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viernes, 9 de julio de 2010

El Talmud de Babilonia.


Se han hecho diversas referencias a la existencia de 'dos talmudes', el de Babilonia y el de Jerusalén. Comenzaremos hablando del Talmud de Babilonia por ser el que mayor influencia ha tenido, más conocido ha sido y, en definitiva, aquel al que todo el mundo se refiere cuando dice 'el Talmud'. Es, por lo tanto, el Talmud por excelencia.

Según la tradición, la presencia de israelitas en Mesopotamia se remonta al año 722 aEc cuando Salmanasar V deportó a las clases dirigentes del Reino del Norte tras la caída de Samaría.

La deportación a Babilonia llevada a cabo por Nabucodonosor en sucesivas oleadas, antes y después del 587 aEc, reforzó esta presencia, y parece evidente que el edicto de Ciro, del 538 aEc, que permitía la vuelta a su país de los exilados, no significó en modo alguno la desaparición de las colonias establecidas en Babilonia, que junto con las de Egipto -originadas a partir de la primera deportación de Nabucodonosor- constituyeron la más antigua diáspora.

La profecía de Jeremías para los deportados de Egipto y, sobre todo, la de Ezequiel para los de Babilonia, sirvieron para plantear cambios que son los que, en definitiva, transformaron a los israelitas en judíos: la sustitución de una ética colectiva por una moral más individual, el estudio de la Torá como sustituto del culto en el Templo, la valoración de la circuncisión, el sábado y las normas dietéticas como signo de diferenciación y de identidad de los judíos.

Las relaciones entre las comunidades judías de Babilonia y EreS-Israel fueron buenas, aunque distantes, y consta que desde Babilonia se pagaba 'religiosamente' el impuesto del Templo, una vez que este fue reconstruido. La época del dominio seleúcida de EreS-Israel (198-164 aEc) unificó a ambas comunidades bajo un mismo régimen, pero no parece que la revuelta de los Macabeos, que puso fin a ese dominio en EreS-Israel, tuviera reflejo alguno en las comunidades de Babilonia.

Esta buena relación no estuvo nunca libre de lo que podríamos denominar 'una sana rivalidad' acerca de cuál de las comunidades era más importante y, en última instancia, la más legítima heredera de los antepasados. Una prueba de ello es la vigencia de la leyenda -no necesariamente carente de respaldo histórico- sobre la procedencia babilónica de Hillel, el viejo, al que se puede considerar, por otra parte, fundador primero del Judaísmo rabínico, o lo que es lo mismo, del Judaísmo (con mayúscula).

Las sucesivas revueltas contra el yugo romano que tienen lugar en EreS Israel y las consecuentes represalias que fueron debilitando y minando al mundo rabínico, no tuvieron directamente la misma incidencia en el ámbito babilónico. Informa G. Stemberger (1994, pág 12) de que el levantamiento contra Trajano en 115 Ec no fue en Babilonia un movimiento ni precisa ni exclusivamente judío, aunque los judíos lo apoyaran y se llevaran una buena parte de la represión en la llamada 'guerra de Quietus'.

Pero la paulatina y progresiva pérdida de poder 'político-administrativo' de las instituciones rabínicas de EreS-Israel, representadas fundamentalmente por el Patriarcado, indujo a los gobernantes partos de Babilonia a la aceptación de una representación judía en la figura del Exilarca, que con mayor o menor fortuna presidirá a las comunidades judías orientales hasta pasado el siglo X.

También es verdad que las difíciles situaciones que se vivían en EreS Israel favorecieron la emigración de maestros rabínicos a Babilonia con el consiguiente intercambio y enriquecimiento cultural. Algunos de ellos regresaron posteriormente continuando su actividad en Galilea; otros quedaron para siempre y crearon escuela en Babilonia favorecidos por el entorno del Exilarca

Dependiendo siempre de la mayor o menor tolerancia religiosa de los gobernantes -partos, persas-sasánidas, etc...- las comunidades judías de Babilonia fueron desarrollándose en el medio religioso hostil del mazdeísmo, por el que, sin embargo, también se verían influidas.

Esta situación llevó a lo que podríamos denominar primera formulación judía de sometimiento civil sin claudicación religiosa en la frase atribuida a Mar Samuel (muerto en 254 Ec) dina de-malkuta dina, es decir "la ley del Estado es ley" (cfr. TB-BB 54b y otros varios lugares referidos básicamente al pago de impuestos y a la compraventa de terrenos).

La llegada del Islam en el siglo VII situará de nuevo bajo una misma soberanía los dos centros judíos, EreS-Israel y Babilonia, pero por una parte la ya declarada decadencia y práctica desaparición de las comunidades de EreS-Israel, y por otra la preponderancia política que alcanzará la antigua zona babilónico-mesopotámica con la instalación del califato abbasí en Bagdad, determinarán la importancia sin par de las academias orientales (Nehardea, Pumbedita y Sura) y la rápida difusión de la producción talmúdica 'babilónica', que ha hecho, como decíamos más arriba, que el de Babilonia sea el Talmud por excelencia.

Retornando a los comienzos, parece atestiguado que durante bastante tiempo las juderías babilónicas dependieron en buena medida -o quisieron depender, en virtud de un mítico respeto- de las comunidades de EreS-Israel. En palabras de Salo. W. Barón "durante dos o tres generaciones los estudiosos babilonios emigraron a Palestina, a menudo sufriendo grandes penurias personales para saciar su sed de conocimientos en la fuente viva de la tradición" (Barón, vol II, pág. 221).

La mayoría de ellos volvía a Babilonia una vez terminada su 'formación'. Algunos, por otra parte famosos e importantes, se quedaron, como es el caso de Hillel, el viejo, que hemos nombrado antes y del cual en el propio Talmud se cuenta: Todos los días trabajaba por un tropaikos, una mitad la entregaba al portero de la casa de estudio y la otra mitad le servía para su mantenimiento y el de su familia.

Una vez no encontró con qué ganarse el salario y el portero de la casa de estudio no le permitió entrar. Entonces trepó y se sentó sobre el alféizar de la claraboya para escuchar las palabras del Dios vivo, expuestas por Semayah y Abtalyón. Se cuenta que era viernes por la tarde en pleno invierno y que estaba nevando. Cuando amaneció a la mañana siguiente dijo Semayah: -¡Abtalyón, hermano! todos los días la casa de estudio está iluminada, y hoy está en penumbra. ¿Es que está nublado? Se fijaron y vieron la silueta de un hombre cubriendo la claraboya.

Subieron y encontraron a Hillel cubierto por tres codos de nieve. Lo bajaron de allí, lo lavaron, lo friccionaron y lo sentaron junto al fuego y comentaron: ¡Este hombre merece que por él se incumpla el precepto del sábado! (TB-Yom 35b).

Sin embargo, la fijación de la Misná por parte de Rabí Yehudá ha-Nasí, a comienzos del siglo III, con su carácter autoritativo, pudo muy bien ser el motivo o detonante de un distanciamiento y del comienzo de un desarrollo independiente de la reflexión halákica y del comentario en Babilonia, apoyado en el argumento de que muchas de las prescripciones y, en general, de los temas tratados en la Misná respondían a tradiciones y a necesidades o costumbres locales, de EreS-Israel, que no tenían nada que ver con Babilonia.

A esto se pueden añadir los componentes de rivalidad 'intelectual' e incluso genética, por la que la diáspora reivindicaba mayor antigüedad y mejores fundamentos que la 'metrópoli'. Por una parte era bien conocida la procedencia babilónica del patriarca Abraham que R. Yojanán b Zakai utilizaba -con cierta sorna- para justificar el exilio a Babilonia y no a otros países mediante el siguiente símil: El caso es parecido al de una mujer que no se comporta correctamente con su esposo. ¿A dónde la envía éste? -La devuelve a casa de su padre. ('OSar midrasim-dorse resumot n° 5); pero otro Maestro no menos importante, Res Laquis, reconoce la sabiduría procedente de Babilonia y sus aportaciones cuando dice: Cuando se olvidó la Torá por primera vez, Esdras vino de Babilonia y la restauró; después se olvidó nuevamente, y vino Hillel el babilonio y la restauró; había sido nuevamente olvidadada cuando vinieron R. Jiyya y sus hijos y la restauraron. (TB-Suk 20a).

En el lado babilónico, como ya hemos dicho, Mar Samuel justifica algunas de sus decisiones, contrarias o muy distintas de las de la Misná, con el argumento de que esos preceptos se referían sólo a EreS-Israel y a las condiciones que allí imperaban, mientras que Babilonia debía seguir su propia tradición. No en vano, según Serira Gaón, Mar Samuel fue director o presidente de la academia de Nehardea, ciudad cuya sinagoga se consideraba fundada por el rey exiliado Joaquín, de la cual derivaría más tarde la academia de Pumbedita, continua defensora de la tradición de Babilonia, frente a la academia de Sura, fundada por Rav -discípulo de ha-Nasí, conocido también como Abba Arika y muerto en 247 Ec- y continuadora de las tradiciones de EreS-Israel.

La polémica entre Babilonia y EreS-Israel alcanzó elevadas cotas dialécticas, aunque las formulaciones fueran en ocasiones bastante pedestres. Por ejemplo, la afirmación de R. Jeremías: "Estos tontos babilonios viven en un país oscuro, y por ello expresan pensamientos oscuros"; era respondida por Rabba en el mismo tono diciendo: "Hasta ahora nos han llamado tontos, pero ahora ellos son tontos entre tontos, porque les hemos enseñado y no han sabido aprender" (TB-Yom 57a).

La opinión de Mar Samuel sobre limitación de la aplicación de ciertas normas de la Misná a EreS-Israel explica, quizá, por qué quedó sin guemará en Babilonia el seder Ze-ra 'im, excepción hecha del tratado Berakot, o no se comentó el tratado Seqalim, que se refiere a los impuestos del Templo. En el primer caso hay que tener en cuenta que los planteamientos agrícolas de Zera 'im, importantes por su relación con la santidad del suelo en EreS-Israel, perdían mucho de su sentido en Babilonia; y la relación directa de Seqalim con el Templo ya desaparecido hacía sus prescripciones muy lejanas y mucho más anacrónicas que en EreS-IsraeL 

 La cuestión que se ha debatido, sin llegar los estudiosos del tema a un consenso, es, si a pesar de no haberse conservado su guemará, los tratados mísnicos correspondientes fueron discutidos y comentados en las academias babilónicas o no lo fueron. La realidad es que algunos de esos temas aparecen diseminados en otros tratados y se discute si son restos de unos comentarios completos o leves incursiones en temas colaterales.

Pero, además de lo que es propiamente la discusión halákica, el Talmud de Babilonia contiene abundante material aggádico y específicamente midrásico; contiene un extenso tratado sobre los sueños (TB Ber 55a-57b), otro sobre milagros y visiones (TB Suk 27b-28a) y numerosas anécdotas de carácter más o menos biográfico e histórico.

Se ha fijado el final de su redacción en torno al año 500 Ec y se atribuye una importancia especial en el proceso de redacción a R. Assí, muerto en 427, que fue durante 60 años presidente de la academia de Sura y del que se dice que explicó dos veces el Talmud completo. Otro nombre al que se hace con frecuencia referencia como quien 'cerró' el Talmud es Rabina (posiblemente Rabina II, muerto en 499).

Pertenecen éstos a las dos últimas generaciones de amoraítas babilónicos, la sexta y la séptima respectivamente, a partir de las cuales las enseñanzas se conservan cada vez más con carácter anónimo, aunque todavía se hable de una tercera categoría de sabios, los saboraítas -sabor-a'im = 'examinadores'- que cubren otro medio siglo y completan definitivamente el Talmud de Babilonia.

Por todo ello, Neusner, que en repetidas ocasiones ha dejado clara su determinación de no bajar a la arena de las discusiones especializadas sobre fechas y problemas de crítica textual, opta por proponer el año 600 Ec como término ante quem seguro e indiscutible.

Por una parte hemos dicho más arriba que "nada sabemos del contexto inmediato en que las reuniones (de rabinos) se celebraban..." y por otra hemos hecho referencia a las academias de Nehardea, Sura y Pumbedita y a su relación con la composición y redacción del Talmud. Se mezclan aquí, posiblemente, informaciones diversas y, sobre todo, hay un riesgo evidente de proyección hacia épocas más tempranas de realidades solamente atestiguadas más tarde.

Las referencias a las academias, a sus fundadores y a sus actividades, nos llegan fundamentalmente a través de fuentes gaónicas (posteriores al siglo VIII) y es muy posible que esas instituciones, que por otra parte muestran claras marcas de influencia de la organización de la enseñanza en el Islam, no existieran o sólo de forma muy incipiente en la época talmúdica. Por ello es muy posible que sea ñuto de esta proyección la identificación que se ha hecho de los 'dos repasos' completos que R. Assí hizo al Talmud con los contenidos que pudieran haber tenido las reuniones de kalá en la academia de Sura durante los casi 60 años que la presidió.

Las kalá -en hebreo kallah- eran reuniones prescritas dos veces al año, en los meses de elul y adar, (septiembre y febrero) a modo de 'plenarios' a las que acudían maestros y discípulos que durante varios días enfrentaban un tema concreto de la tradición -en la práctica un tratado de la Misná o del Talmud-cuyo texto se revisaba y cuyos problemas se discutían. Los citados 60 años de R. Assí al frente de la academia habrían dado lugar a 120 reuniones de kalá, número muy apropiado para haber repasado dos veces aproximadamente los 63 tratados de la Misná.

Una de las grandes cuestiones que se plantean por igual para el Talmud de Babilonia y para el de EreS-Israel es su consideración como unidad literaria. Las diversas tradiciones hablan de un redactor final, y ciertamente hubo de haberlo, pero este trabajo redaccional dista mucho de la autoría; no se debe imaginar como la labor de quien recoge materiales procedentes de diversas fuentes y los estructura. Leemos en Strack-Stemberger (pág. 279): "hay que contar con un largo proceso de desarrollo y diversas formas primitivas en las que las fuentes ya estuvieron disponibles y fiíeron usadas en diversa medida. Formulado extremadamente: cada gran maestro del período amoraítico enseñó su Talmud, ya sea en forma completa o especializándose en algunos tratados o temas".

Según Serira Gaón, el Talmud fue ampliándose de generación en generación.
En el todavía no demasiado desarrollado análisis de las formas del Talmud merece nombrarse lo que se ha denominado sugyá - del lexema SGY, que en arameo significa 'ir' y equivale en cierto modo al hebreo halajá, entendida en el sentido de forma literaria-: unidad básica que desarrolla de forma completa o cerrada, un pensamiento, una sentencia o un comentario a Misná. Su característica principal es la de constituir un desarrollo completo, que concluye con una decisión referente a la controversia de que se trate. Las hay largas y breves; y pueden dar lugar a grandes excursos de tipo secundario que se apartan del tema.

Bajando finalmente a datos concretos, el Talmud de Babilonia tiene guemará a treinta y seis tratados de la Misná. En realidad son treinta y seis y medio pues se comentan algunos capítulos del tratado Tamid.
A pesar de su carácter monumental, en el más coloquial sentido de la palabra, el Talmud de Babilonia fue impreso muy pronto. En 1480 en la península ibérica se imprimieron algunos tratados; entre 1516 y 1520 otros en el norte de África. La que se considera primera edición completa fue hecha por Daniel Bomberg en Venecia entre 1520 y 1523.

Esta edición coloca el texto de Misná y Guemará en una columna de grosor y extensión variables en el centro de la página rodeado por el comentario de Rashi -R. Selomó ben iSjaq, fallecido en Tro-yes (Francia) en 1105- y por el texto de las Tosafot -'añadidos' elaborados por los nietos y los discípulos de Rashi-, y ha dado lugar a un curioso fenómeno consistente en que esa disposición ha marcado la pauta para todas las ediciones posteriores del Talmud de Babilonia que no sólo la imitan, sino que reproducen siempre el mismo texto en la misma página. Por ello el Talmud de Babilonia -cosa que no ha sucedido siempre con el de Jerusalén- se cita con mención del nombre del tratado y de la hoja, que en todas las ediciones será la misma, diferenciando con las letras 'a' y 'b' según se encuentre el texto citado en el anverso o el reverso de la página respectivamente, y todos los tratados comienzan el texto en la página dos.

Existe una monumental traducción al inglés en 33 volúmenes, aparecidos entre 1935 y 1952, que ha sido reimpresa en 1961 en 18 volúmenes: I. Epstein (ed), The Babylonian Talmud. Soncino Press, Londres. También en inglés, J. Neusner, The Babylonian Talmud. An American Translation, aparecida a partir de 1982. En alemán, L. Goldschmidt, Der babylonische Talmud, 12 vols Berlin 1929-1936 (reimp. 1980-1981). Dos ediciones bilingües están en proceso; una en español, M. Cales-H.J. Weiss (ed), El Talmud de Babilonia, Buenos Aires; y otra muy original de A. Steinsaltz, preparada primero en hebreo moderno y que está apareciendo en diversas lenguas (también en español). Se caracteriza por presentar el texto del Talmud vocalizado y con abundantes comentarios. La traducción es selectiva.

La lengua predominante en el Talmud de Babilonia es el arameo oriental, llamado también arameo talmúdico. Pero hay tratados en los que la presencia del hebreo es bastante abundante. En cualquier caso se encuentran en arameo las expresiones más populares, los refranes, las anécdotas o historietas, y sobre todo los términos o expresiones técnicas propias del discurrir y del discutir de los protagonistas.

2 comentarios:

  1. que montonon e mentiras las que isted escribe aqui..el talmud babilonico apoya las relaciones sexuales con niños...ese libro satanico rinde culto a:
    El culto babilónico de Baal
    Culto a moloc
    Culto a dinero
    Culto a la guerra
    Culto a la extorción
    Culto a la mentira
    Son los fariseos
    y la gente ignorante creyendo toda esta basura que usted escribe

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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