Josías, reina en Judea, y tiene la misión de conquistar el reino perdido de Israel; cree que posee tanto los medios como la obligación de salir airoso. El Imperio asirio estaba marchitándose y no era posible reunir los reinos mientras éste permaneciese en el Norte, pero cuando los asirios se retiraron, ese ideal fue alcanzable y Josías se embarcó en esa gran idea y planeó recuperar del ahora destruido Imperio del Norte para así reunificar el reino de Israel bajo un solo rey en Jesuralén.

Aquí la historia de Josué, del gran Imperio de David y Salomón, desempeñan un papel importante, porque la conquista de Josué perfilaba los territorios que Josías quería ocupar. El Imperio de David y Salomón era un modelo a seguir para el gran Imperio israelita. Casi hemos llegado al final de esta historia; la saga bíblica de la conquista del pasado, contiene una promesa para el futuro, un ideal. La conquista de Josué, es de la hecho la conquista que Josías esperaba conseguir.

Así que aunque la historia de Josías es muy breve en la Biblia, no hay duda de que el narrador quiere presentarlo como un nuevo David. Desde el principio de la historia, vemos que dice que Josías hizo lo correcto a los ojos del Señor, y más tarde caminó como digno sucesor de una monarquía y se dejará al lector un solo pensamiento posible: Que estamos ante un nuevo David. Según la Biblia, el compromiso diario con la dinastía de David era absoluto y esa promesa, documentada en el texto bíblico, convierte la misión de su descendiente Josías en ineludible, su plan, conlleva la realización de esa promesa. Pero nuevamente el destino decidió otra cosa. En Meggiddo se fraguaba una tragedia.

Egipto, a la que habían olvidado, volvía a la escena con sed de venganza. El faraón Nikao II, mandó llamar a Josías y le asesinó, por lo que su muerte cambió el concepto del Mesías. Hasta su reinado, todos los sucesores de David eran conocidos como el Masiah, el ungido, y ese era un signo de su legitimidad como herederos al trono de Judea, pero con la muerte de Josías, todo cambió. Todas las promesas encarnadas por Josías, fueron superadas por los acontecimientos que acabaron con las esperanzas del pueblo en la estirpe real y el tipo de cambio que diese pie a una esperanza de futuro.

Para los pueblos de la antigüedad, que las épocas venideras podrían ser mejores que lo que era su vida diaria; de que la historia tuviera un significado y un fin, era un concepto tan revolucionario como nuevo. Hoy día, la fe en la llegada del Mesías se encuentra en la base de la liturgia judía; un rey de la casa de David llegará un día para realizar el sueño de Josías, un rey no terrenal, que llevará a cabo una misión Divina.

David, rey de Israel, vive para siempre y este credo ha generado una forma de fe inquebrantable, es el tercer pilar del judaísmo.

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