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jueves, 12 de marzo de 2015

El Templo en Egipto, la casa de los inmortales.

La casa de los inmortales


Para los antiguos egipcios el templo era, sin duda, “la casa de los inmortales”, y en calidad de tal, tenía que ser indestructible.
El concepto de templo como “mansión del dios” o “dominio del dios”  existirá a lo largo de todo el período faraónico.
Antecedentes “primitivos” de estos templos han sido encontrados en la zona de Hieracómpolis y El Kab, e imitaban las humildes chozas de los moradores del valle del Nilo. Más concretamente en la zona de El Kab se han localizado alguno de estos “templos”, que consistían en un establo en forma de barca de arcilla donde se guardaba el animal sagrado.
Pero los templos serán, sin duda, el gran patrimonio arquitectónico del Imperio Nuevo, ya que en los de períodos anteriores eran pequeños y exentos de grandiosidad. A partir de la XVIII Dinastía, se puede afirmar que se crea un tipo “clásico” de templo, como consecuencia del progresivo enriquecimiento y el aumento de poder que había adquirido el clero en el gobierno del país. La idea de un eterno vagar, quedó plasmada no solamente en la disposición interior del templo, sino también en la relación de un santuario con otro. En efecto, cada templo se encontraba relacionado con los demás y una complicada red de caminos sagrados los comunicaba entre sí.
Los rituales, los misterios divinos, sólo pudieron ser seguidos por los elegidos. El templo egipcio nunca fue concebido para albergar en él al pueblo. Este seguiría los cultos desde el Patio dispuesto detrás de los Pilonos por lo que el este pasó a representar el espacio sagrado que se abría a partir de él. A comienzos del Imperio Nuevo, los pilonos se convirtieron en los elementos más significativos de los grandes templos.
Aunque la palabra griega “pylon” significa puerta de entrada, en realidad el pilono cumplía una función de barrera, a modo de fortaleza del recinto sagrado, y son la representación monumental de una tradición que se remonta a los comienzos de Egipto: el anuncio de un santuario cerrado y sagrado. Este, con su perfil superior quebrado, nos muestra dos torres unidas por el espacio de entrada que simbolizan los acantilados que se extienden a cada lado del Nilo, encerrando al río, dador de vida. De igual manera representan la imagen de dos montañas que flanquean el disco solar.
Junto a los pilonos los Obeliscos conmemorativos rematados en pequeñas pirámides que, a modo de recordatorio, indicaban que en el espacio siguiente se accedía a la morada de un dios: A la relación terrestre con lo sagrado.
Esta misma presencia divina está representada también en los Mástiles con sus banderolas.
Las estatuas colosales que encontramos adosadas en algunos de estos grandes templos serán la representación de los hijos vivientes del dios, por ejemplo en Karnak, son los mismos dioses los encargados de velar por el santuario.
Para asegurar la inmunidad del templo, éste aparecía rodeado de un Muro. Pero esta protección material no era suficiente, se hacía necesaria entonces una protección espiritual, asegurada por distintos medios. En el templo de Horus en Edfú, por ejemplo, una larga lista grabada en su muro exterior nos relaciona sus propiedades asegurándose, de este modo, una especie de inmunidad jurídica, al tiempo que daba a conocer las posesiones de sus tierras sagradas.
La protección contra sus enemigos se aseguraba mágicamente por la inscripción de las hazañas del faraón, con sus cortejos de prisioneros, cada uno de los cuales representaba a un pueblo sometido para la gloria del dios. Desde el punto de vista iconográfico, esta escena se remonta a la 1 Dinastía, en la que aparece de un modo claro en la paleta de Narmer. Formaba     parte de un rito de purificación realizado en el momento de entrar en el recinto sagrado. Cuando los faraones dejaron de ser los gloriosos conquistadores de los países de Asia o África copiaban cuidadosamente los listados de los pueblos vencidos por sus antepasados. Esta práctica se siguió realizando incluso bajo el dominio de los emperadores romanos.
Tras el pilono, un primer Patio conducía a la Sala Hipóstila  en la que sólo podían entrar los elegidos. En aquellos casos en que el templo disponía de más de una Sala Hipóstila, la mayor proximidad a la capilla del dios suponía un mayor grado de jerarquía social.
El templo egipcio semeja un verdadero microcosmos. Es la densificación de la naturaleza terrestre y celeste. Desde el suelo de estas grandes Salas Hipóstilas, que en ciertos templos estaban recubiertos de plata cuya oxidación imitaba el color del limo negro del valle del Nilo, fértil y dador de vida, se elevaban bosques de columnas que ya desde un principio tenían forma de tallos florales con un claro simbolismo de la vegetación. Los restos de pintura azul encontrados en las bases de algunas de estas columnas nos permite imaginar que se trataba de una representación de la inundación, confirmándose este hecho por la decoración a pie de muro, de representaciones de papiros y otras plantas acuáticas, o con imágenes de genios de la fecundidad que representan al Nilo.
Estas columnas se alzaban hacia un techo que representaba la bóveda celeste, decorado con estrellas de oro sobre un fondo de color azul o con representaciones siderales, como en el templo de Déndera. En estos techos se pueden observar los esquemas míticos de los ciclos del sol, la luna y las constelaciones. El espacio de la pared entre el suelo y la cubierta se decoraba con escenas alusivas, relatándonos lo que ocurría entre los límites del cielo y la tierra y, sobre todo, lo referente a los ritos de la fundación del templo y la introducción del faraón entre los dioses.
El templo propiamente dicho no se reducía a las estancias ceremoniales. A partir de éstas, y en torno al eje central del templo se iban distribuyendo salas cada vez más grandiosas e iluminadas a medida que se alejaban del Santuario La Sala de la Barca comunicaba por un pequeño  corredor con una pequeña sala hipóstila, o directamente con la gran sala hipóstila del templo. La construcción de estas salas fueron, después de las pirámides, uno de los mayores logros de la arquitectura egipcia: un verdadero bosque de altísimas columnas sostenían una cubierta arquitrabada que, por lo común, al ser más altas las dos filas centrales, se elevaba en la zona del eje, formando una especie de nave principal. Con esta elevación se lograba que, a través de celosías de piedra practicadas en el muro lateral, penetrase la luz, en cualquier caso escasa y difusa, lo que permitía que en esta semioscuridad se realizasen los rituales sagrados. Pero, a medida que la teología egipcia fue hermanán­dose cada vez más con los ritos solarizantes, fue aumentando la necesidad de los dioses de recibir directamente los rayos solares para asegurarse su misma existencia. Esto explica la construcción de capillas especiales en algunos templos, como Edfu y Déndera. Estas capillas suelen estar situadas en las azoteas a las que el dios era transportado mediante un complicado sistema de rampas de subida y bajada, siendo utilizadas únicamente para este fin. Este ritual se realizaba a comienzos del año para la regeneración divina del señor del lugar.
Para un egipcio guardar celosamente los días sagrados no suponía un sacrificio, no sólo era un deber, sino una necesidad para con sus dioses. De los 365 días de los que se componía el calendario, 105 eran festivos. El ritual de estos festivales no eran transcendentales, estaban vinculados a la tierra, al renacer de la vida, etc... (ver cuadro). Pero diariamente se realizaba otro tipo de culto que incluía tres grupos de actos distintos: las ceremonias preliminares, el despertar y el atavío del dios y la comida de éste. Tan solo el faraón, o en su nombre el “servidor del dios” o “padre divino” que mencionan los textos (posteriormente denominados “profetas” por los griegos), podría oficiar la ceremonia. El oficiante, tras purificarse y ahuyentar con el fuego sagrado y el incienso las influencias malignas, rompía el sello pegado en los batientes de la puerta de la capilla y se postraba ante la imagen divina para entonar himnos de alabanza. A continuación tocaba la estatua para “infundirle su alma”. Esta “revelación divina” coincidía míticamente (al menos en Edfu, y posiblemente en otros templos) con la salida del sol. Posteriormente la estatua era limpiada de los ungüentos del día anterior, se la vestía con tejidos de lino (la vestimenta era cambiada una o dos veces por semana, aunque diariamente y para cumplir este rito se ofrecían paños de color blanco, azul, verde y rojo, símbolos de la luz del amanecer, las aguas primordiales, el renacimiento y la esterilidad del desierto respectivamente, por lo que los templos contaban con sus propios telares y talleres donde se confeccionaba el lino para este fin), se adornaba con los atributos divinos y su rostro era acicalado con los cosméticos rituales. Terminado el atavío, le eran servidos abundantes alimentos, ceremonia que podía ser repetida hasta cuatro veces al día, según los cuatro puntos cardinales, en previsión de que el dios pudiera alimentarse en cualquier lugar del universo. Terminadas las ofrendas se borraban todas las huellas dejadas por el sacerdote, se cubría el rostro de la imagen con un velo y se sellaba de nuevo la puerta del santuario con un sello de arcilla. Dos rituales más se hacían a lo largo del día, pero de menor importancia, consistentes en libaciones de agua y quema de incienso.
La decoración de los templos egipcios es un curioso binomio entre mito y rito. Cuando se localizan inscripciones grabadas en los montantes de las puertas o molduras, éstas corresponderían al rito, mientras que las que contienen escenas de ofrendas hacen alusión a los mitos. Con esto se lograba que tanto el mito como el rito pasaran a formar parte del propio templo. Pero los ritos serán la actividad en sí misma del templo; si el templo simboliza el mundo, el rito es su porqué, su movimiento. La periodicidad de la realización del rito sugiere el carácter obligatorio de conservar el universo. Por ese motivo los ritos llegaron a ser tan complejos y numerosos. La enorme fuerza con que estaban impregnados hacía girar no sólo la vida religiosa, sino al país, y aunque estas representaciones eran generales para todos los templos, algunas fueron específicas, caracterizando a un santuario determinado.
Por otro lado tenemos los dramas sagrados que se representaban en todos los templos, el de Osiris debió de ser el preferido ya que incluso para su escenificación, había templos que disponían de una capilla especial. Existen gran variedad de estos dramas, algunos por su complejidad y simbolismo se celebraban en el más absoluto secreto del Sancta Santorum, otros por el contrario, como la Fiesta del Valle, cuando el dios Amón dejaba su templo de Karnak y visitaba Luxor, la procesión del cortejo sagrado era seguida por la muchedumbre. La unión del dios con la diosa Mut para garantizar la fertilidad del universo, o la procesión de Nebtu, madre de los campos, que con su salida resucitaba la vegetación y las flores, O la gran fiesta del dios Mim en Tebas, que finalizaba con una ofrenda agrícola, el ritual incluía una procesión donde la estatua del dios era transportada por los sacerdotes detrás de un toro blanco. Otras veces los dioses tenían que cubrir largas distancias, como en el caso de la diosa Hat-Hor, que viajaba desde Déndera hasta Edfu para reunirse con su esposo Horus en la “Fiesta del Feliz Encuentro”, en la que participaban todos los dioses de Egipto. En otras ocasiones eran los propios dioses los que se “desplazaban a voluntad” para asistir a determinadas fiestas, como por ejemplo cuando se trasladaban a Menfis para asistir a la “Fiesta Sed” o jubileo del faraón.
También debemos hablar brevemente de los ritos que tenían como finalidad la persona del faraón. Este, considerado desde el principio como sucesor directo de los “Servidores de Horus”, afianzando de este modo a su persona la inmortalidad de los dioses. Durante aproximadamente 3.000 años se realizó en la ciudad de Menfis el ritual de la sucesión al trono que incluía dos fases: la entronización y la coronación.
Tras la muerte de un faraón su sucesor era elevado al trono en una ceremonia que comenzaba con la salida del sol, de modo que el advenimiento del nuevo monarca estaba en perfecta armonía con la propia naturaleza. El ritual de la coronación era algo más complicado y largo, ya que había que buscar el momento más propicio, pues se debía respetar el desarrollo cósmico. El momento ideal era el Año Nuevo, cuando se daban por finalizados los rituales del enterramiento de Osiris en Abydos, ya que al renovarse el ciclo, este momento era el más idóneo para la transmisión de poder.
Otro rito que tenía como protagonista al propio faraón era el Festival Sed o Jubileo. Se trataba de una fiesta donde se renovaba y confirmaba el poder del soberano. Este festival se celebraba a los 30 años de reinado, aunque algunos faraones adelantaron esta fecha y otros realizaron varios en un corto período de tiempo, por lo que la afirmación de los 30 años no es un patrón a seguir.
Pero el mito será indispensable para el desarrollo del rito, ya que dará a este su verdadero significado.
Son numerosos los mitos que han llegado hasta nosotros aunque algo distorsionados por el genio griego de Plutarco y Diodoro. La formación de los mitos es etiológica y fue el canal para organizar la religión, creando asociaciones y asimilaciones entre los distintos dioses que componen el panteón egipcio. Fue además la fuente de inspiración para la decoración de los templos. Por esta doble función, y porque todos los mitos fueron objeto de una elaborada creación erudita, sería imposible separar la Teología de la Mitología.
Los mitos egipcios son el intento poético de explicar los fenómenos naturales y sociales, como por ejemplo las fases lunares, o como el de la continuidad de las generaciones. El principio es simple: El padre renace en el hijo y el hijo pasa a convertirse en su propio padre como nos lo enseña una de las formas de Amón, el de “Toro de su Madre”, de este modo la continuidad no se pierde jamás. Así se explica la necesidad egipcia de construir una gran cantidad de santuarios donde se agrupaban a los dioses en tríadas: dios-padre, diosa-madre y dios-hijo.
El ejemplo más claro lo tenemos en el mito de Osiris, que, en su faceta terrenal, reflejaba las pasiones humanas, de ahí su gran popularidad.
Al mito de la resurrección de Osiris se le añade la legitimidad del nacimiento de Horus y posteriormente para justificar su continuidad en el trono de su padre, el mito nos sigue contando la lucha por el poder entre su tío Seth y el propio Horus. Posiblemente esta parte del mito se fundamente sobre acontecimien­tos históricos y nos esté relatando el enfrentamiento entre dos reyes, y la posterior unificación de Egipto con Horus como vencedor.
Aparte de estos mitos existían en todos los santuarios una gran variedad de leyendas y tradiciones mitológicas para justificar la crecida del Nilo, el renacimiento de la vegetación, el curso del sol o para, simplemente, explicar el nombre del santuario.
El mito y la teología están estrechamente ligados, fundamentándose la segunda a partir de los datos de la primera. Esta misma teología en un esfuerzo de clasificación y de organización del mito que formuló con éxito el agrupamiento de los dioses por enéadas (llamadas así porque en un principio estaban compuestas por nueve dioses), creándose la de Heliópolis, Tebas, Abydos y Déndera.
Pero sin duda, el genio sintetizador de los teólogos egipcios llegó aún más lejos cuando creó el binomio Osiris-Ra, a medida que las teorías solares iban en auge y los dioses tuvieron la necesidad de asimilarse a Ra.
Para concluir podemos decir que el templo egipcio, en su filosofía y conjunto será el símbolo más patente del desafío lanzado a los siglos por los hombres que soñaron con ser dioses e inmortalizarse con sus semejantes.

lunes, 28 de julio de 2014

Eres todo para mi.

Para ti Yeimy Katerinne.
Mi amor, me es muy difícil explicar lo que tú significas para mí con tan sólo unas palabras, tú me has dado tanto, que no sabría como compensarte. Yo estaba perdido en mis angustias y días vacíos, pero cuando entraste en mi vida, todo cambió, todo tuvo sentido para mí.

He esperado el momento en que despertaría contigo cada mañana, después de juntar nuestros cuerpos en un sueño profundo de amor, sintiéndote entre tus brazos y los míos.

Tú siempre eres perfecta, a veces no sé si te merezco o no, pues cometo tantos errores y tú siempre me perdonas. Tú no te imaginas las cualidades maravillosas que tú posees y eso me enamora y me obliga a amarte sin límites. Soy muy feliz a tu lado y te agradezco que me des la oportunidad de permanecer a tu lado y pertenecerte en cuerpo y alma. Nunca me cansaré de decirte que te amo, durante todos los días de mi vida porque cada día te amo más y más.

El primer día que nos besamos fué el día más feliz de mi vida, porque ese día volví a nacer y quise haber muerto enseguida e ir al paraíso contigo. No me explico como mi corazón te ha guardado tanto amor para regalártelo a ti y solo a ti. Tú significas el mundo entero para mí, eres mi vida y mi reencarnación en la próxima vida, tú estás muy en el fondo de mi ser y siempre te haré muy feliz.

Cada pensamiento está inspirado en la forma que me miras, en la forma que me besas, en la forma en que siento tus manos acariciando mi piel, y en la forma que me dices que me amas. Cada acción refleja el profundo amor que siento por ti, pues todos mis actos son para ti mi vida. En cada palabra que digo siempre está tu nombre. Eres mi todo, y te amo con todo el amor del universo. Nunca le escribí a nadie así, creo ello significa que verdaderamente encontré la felicidad en ti.
Te amo.
Eusebio
                         
 E.B.G. Jacob Uriel Escalera  M.:.M.:. 
 A.·. L.·. MMXIII   Shalom aleijem 

viernes, 25 de julio de 2014

Un amigo y consejero. El silencio



El no tenía memoria, no sabía quién era, de dónde venía, para dónde iba. Estaba ahí quieto. Como salido de la nada.
- ¿Quién seré yo? - se preguntó angustiado. Entonces  buscó a su alrededor una respuesta.
-  Buenos días - le saludó Juan, quien acababa de cortar algunas flores.
- ¿Quién eres? -

Soy Juan, el cazador de sueños.
-  ¿Y, qué es un cazador de sueños?
- El que va por la vida buscando afectos y derribando cada propósito puesto en su mente.
- ¡Qué hermoso! - dijo Él
- Y, ¿de dónde provienes?
- Del sueño de mis padres y mis hermanos.
-  Dime, ¿qué es un sueño?
-  Es la forma en la que habla un corazón libre.
- ¿Y, tú quién eres? - preguntó Juan.
- No lo sé. Algo, creo.
-  ¡Qué lástima! - dijo Juan - ¡Ni siquiera eres alguien!
-  ¿Y qué se necesita para ser alguien?
-  Nada. Sólo saber lo que se es.
- ¿Quién seré yo? - dijo Él de nuevo, más angustiado aún.
- Eso sólo lo sabes tú - dijo Juan - ¡Serás lo que serás! Y dicho esto, partió Juan por la larga senda que es la vida, persiguiendo un sueño que una vez se le había escapado.
-  Buenas tardes - le saludó María.
- ¿Quién eres?
- Soy María, la dulce cantora tras un cálido ocaso.
-  ¿Y qué es un ocaso?
-  La fantasía del sol cortejando al polvo del horizonte.
-  ¿A quién le cantas?
- A la luna, y al desconsuelo de un corazón enamorado.
- ¡Qué hermoso! - Dijo Él. - ¡Quiero ser como tú! - Agregó entusiasmado.
María le miró con extrañeza y antes de huir sobre un trueno, le dijo:
- ¡Serás lo que serás!
- ¿Quién seré yo? - Se preguntó por vez tercera, sin encontrar respuesta...  "¡Serás lo que serás!", le había dicho Juan; "¡Serás lo que serás!", le repitió  María. ¿Quién demonios era Él?
- Buenas Noches - Le saludó Rafael, el poeta bohemio.
- ¿Y qué es un poeta?
-  El abogado de los amantes, el estudiante de la locura, el erudito de la vida.
-  Rafael, ¿y cuál es tu noble origen?
-  Vengo de un suspiro del silencio majestuoso.
- ¿Qué es el silencio?
- Conversar con tu ser. Contigo mismo.
- ¿Es bueno hablar con el silencio?
- Sólo si necesitas saber quién eres, de dónde vienes y a dónde vas... ¿y, quién eres tú? - preguntó Rafael.
Él no respondió. Comprendido esto, Rafael huyó en la espesura de una noche que pronto estalló en el más sepulcral silencio.
- ¡Hola Silencio! - dijo Él con los labios cerrados. Allí  comenzó una larga conversación con aquel que terminó cuando Él se quedó dormido. Soñó con el cazador de sueños, capturando su sueño perdido; en silencio, soñó con la cantora, quien en silencio afinaba sus pensamientos y componía un nuevo día; soñó con el poeta, quien en una infinita tertulia le debatía al silencio y al viento la manera de usar la chaqueta durante las noches nevadas y calladas; callado, soñó también con su propio silencio de arquitecto del futuro, haciendo cosas que jamás había imaginado y salvando este mundo y los otros de ejércitos de orcos verdes. Fue entonces cuando supo quién era, de dónde venía y hacia dónde iba. Soñó tranquilo.
- Es bueno hablar con el silencio, sólo él conoce las respuestas a las más grandes preguntas - dijo para sí, antes que el primer rayo del nuevo sol le turbara el descanso.
-  Buenos días - dijo Juan - ¿Quién eres tú?
-  Un arquitecto de futuros.
- ¿Y qué es eso?
-  La promesa de un mañana mejor.
-  ¡Qué hermosas palabras dices! - anotó alegre Juan - ¿de dónde viene tanta sabiduría?
-  De mi conversación con el silencio.
- El silencio es muy sabio. Tú eres lo que eres, ¡finalmente lo has descubierto!  Dicho esto, Juan se hincó en una profunda venia.
-  Buenas tardes - dijo María - ser promesa de un mundo mejor es la mejor de las promesas - agregó. Se alejó pensando en que algún día habrá cantores de paz por todas partes.
-  Buenas noches - le saludó Rafael quitándose una rama del sombrero. - ¿Quién eres?
-  La esperanza de la alegría y la promesa de un mundo mejor que viene de jamás y va para siempre.
- ¡Espléndido! - dijo Rafael - ¿y, qué es la alegría?
- Es lo que sentiremos todos cuando logre crear un mundo en el que Juan pueda cazar sus sueños sin ser cazado por la muerte, María cantar sin ser callada por el tirano demonio y, tú, Rafael, puedas escribirle a los corazones de la gente sin recibir a cambio odio y balas.
- ¡Eres admirable! - concluyó Rafael - algún día tendrás tu mundo mejor y será el silencio tu amigo y consejero.
- Sólo si hay sueños, cantos y bellos poemas - respondió el arquitecto, mientras buscaba los ladrillos que emplearía al construir su tan anhelado mundo mejor.        Gracias V. Manuel G.V.
                         
 E.B.G. Jacob Uriel Escalera  M.:.M.:. 
 A.·. L.·. MMXIII   Shalom aleijem 

jueves, 26 de diciembre de 2013

Janucá. Fiesta de la Luz



El Cómo y cuando de Janucá

La festividad de Januca, conmemora la histórica victoria de los Macabeos luego de una rebelión de tres años de duración en contra del régimen reinante de los seléucidas y contra sus partidarios judíos helenistas que conspiraron para imponer restricciones a las prácticas y valores religiosos judíos.

La lucha culminó con la reconquista del Templo de Jerusalén en el año 165 antes de la Era Común y la restauración del servicio religioso judío tradicional. La victoria restauró también la soberanía política judía sobre la Tierra de Israel. Janucá significa consagración y se refiere a la restauración del Templo al servicio de Dios después de haber sido profanado con prácticas e imágenes paganas.

·En Janucá está permitido realizar el trabajo diario.

·La observancia religiosa más importante consiste en el encendido de las velas de un candelabro de Janucá cada noche de la festividad.

·La menorá de Janucá es un candelabro de ocho brazos, con un lugar adicional para la luz de “servicio”. Este candelabro utiliza, ya sea velas, o mechas de aceite. Las luminarias se encienden con la luz de “servicio” (denominada shamash). La “luz de servicio” se coloca luego de vuelta en su lugar en la menorá.

·Las luces de Janucá se encienden tan pronto como sea posible después de la caída de la noche.

·Mientras se sostiene una “vela de servicio” encendida antes de prender la menorá se recitan las siguientes dos bendiciones:
“Baruj atá, Adonai, Eloheinu, mélel haolam, asher kidshanu bemitzvotv vetzivanu lehadlik ner shel Januca”.
Bendito eres Tú, Señor, nuestro Dios, Rey del Mundo, que nos has santificado con Tus preceptos y nos has ordenado encender la luminarias de Janucá.
“Baruj atá, Adonai, Eloheinu, mélej haolam, sheasá nisím laavoteinu bayamim~ hahém bazemán hazé”.
Bendito eres Tú, Señor, nuestro Dios, Rey del Mundo, que hiciste milagros a nuestros antepasados en aquellos días, en este aniversario.
Solamente en la primera noche se agrega una tercera bendición, la de Shejeianu

·En la primera noche se prende solamente la primera luminaria. Si uno se pone frente a la menorá, es la ubicada a la derecha. En la segunda noche, se encienden dos luminarias, y de esta manera se prosigue hasta la octava noche, en la que se encienden todas las luces de la Menora. Aunque las velas adicionales de cada noche se agregan hacia la izquierda, el encendido en sí tiene lugar de izquierda a derecha.

·Después de encender la menorá, oraciones adicionales y cánticos contenidos en el libro de oraciones iluminan el espíritu festivo de la ocasión, sobre todo si son entonados por todos los miembros de la familia.

·Las luminarias de la menorá de Januca no pueden ser utilizadas para ningún propósito utilitario -para leer, para iluminar una habitación, para prender un cigarrillo, etc. Es por esta razón que la luz de “servicio” o “shamash” se ubica cerca de las otras, de tal manera que si es necesario utilizar la llama, esta vela está disponible.

·La menorá iluminada debe colocarse con preferencia cerca de una ventana, de modo que pueda verse desde afuera, testimoniando públicamente el milagro de Janucá.

·Es meritorio que cada miembro de la familia tenga una menorá separada, que le permita a cada uno encender las luminarias de Janucá. Sin embargo, esto no se exige si en cada hogar hay por lo menos una menorá y una persona prende las luminarias por toda la familia.

·Una mujer puede encender la menorá en nombre de todos los miembros de su hogar.

·El viernes a la noche durante la semana de janucá, se encienda la menorá antes de las velas del Shabat aunque todavía no haya caído la noche. El sábado a la noche, la menorá se enciende en el hogar después de la recitación de la Havdala.

Se acostumbra ofrecer a los niños en Janucá monedas (Jánuca guelt) u otros regalos apropiados.
En Halel, las oraciones especiales de alabanza, y oraciones especiales de gratitud a Dios por las victorias y los milagros realizados, se agregan a los servicios de oraciones diarias y a la recitación de gracias después de las cornidas durante toda la semana de Janucá.

Encendido de las velas:
 
Primera Vela: Recite bendiciones 1, 2 y 3.  Encienda luego de finalizado el Shabat.

Segunda vela: Recite bendiciones 1 y 2.  Encienda al anochecer.

Tercera Vela: Recite bendiciones 1 y 2.  Encienda al anochecer

Cuarta Vela: Recite bendiciones 1 y 2.  Encienda al anochecer

Quinta Vela: Recite bendiciones 1 y 2.  Encienda al anochecer

Sexta Vela: Recite bendiciones 1 y 2. Encienda al anochecer

Séptima Vela: Recite bendiciones 1 y 2.  Encienda antes  de las Velas de Shabat
Octava Vela: Recite bendiciones 1 y 2.  Encienda luego de finalizado el Shabat.


Cómo encender la Menorá
Tu candelabro de Janucá puede parecer simple, pero usado correctamente es una poderosa fuente para llenar el universo con una luz sobrenatural, la cual incrementa la verdad, la justicia y la bondad en el mundo y desplaza la fuerza de la oscuridad.   He aquí cómo hacerlo:
1-Todos los espacios de tu menorá deben estar a la misma altura y en una misma línea, excepto el Shamash (vela piloto) el cual debe estar más alto que las demás velas.
2-El lugar optimo para colocar la menorá es en la puerta frente a la mezuzá. La ventana también es un buen lugar.
3-Cada uno en la casa puede encender su propia menorá. Una pareja casada se considera una persona y el esposo enciende por ambos.
4-La primera noche enciende la vela de la derecha. Luego cada día agrega una vela más hacia la izquierda encendiendo siempre la vela nueva en primer lugar.
5-El horario correcto para encender la menorá es al anochecer, 30 minutos aproximadamente luego de la puesta del sol. Puedes encenderla antes pero sólo asegurándote que el aceite o la vela duren hasta media hora después de la salida de las estrellas o sea 60 minutos luego de la puesta del sol.
6-El viernes por la tarde debe encenderse 18 minutos antes de la puesta del sol. Ni se te ocurra encenderlas luego de la puesta del sol porque profanarias el Shabat. Solo asegúrate de poner más aceite o usar velas más grandes para que duren hasta media hora después de la salida de las estrellas.
7-¿Llegaste tarde a casa? Mientras haya alguien alrededor despierto para ver la menorá, puedes encenderla. Sino, enciéndelas sin recitar las bendiciones
8-Las mujeres toman un descanso. Sabemos que les encanta estar en la cocina preparando la cena, pero las mujeres judías tienen por costumbre no hacer ninguna actividad mientras la menorá permanece encendida. Aproximadamente entre media y una hora.    

Antes de encender la Menorá recite las siguientes Bendiciones:
1)Baruj atá A-do-nai E-lo-heinu melej haolam asher kideshanu bemitzvotav vetzivanu lehadlik ner Janucá.
Bendito eres Tú, Dios nuestro Señor, Rey del Universo, Quien nos ha santificado con Sus preceptos y nos ha ordenado
encender la vela de Janucá.

2)Baruj atá A-do-nai E-lo-heinu melej haolam sheasá nisím laavotenu baiamim hahem bizmán hazé.
Bendito eres Tú, Dios nuestro Señor, Rey del Universo, Quien hizo milagros a nuestros antepasados, en aquellos días, en esta época.
Sólo la primera vez que enciendes la Menorá se recita shehejeianu.

3)Baruj atá A-do-nai E-lo-heinu melej haolam shehejeianu vekiemánu vehiguianu lizman hazé.
Bendito eres Tú, Dios nuestro Señor, Rey del Universo, Quien nos otorgó vida, nos sustentó y nos hizo llegar hasta la presente ocasión.
Luego recite lo siguiente:   “Hanerot Halalu”
“Encendemos éstas velas con motivo de las salvaciones, milagros y maravillas que has realizado para con nuestros antepasados en aquellos días en esta época, por intermedio de Tus Santos Sacerdotes. Estas luces son sagradas durante los ocho días de Janucá, y no nos es permitido emplearlas de ninguna manera sino solamente observarlas para agradecer y alabar Tu gran Nombre, por Tus milagros, maravillas y salvaciones”.   “Maoz Tzur”
Maoz Tzur ieshuati, Leja Nae Leshabeaj Tikon Bet Tefilati vesham toda nezabeaj Leet tajín matbeaj Mitzar hamnabeaj Az egmor beshir mizmor janucat hamizbeaj

Nueva Luz
Si echamos un vistazo a los eventos actuales, nos sorprenderemos. La historia de una pequeña luz expulsando al imperio de la oscuridad, la sensibilidad humana desafiando el terror y la fuerza bruta, la vida y el desarrollo luchando contra la destrucción. Esta batalla sigue vigente, está en nuestras vidas, y en el mundo que nos rodea.
La victoria de la “Luz” sobre la oscuridad es el mega drama cósmico, es la historia en curso.
Esta victoria ocurre anualmente en cada solsticio de verano (en el hemisferio sur) y a la puesta del sol de cada día.
Se encuentra en cada decisión que tomamos para hacer el bien en contra de la maldad, ser bueno donde hay crueldad, y construir donde otros destruyen. Janucá es más que una festividad; es un viaje espiritual de ocho días. Muchos conocen la historia de Janucá, el triunfo de un pequeño grupo de judíos enfrentando a sus opresores helénicos y una pequeña vasija de aceite que milagrosamente se utilizó para encender la Menorá del Templo durante ocho días. El espíritu de Janucá se experimenta cuando aplicamos su alegría, calor y luz a nuestras vidas diarias y no sólo influenciamos a nuestros seres queridos sino también al mundo entero.
 
Mensaje basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch
Un milagro ocurrió
Si bien Alejandro Magno hizo las paces con Jerusalem, estábamos obligados a pagar tributo al imperio griego.
Entonces, un megalomaníaco llamado Antíoco Epífanes alcanzó el poder. Él saqueó el sagrado Templo de Jerusalem y prohibió la circunsición, el Shabat y los Tefilin, básicamente, prohibió todo aquello que tenía que ver con la identidad judía y nuestra relación con un único Dios.
Muchos judíos desafiaron estos decretos y murieron como mártires. Finalmente, cuando Antíoco colocó estatuas de Zeus en las ciudades y demandó de la gente que las adoren, una familia sacerdotal de la dinastía Jashmonea se levantó en armas. Se hacían llamar los Macabeos. El milagro ocurrió, a pesar de ser un puñado de campesinos contra el ejército de un imperio, ellos vencieron. Finalmente ellos lograron echar a los griegos de Jerusalem, limpiaron el profanado Templo y declararon la independencia.
Cuando los Macabeos recapturaron Jerusalem y entraron al Sagrado Templo, encontraron un gran desorden. Se dedicaron a limpiar el Templo y lo reinauguraron.
La Menorá de oro de 1,80 metros debía ser encendida con aceite de oliva puro, no profanado por aquellos que son ritualmente impuros. Todo el aceite del Templo había sido profanado por los griegos.
Entonces el milagro ocurrió:
Se encontró una vasija de aceite de oliva puro escondida bajo el piso, sellada con la insignia del Sumo Sacerdote.
Si bien era una sola vasija con aceite suficiente solo para una noche, éste ardió durante ocho días.  




Jugando al dreidl
Cuando Antíoco prohibió el estudio de la Torá, los judíos se reunían a estudiar en secreto. Si veían que un soldado griego
se acercaba, sacaban rapidamente sus perinolas y aparentaban jugar con ellas.
Jugamos el dreidel en Janucá como recordatorio de estos niños valientes y de su valor. La palabra dreidel viene del Idish, drei, “dan vuelta”. Nuestros dreidels tienen cuatro lados, con una letra hebrea impresa en cada uno: Nun, Gimmel, Hei, y Shin. Estos representan las iniciales de “Nes Gadol Haiá Sham”, que significa que “un gran milagro sucedió allí”, en referencia a la victoria milagrosa de los Macabeos.   Un dreidl con cuatro caras.  Algunas monedas, caramelos o fichas. Cada uno contribuye al pozo equitativamente.   Uno comienza a hacer girar el dreidl. Si cae en:   nun = ni pones ni sacas   guimel = toma todo   hei = tomas la mitad del pozo   shin = agregas al pozo   Si el pozo se vacía, todos vuelven a contribuir equitativamente. Puedes incluso subir la apuesta, haciendo que cada uno aporte la misma cantidad que Vd.



Receta:
LATKES DE PAPA:
1 kg. de papas.
1 cebolla.
2 huevos.
Sal y pimienta a gusto.
4 cucharadas de harina leudante.
Aceite (cantidad necesaria para freír).
Preparación:
• Pelar, lavar, secar y rallar las papas.
• Rallar la cebolla y poner todo en un bol, junto con los huevos, la sal y la pimienta.
• Agregar la harina y mezclar bien hasta obtener una masa ni muy espesa, ni muy liviana.
• Calentar aceite en una sartén y verter la preparación por cucharadas.
• Freír los latkes hasta que se doren de los dos lados.
Es recomendable ponerlos sobre una fuente con papel absorbente para que no salgan muy aceitosos.



                        
 E.B.G. Jacob Uriel Escalera  M.:.M.:. 
 A.·. L.·. MMXIII   Shalom aleijem 

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Introducción al Judaismo. Parte I

PRESENTACION

El Judaísmo es algo complejo. No podemos entenderlo en un sentido meramente religiosoporque el judaísmo no es una religión. O, dicho de otro modo, el Judaísmo es más quereligión.
El Judaísmo es un sistema que abarca todas y cada una de las fases de la vida cotidiana y las regula basándose en la Revelación que le fuera entregada a Moisés en el Monte Sinai.
Esta Revelación entraña una forma de vida relacionada con el pueblo judío en tanto éste es una unidad étnica. Esa forma de vida la encontramos en la Torá, el Pentateuco.

La aceptación de la Torá constituye el pacto entre Dios e Israel y es, en sí, el fundamento del
monoteísmo ético, la creación más original del judaísmo y su patrimonio, que se encuentra
ligado indisolublemente a la existencia del pueblo judío y del que se deriva la elección de
Israel con el objeto de conformar una nación santa que viva de acuerdo con la voluntad de
Dios expresada en la Torá.

Torá deriva de la raíz yrh, enseñar. El significado de ella es, por lo tanto, enseñanza, doctrina,
instrucción. De ahí que el estudio de la Torá sea esencial para poder comprender el modo de
vida judaico.

A lo largo de la historia y a la luz de las Escrituras, bebiendo siempre de las fuentes, el judío
lee y re‐lee, interpreta y re‐interpreta las enseñanzas para poder vivir de acuerdo a ellas.

Es importante señalar que el acercamiento al Judaísmo se hace acá desde una perspectiva
tradicional, quienes busquen el acercamiento desde la perspectiva de la historia crítica o de la
crítica bíblica pueden acceder a ella a  partir de algunos textos señalados en la bibliografía.


JUDAÍSMO, HISTORIA Y CULTURA JUDÍA

El pueblo de Israel es un pueblo que emerge en el segundo milenio antes de la era común y cuya
historia se entronca con la historia de la cultura universal a la que, sin duda alguna, ha brindado
aportes valiosos, recibiendo de ella, a su vez, influencias que han sido aprehendidas y reelaboradas
a la luz de la tradición.

Ha habido flujo y reflujo en estas relaciones, ha habido un intrincado juego de redes culturales
entre diferentes sistemas de pensamiento que debe estar presente toda vez que se desee realizar
un estudio serio de la cultura judía, cuyos anales abarcan alrededor de 4000 años.

Hablar de cultura judía es hablar de judaísmo y el judaísmo ‐como dijimos en nuestra
presentación‐ es algo complejo, que trasciende la esfera de lo propiamente religioso.

Decíamos que el judaísmo es un sistema de vida basado en la Torá, concebida ésta como Torat‐
Jayim (enseñanza de vida).

A su vez, la Torá ha sido interpretada a la luz de la tradición oral, la que se encuentra compilada
en el Talmud, palabra derivada de limed, enseñanza, y usada justamente en el sentido de enseñanza, conocimiento y estudio.

Es el Talmud el encargado de explicar y reglamentar todos los aspectos de la vida diaria con la
finalidad explícita de no transgredir la enseñanza, es decir, de no transgredir la Torá.

A lo largo de cada una de las etapas de la vida del individuo, el judaísmo no sólo estipula lo que
debe hacerse sino, además, cómo, dónde y cuándo hacerlo.

Puesto de este modo, es evidente que la forma de vida judaica se encuentre reglamentada hasta
los más mínimos detalles y que, el judaísmo, ‐visto desde afuera‐, resulte para muchos, un
sistema totalitario y absorbente.

Uno de los intentos de definición más recientes del judaísmo es la del Rabino Mordechai Kaplan,
quien lo define como una civilización y, como tal ʺ...no tiene solamente que transmitirse, tiene que transformarse a medida que surgen nuevas necesidades. Es decir, tiene que hacer algo más que conservar las glorias del pasado, debe evolucionar para afrontar el desafío del futuro... ʺ
.
Y eso es justamente lo que acontece, de allí que a la luz de la Torá y bebiendo siempre de las mismas fuentes, el judío lee y re‐lee, interpreta y re‐interpreta las enseñanzas para poder vivir de acuerdo a ellas a lo largo de su historia y fruto de ese estudio y reinterpretación, conviven al interior del judaísmo diversas posiciones.

El judaísmo y la cultura judía son entendibles a la luz de la historia del pueblo judío y para conocer esta historia, desde sus inicios, debemos adentrarnos en la lectura de la Biblia que, como bien lo sabemos, es una colección de escritos conservados desde la época en que el pueblo hebreo poseía independencia y formaba parte de su literatura nacional que, posteriormente canonizada y con el carácter de Sagradas Escrituras, constituyó la base del judaísmo.

Los hechos narrados en ella cobraron su verdadera significación histórica cuando Jean Paul Botta descubrió en el norte del actual Irak relieves de un palacio asirio.

En ese instante comenzó la gran fiebre por la arqueología bíblica y se formaron numerosas sociedades de investigación arqueológicas que, tomando como base los escritos bíblicos, procedieron a realizar excavaciones con el fin de demostrar que la ʺBiblia era verdadʺ.

De este modo, paulatinamente, el mundo fue siendo testigo de los descubrimientos que arrojaban luz a los acontecimientos relatados en dichos textos.

Con Jean Paul Botta salió a la luz el gran Sargón II, monarca asirio, vencedor de Samaria, la capital del Reino de Israel, y las inscripciones en las que se recordaban los detalles de la deportación de los israelitas.

En 1845 llegó a Mosul Henry Layard, quien se dedicó a excavar las grandes ciudades asirias:
Nínive, Kalah y Assur. Sus hallazgos fueron importantes porque incluían relieves que mostraban a otro asirio, el rey Salmanasar III, recibiendo el tributo que le entregaba Jehú, ʺel temible monarcaʺ israelita.

Al inglés Layard se debe el conocimiento del relieve que muestra a Sennaquerib asediando la ciudad de Lakish.
Citado en la Enciclopedia Judaica Castellana, vol. VI, pág. 334.
Este hecho ocurrido en el siglo VIII a.e.c. aparece narrado en l Libro 2º de Reyes cap. 17 vers. 6. Las cifras indicaban la cantidad de 27.290 prisioneros y 50 carros.
El relieve puede apreciarse en el monumento llamado El obelisco negro y, en La Biblia (TaNaJ( tiene
su co‐relato con los textos aparecidos en 1º de Reyes cap. 19 vers. 16 y 2º de Reyes caps. 9 y 10.

El suceso aconteció en el año 701 aec. Para relato bíblico ver Libro 2º de Reyes cap. 18.

En 1872, hubo una gran conmoción cuando George Smith logró traducir la primera versión cuneiforme del ʺDiluvioʺ.

Los hallazgos arqueológicos fueron en aumento. Ellos permitieron recuperar parte del patrimonio cultural de los pueblos con que, ‐en mayor o menor medida‐, se contactó Israel y sacaron a la luz personajes y temas que tienen sus paralelos en el texto bíblico.

Nada viene de la nada ni brota por generación espontánea. La Biblia es producto de su medio:
Israel no está sólo, debe estudiársele dentro del contexto de los pueblos del Medio Oriente donde se halla inserto y de las relaciones que mantuvo ‐a lo largo de toda sus historia‐ con los pueblos que lo rodeaban y, muy especialmente con el lugar desde donde se dice que habría surgido el primer patriarca: Abraham.

ʺY dijo Dios a Abraham: Vete de tu tierra y de tu parentela a la tierra que Yo te mostraré...ʺ

En Génesis 12:1 vemos a Abram convertirse en protagonista de una migración, producto de un acto de fe condicionado a las circunstancias de la época.
La historia de Abram (Abraham), siglo XVIII a.e.c., nos sitúa en plena época de Hammurabi, lo que implicaría que tanto Abraham como su familia habían asimilado la cultura súmero-babilónica mucho antes de que los hebreos formaran una nación.

El patriarca hebreo se fue de Mesopotamia por mandato divino, para dirigirse a la Tierra Prometida. Abandonó la zona pero no cortó relaciones con ella.

De hecho, hacia allá se dirigió Eliezer en busca de esposa para el hijo de su amo , También hacia esos lados huyó Jacob escapando de la ira de su hermano Esaú. Fue allí donde encontró esposa y desde allí retornó a la tierra de promisión.

El origen de esta familia patriarcal se encuentra en la Mesopotamia (actual Irak), lugar donde estuvieron insertos en el contexto socio‐cultural de la zona y, al salir de allí para dirigirse a la Tierra Prometida, llevaron consigo todo ese bagaje cultural que adaptaron a su forma y aspiración de vida, de acuerdo a su propia concepción religiosa.

El Libro de Génesis ilustra la época patriarcal, Éxodo nos entronca con la figura de Moisés y los años de esclavitud a que fueron sometidos los hebreos cuando ʺse levantó un faraón que no conoció a Joséʺ.

Egipto y Canaán son vecinos cercanos y, a no dudar, desde tiempos prehistóricos hubo entre ambas zonas un continuo intercambio y comercio. Tanto los documentos egipcios como la Biblia atestiguan la costumbre semita de entrar al Valle del Nilo en épocas de sequía, en busca de pastura para sus animales.

Si bien no se han encontrado documentos egipcios que den testimonio directo de la presencia de Israel o de los hebreos en Egipto, no lo es menos que la tradición bíblica merece crédito, un crédito que debe otorgársele porque una tradición como la que narra no puede ser inventada.

No se trata de la narración de una epopeya gloriosa que marca el inicio de un pueblo, sino del recuerdo ignominioso de una servidumbre en una tierra extraña. Algo así no puede ser más que el reflejo de una realidad lejana, pero realidad al fin, que se mantuvo viva por generaciones y que fue transmitida oralmente hasta el momento en fue puesta por escrito.

Por el lado egipcio hay una serie de condicionantes que explicarían esta falta de documentación.
Por ejemplo:

a) los contactos siempre se realizaron en la zona del Delta donde, prácticamente, no se han encontrado documentos oficiales;
b) lo que se conoce sobre Egipto está basado principalmente en textos religiosos grabados en tumbas y templos y son muy pocos los informes especiales que han llegado hasta nosotros;
c) los egipcios normalmente no distinguían a las tribus o pueblos extranjeros o cautivos, mencionándolos bajo términos generalizados, nunca específicos;
d) los anales egipcios eran siempre positivos y enfatizaban las victorias del faraón. No acostumbraban a mencionar sus derrotas y debilidades a menos que estuviesen referidas a épocas pretéritas y hubiesen sido, finalmente, de modo satisfactorio.

Por el lado bíblico, al leer los relatos que hablan de la estancia de los hebreos en Egipto, se evidencia un rico colorido local que ilustra muy bien las costumbres egipcias.

Resulta notorio que quien haya reproducido estos relatos, especialmente los relacionados con José, debió ser alguien que conocía muy bien el país y sus costumbres.


El éxodo de Egipto, siglo XIII a.e.c.‐  es el acontecimiento fundamental de la historia de Israel. Es posible  que  no  se  encuentren  datos  extra‐bíblicos  al  respecto,  pero  Israel  ha  recordado  esta liberación  en  todas  las  épocas  de  su  historia  hasta  nuestros  días,  conscientes  de  que  fue  ese acontecer el que
los transformó verdaderamente en pueblo, a través del pacto en el Monte Sinai.

ʺAhora pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre los pueblos porque mía es toda la tierra, seréis para mí un reino de sacerdotes, una nación santa...ʺ

La santidad se consigue a través del cumplimiento de la enseñanza de la Torá, que nos entrega una serie de deberes que llevan a una vida normada por conductas que no sólo dicen relación con la adoración, el ceremonial y la justicia, sino sobre materias tales como la filantropía, la amistad personal, la amabilidad, la actividad intelectual, la creación artística, la cortesía, la conservación de la salud y la atención sobre la dieta. En estos deberes el judío ve un llamado a Dios para que ʺéste salga de su absolutismo y entre en relación personal con él para hacer al hombre más personal, más auténticamente humanoʺ.

En los libros Levítico, Números y Deuteronomio han sido compiladas, en forma exhaustiva, esas normas de comportamiento. 

Con la revelación en el Sinai las tribus devinieron en pueblo. Corresponde ahora el ingreso a Canaán, al mando de Josué, de acuerdo a lo que Dios mandó:
ʺAhora, pues, sé valiente y firme, porque tú vas a dar a este pueblo la posesión del país que juré dar a sus padresʺ.

Una historia libre en su patria, la Tierra de Israel, el paso de tribus confederadas a monarquía unificada: Es la época de Saúl, David y Salomón.

El siglo X a.e.c. fue el siglo que presenció la conquista de Jerusalem, ciudad que fue convertida en capital del reino y a la que David llevó el Arca de la Alianza.

Salomón, su sucesor, se preocupó de la construcción del Templo y de convertirla en un centro de comercio internacional. A la muerte de Salomón, el ʺrey sabioʺ, el reino se dividió. Jerusalem continuó como capital de la reducida monarquía de Judá, a la que permanecieron fieles las tribus de Judá y Benjamin, quienes aceptaron al hijo de Salomón como heredero al trono.

Las diez tribus restantes juraron lealtad a Jeroboam e instauraron el Reino de Israel, al norte, cuya capital fue Samaria. La historia independiente de ambos reinos fue sesgada por los conquistadores asirios y babilonios.

Los asirios pusieron fin al Reino de Israel y deportaron a sus habitantes, como resultado de ello se habla de las ʺdiez tribus perdidasʺ.

En el 586 a.e.c., los neobabilonios, después de largos tres años de asedio a la ciudad de Jerusalem, destruyeron el Templo, devastaron la ciudad y los sacerdotes y dirigentes fueron exiliados a Babilonia.

En este momento histórico se produjo el segundo encuentro de Israel con la cultura mesopotámica.

A diferencia de lo que aconteció con los habitantes del reino de Israel, los de Judá sobrevivieron
como judíos y el judaísmo se mantuvo a pesar del cautiverio.

Esto fue posible porque los judíos que llegaron a Babilonia poseían una colección de escritos que llegaron a ser el núcleo de la Torá y les permitió mantener vivos aquellos recuerdos que debían y querían conservar.

Sin la existencia del Templo no puede haber sacrificios que ofrendar a Dios, entonces, surgieron una serie de modificaciones importantes:

a) surgió el ʺlugar de reuniónʺ, la beit haknéset o casa de la asamblea, donde la lectura de las escrituras constituyó la base del ritual sinagogal.

b) las oraciones y algunos ayunos vinieron a reemplazar a los sacrificios.

Durante el exilio, el saber y la instrucción babilónicas fueron infiltrándose en la mente y el pensamiento hebreo de modo tal, que a su regreso, llevaron consigo diversas prácticas litúrgicas, educativas y jurídicas que adaptaron a su aspiración de vida y a su concepción religiosa.

Babilonia fue destruida a su vez por Ciro, rey de Persia:
ʺEn el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra de Adonai, por boca de Jeremías, movió Yahveh el espíritu de Ciro de Persia, que manda a publicar de palabra y por escrito en todo su reino: Así habla Ciro, rey de Persia: Yahvé, el dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra. El meha encargado que le edifique una casa en Jerusalem, en Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él y suba!ʺ.

Ezra, el escriba, fue el encargado de encabezar el núcleo de judíos que, ‐exiliados en Babilonia‐, decidieron retornar a su patria. Quienes regresaron encontraron una realidad que no correspondía a las imágenes idílicas de los profetas:

Había una pequeña comunidad desmoralizada, numerosos matrimonios mixtos y una población casi
abandonada en lo religioso y bastante proclive a cultos extranjeros. No obstante la desilusión, los recién llegados lucharon y trabajaron duramente. Ezra con gran energía organizó la comunidad y obtuvo de los judíos el compromiso de vivir de acuerdo a la Torá.

Cerca de 112 años vivieron en relativa paz hasta que Oriente se convulsionó con la llegada de Alejandro Magno. Alejandro representó mucho más que una mera corriente bélica victoriosa: llevó consigo la cultura helénica a Oriente y el choque cultural produjo obras de gran envergadura.



A la muerte de Alejandro, sus generales se dividieron el vasto imperio. Así fue como en Oriente Seleuco quedó con la parte norte, ‐capital Antioquía‐, y Ptolomeo heredó Egipto, con Alejandría como su capital.

Emergieron dos grandes imperios, el Seléucida y el Lágida. La lucha entre ambos poderes imperiales
fueron frecuentes y el pequeño estado judío cambió de manos varias veces.

En el siglo II a.e.c., los judíos eran tributarios de los seléucidas. Su rey, Antíoco, estableció que sólo Zeus podía ser objeto de adoración y colocó una estatua de esta divinidad en el Templo de Jerusalem para que se
le rindiera culto.

La rebelión surgió en el norte, en Modiín, encabezada por Matatías, de la familia de los hasmoneos. La victoria llegó recién en el 165 a.e.c..

Luego de una época de monarquía idumea y de procuradores romanos. Roma envió tropas a esa zona para imponer el orden.
Después de tres años de asedio, un 9 de Av del año 70 e.c., los romanos abrieron una brecha en los muros de Jerusalem e ingresaron a ella victoriosos. Los romanos conquistaron y avanzaron al interior de la ciudad
e incendiaron el Templo. Más tarde, prohibieron a los judíos residir en Jerusalem y la expulsión, por edicto, dio origen a la gran Diáspora, el Galut.

Así se inició la segunda fase de la historia de este pueblo.

En Oriente y Occidente se instalaron comunidades judías que vivieron en barrios cerrados y acorde a sus tradiciones y costumbres.

En Europa, la existencia de núcleos de judíos está comprobado desde fines de la época bíblica.
Su número fue en aumento gracias a las conversiones, la deportación de prisioneros de guerra y las migraciones pacíficas hacia la capital del Imperio.

Comunidades establecidas con todos los requisitos que precisa una comunidad judía se encuentran en Europa sólo a contar del siglo III.

La situación de los judíos fue cambiando con el tiempo. En un comienzo, cuando el Imperio Romano era todavía pagano, los judíos eran tratados con tolerancia y el judaísmo era considerado una ʺreligio lícitaʺ.

Esta situación cambió cuando el Cristianismo se convirtió en la religión oficial del imperio.
Desde entonces se comenzó a vivir un clima de intolerancia y la Iglesia Católica empezó a
desarrollar, lentamente, un código antijudío que alcanzó su forma definitiva en el Concilio de
Letrán en 1215. Las restricciones que el Concilio impuso a los judíos se vieron reforzadas por el
prejuicio popular.

En Oriente las cosas no se dieron mejor. Los judíos vivían inmersos en un sistema totalitario cuyos habitantes dividieron el mundo en dos partes.

La primera, aquella donde domina el Islam y en la que no hay lugar para la existencia de herejes
(Dar‐ul‐Islam), y, la segunda, el resto del mundo, contra el cual los musulmanes estaban en
guerra con el objeto de conquistarlo e imponer el Islam (Dar‐ul‐jarb).

La guerra contra esta parte del mundo es una guerra santa (Djihad) a la que está obligado el musulmán en defensa de su comunidad y de la propagación de su fe.

En este mundo del Islam, se tolera a los que pertenecen al Pueblo del Libro (ahl‐ul‐kitab) en calidad de ʺDhimmiʺ.

La designación de ʺdhimmiʺ se otorga tanto a los judíos como a los cristianos que habitan en
países gobernados por el Islam. La calidad de dhimmi permite la posibilidad de vivir en el seno
del mundo islámico basándose en un sistema, debidamente establecido desde el punto de vista
jurídico‐legal‐religioso, que les asegura protección a cambio del pago de un impuesto: la ʺgiziáʺ.

Diferente fue en Occidente, donde a partir del siglo XVIII se evidenciaron cambios que
influyeron en la actitud de la sociedad hacia los judíos.

Una atmósfera más tolerante comenzó a respirarse desde entonces. Es posible que se debiera, entre otros factores‐, a una nueva concepción de estado, donde éste deviene en soberano y propugna su propio desarrollo incrementando su poderío político y económico. Se impone la ʺraison dʹétatʺ.

Comienza a palparse este cambio de actitud y en diferentes países de Europa se alzaron las voces de prominentes hombres. Es así como encontramos a Wilhelm Dohm (Austria), quien expuso el problema de la falta de derechos de los judíos y aseguró la utilidad que éstos pueden prestar al gobierno.

Jean Bodin ‐en Francia‐ hizo presente a las autoridades el principio de la razón de Estado. Hugo Grotius ‐en Holanda‐ se preocupó de estudiar ‐a petición expresa del gobierno holandés la situación de los judíos y planteó una serie de proposiciones tendientes a mejorar y elevar su condición.

John Toland ‐en Inglaterra‐ destacaba en sus obras que los judíos no perseguían poder político, cívico o religioso.

Luzatto, en Italia, señalaba que los judíos tenían derecho a ser tratados como ciudadanos en los lugares donde residían y donde ʺfueran mejor usados y tuvieran mayor seguridadʺ.

Se dio inicio a los Tiempos Modernos donde encontramos el marco necesario para el surgimiento de diversas corrientes de pensamiento judaico como lo son, entre otras, el Iluminismo, Jasidismo, Ortodoxia, Reformismo y, por supuesto, el Sionismo.

Largo sería aquí referirnos a cada una de ellas, a sus iniciadores y seguidores . Como así mismo,
el detenernos a analizar los cambios que produjeron una nueva serie de valoraciones y los
sucesos históricos entroncados con ellos y con el cambio de actitud hacia los judíos

La Emancipación abatió los muros de los ghettos. Sus habitantes, en mayor o menor medida,
comenzaron a integrarse a la sociedad circundante.

Las matemáticas, las ciencias naturales, la historia y la lengua del país donde residían ‐entre
otras‐ fueron disciplinas que se sumaron a la tradicional enseñanza del Talmud Torá que se
impartía en el jéder.

En algunos lugares antes, en otros después, no sin esfuerzo, los judíos devinieron en ciudadanos.
Sin importar el tiempo ni el lugar, en sus pensamientos, en sus oraciones, en su vida diaria, Sión
estaba presente. Eretz Israel era fuente de inspiración y de esperanza: esperanza que tomó
cuerpo en el siglo XIX de esta era, cuando en Basilea Theodor Herzl sentó las bases del que
llegaría a ser el Estado de Israel.

ʺTodo es eterno‐había dicho Herzl‐hasta mis sueños, porque otros los soñaran cuando yo no esté...ʺ

Herzl ha sido uno de los mas grandes visionarios de todos los tiempos. Un profeta con una fuerza y vitalidad generadora.

Su sueño fue la concreción de un estado judío con Jerusalem como su capital.

En su novela Altneuland, que ha llegado a ser el símbolo del Israel moderno, da una visión de
como él prevé la vida en esa ʺvieja‐nueva patriaʺ.

En el Estado Judío expresa su pensamiento respecto de la creación de un estado, diseña una
bandera, determina el número de horas que debe durar la jornada de trabajo e incluso llega a
decir de qué modo se iría poblando dicho estado.

ʺIm tirtzú ein‐zo agadáʺ (si lo deseáis no será una leyenda)

Así se hizo realidad la redención de Israel en su tierra, tercera etapa en la historia de este
pueblo. La Historia del Moderno estado de Israel en 1948.

La historia de Israel, como es de esperar, incluye a partir de entonces, la vida de los Judíos en el
Estado Judío o Estado de Israel y en la Diáspora.



Gracias a ANA MARIA TAPIA‐ADLER

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  E.B.G. Jacob Uriel Escalera  M.:.M.:. 
  A.·. L.·. MMXIII   Shalom aleijem