A continuación encontrara el orden de los libros en que se cree fue escrita la Biblia, libro por libro.
Los números corresponden a los capítulos ya que no todos los libros fueron escritos completamente.
Antiguo Testamento
Génesis 01-50
Job 01-42
Éxodo 01-40
Levítico 01-27
Números 01-36
Deuteronomio 01-34
Josúe 01-24
Ruth 01-04
1 Samuel 01-31
2 Samuel 01-24
Salmos 01-150
1 Reyes 01-04 Salta
Proverbios 01-31
Eclesiastés 01-12
Cantares 01-08
1 Reyes 05-22 Términa
2 Reyes 01-14:20 Salta
Joel 01-03
2 Reyes 14:21-29 Salta
Jonás 01-04
Amós 01-09
2 Reyes 15-17 Salta
Oseas 01-14
2 Reyes 18-19 Salta
Isaías 01-66
Miqueas 01-07
Nahum 01-03
2 Reyes 20-21 Salta
Sofonías 01-03
Habacuc 01-03
2 Reyes 22-25 Términa
Abdías 1
Jeremías 01-52
Lamentaciones 01-05
1 Crónicas 01-29
2 Crónicas 01-36
Ezequiel 01-48
Daniel 01-12
Ester 01-10
Esdras 01-04 Salta
Zacarías 01-14
Esdras 05-10 Términa
Nehemías 01-13
Malaquías 01-04
Nuevo Testamento
Mateo 01-28
Marcos 01-16
Lucas 01-24
Juan 01-21
Hechos 01-14 Salta
Santiago 01-05
Gálatas 01-06
Hechos 15:1-18:11 Salta
1 Tesalonicenses 01-05
2 Tesalonicenses 01-03
Hechos 18:12-19:10 Salta
1 Corintios 01-16
Hechos 19:11-20:1 Salta
2 Corintios 01-13
Hechos 20:2 Salta
Romanos 01-16
Hechos 20:3-28 Términa
Efesios 01-06
Filipenses 01-04
Colosenses 01-04
Hebreos 01-13
Filemón 01
1 Pedro 01-05
2 Pedro 01-03
1 Timoteo 01-06
Tito 01-03
2 Timoteo 01-04
1 Juan 01-05
2 Juan 01
3 Juan 01
Judas 01
Apocalipsis 01-22
Durante trescientos años, Henoc aprendió todos los secretos (del Cielo y de la Tierra) de los bene Elohím (‘los hijos de los Señores’). De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él.
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lunes, 26 de septiembre de 2011
Aproximación al Orden en que fue escrita la Biblia.
Publicado por
Eusebio Baños Gómez
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18:25
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Etiquetas:
Biblia,
Leyendas,
Literatura
Los números en la Biblia. Una segunda aproximación.
Para nosotros los números tienen un significado muy distinto a los números que leemos en la Biblia.
En la Biblia los números tienen tres significados distintos: cantidad, simbolismo y mensaje.
Primer sentido: LA CANTIDAD
Es un significado parecido al nuestro. Por ejemplo veamos: 1Rey 18, 1 2Rey 22,1 1 Rey 4, 7 Jn 11,18 .Estos números no son simbólicos ni encierran ningún mensaje oculto. Simple y llanamente se refieren a la cantidad de años, personas o distancia mencionadas en el texto.
En este significado no hay lugar para la confusión: lo que el número dice es lo que quería decir el autor.
Segundo sentido: EL SIMBOLISMO
Un número simbólico es aquel que no indica una cantidad, sino que expresa una idea, un mensaje distinto de él, que lo supera y lo desborda.
No siempre es posible saber por qué tal número significa "tal" cosa. La asociación entre ambas realidades a veces es desconocida. Para nosotros los occidentales esto es difícil de entender, pero los semitas los usaban con toda naturalidad para transmitir ideas, mensajes o claves.
La Biblia no explica nunca qué simboliza cada número, pero los estudiosos han llegado a averiguar algunos de sus simbolismos y han podido aclarar muchos episodios bíblicos.
El número 1 simboliza a Dios, que es único. Por ello indica exclusividad, primado, excelencia: Mt 19,17 Mt 19,17 Mt 19,6 Jn 10,30 Gál 3,28 Ef 4,5 En todos estos casos, el uno simboliza el ámbito divino.
El número 2 representa al hombre, pues en él hay siempre dualidad, división interior por culpa del pecado. Mt 20,30 Mt 26,60
El número 3 representa "totalidad", quizá porque 3 son las dimensiones del tiempo: pasado, presente y futuro. Decir 3 equivale a decir "la totalidad" o "siempre". Gn 6,10 Mt 26,34 Is 6,3
El número 4 en la Biblia simboliza el cosmos, el mundo, ya que son 4 los puntos cardinales. Cuando se dice que en el Paraíso había 4 ríos (Gn 4,10) significa que todo el cosmos era un Paraíso antes del pecado de Adán y Eva. O sea, no se trata de un sitio determinado, aunque algunos continúen buscando dónde estaba. Ez 37,9 Apoc 4,6
El número 5 significa "algunos", "unos cuantos", una cantidad indefinida. Así, se dice que en la multiplicación de los panes Jesús tomó 5 panes (=algunos panes). Que en el mercado se venden 5 pajarillos por dos monedas (=algunos pajaritos)... 1 Cor 14,19
El número 7 tiene el simbolismo más conocido de todos. Representa la perfección. Por eso Jesús dirá a Pedro que debe perdonar a su hermano hasta 70 veces 7. También puede expresar la perfección del mal, o el sumo mal, como cuando Jesús enseña que si un espíritu inmundo sale de un hombre puede regresar con otros 7 espíritus peores, o cuando el evangelio cuenta que el Señor expulsó 7 demonios de la Magdalena.
El Apocalipsis es el que más lo emplea: 54 veces para describir simbólicamente las realidades divinas: las 7 Iglesia del Asia, los 7 espíritus del trono de Dios, las 7 trompetas, los 7 candeleros, los 7 cuernos, etc.
La tradición cristiana continuó este simbolismo del 7, y por eso fijó en 7 los sacramentos, los dones del Espíritu Santo, las virtudes.
El número 10 tiene un valor que sirve para recordar. Al ser 10 los dedos de las manos, resulta fácil recordar esta cifra. Por eso figuran como 10 los mandamientos que Yahvé dio a Moisés (podrían haber sido más), y 10 las plagas que azotaron a Egipto. También por esta razón se ponen sólo 10 antepasados entre Adán y Noé, y 10 entre Noé y Abraham, aun cuando sabemos que existieron muchos más.
El número 12 es también simbólico. Significa "elección". Por eso se hablará de las 12 tribus de Israel, cuando en realidad el Antiguo Testamento menciona más de 12; pero con esto se quiere decir que eran tribus "elegidas". Igualmente se agruparán en 12 a los profetas menores del Antiguo Testamento. También el Evangelio mencionará 12 apóstoles de Jesús, que resultan ser más de 12 si comparamos sus nombres; pero se los llama "Los Doce" porque son los elegidos del Señor. Asimismo Jesús asegura tener 12 legiones de ángeles a su disposición (Mt 26,53). El Apocalipsis hablará de 12 estrellas que coronan a la Mujer, 12 puertas de Jerusalén, 12 ángeles, 12 frutos del árbol de la vida.
El número 40 tiene también valor simbólico. Representa el "cambio", de un período a otro, los años de una generación. Por eso el diluvio dura 40 días y 40 noches (pues es el cambio hacia una nueva humanidad). Los israelitas están 40 años en el desierto (hasta que cambia la generación infiel por otra nueva). Moisés permanece 40 días en el monte Sinaí, y Elías peregrina otros 40 días hasta allí (a partir de lo cual sus vidas cambiarán). Jesús ayunará 40 días (porque es el cambio de su vida privada a su vida pública).
El número 1.000 significa multitud, gran cantidad: Dan 5,1 Salm 90 1 Rey 3,4 1 Rey 11,3. A veces este número puede entrar en combinación con otros. Así, en el Apocalipsis dice simbólicamente que al final del mundo se salvarán 144.000 elegidos, porque es la combinación de 12x12x1.000, y significan los elegidos del Antiguo Testamento (12), y los elegidos del Nuevo Testamento (12), en una gran cantidad (x1.000).
Quedan otros números simbólicos como el 70. San Lucas dice que Jesús eligió a 70 discípulos para enviarlos a todos los lugares y sitios por donde él tenía que pasar (Lc 10,1). No está dando una cifra real, sino simbólica, ya que según Gén 10, el total de los pueblos y naciones que existían en el mundo era 70. Cuando Lucas dice esto, lo que quiso decir es que los mandó para que el evangelio llegara a todas las naciones del mundo.
También vemos otra cifra en Jn 21,11 ¿Por qué tanto interés en dejar registrado el número de 153 peces? Es que en la antigüedad se creía, entre los pescadores, que 153 era el número de peces que existía en los mares. El mensaje es claro: Jesús vino a salvar a gente de todas las naciones, razas y pueblos del mundo.
No todos los números en la Biblia son simbólicos, ante cada cifra tenemos que preguntarnos ¿esta cifra indica cantidad o encierra un mensaje?
Tercer sentido: EL MENSAJE (sentido gemátrico).
En las lenguas hebrea y griega las letras tienen un valor numérico. Así el 1 sería la A, el 2 la B, etc.
El número obtenido con la combinación de letras se llama gemátrico. En cada cifra podía haber escondida una palabra. La Biblia trae varios ejemplos de estos números gemátricos.
Por ejemplo: Cuando salieron los israelitas de Egipto dicen que salieron 603.550 hombres, sin contar mujeres y niños, pero si sustituimos las letras de la frase "todos los hijos de Israel" (en hebreo: rs kl bny ysr´l) por sus correspondientes valores numéricos da precisamente 603.550, con lo cual lo que están diciendo es que salieron "todos los hijos de Israel".
Mt 1,17 divide a los antepasados de Jesús en tres series de 14 generaciones cada una. Pero esto es imposible. Mateo sólo pone tres nombres para cubrir los 430 años de esclavitud en Egipto. Lo que ocurrió fue que cogieron el nombre de David (D=4+V=6+D=4=14)
Y como se esperaba que el Mesías fuera descendiente de David, el evangelista quiso decir que Jesús es el "triple David", el Mesías total, verdadero descendiente de David.
En la Biblia los números tienen tres significados distintos: cantidad, simbolismo y mensaje.
Primer sentido: LA CANTIDAD
Es un significado parecido al nuestro. Por ejemplo veamos: 1Rey 18, 1 2Rey 22,1 1 Rey 4, 7 Jn 11,18 .Estos números no son simbólicos ni encierran ningún mensaje oculto. Simple y llanamente se refieren a la cantidad de años, personas o distancia mencionadas en el texto.
En este significado no hay lugar para la confusión: lo que el número dice es lo que quería decir el autor.
Segundo sentido: EL SIMBOLISMO
Un número simbólico es aquel que no indica una cantidad, sino que expresa una idea, un mensaje distinto de él, que lo supera y lo desborda.
No siempre es posible saber por qué tal número significa "tal" cosa. La asociación entre ambas realidades a veces es desconocida. Para nosotros los occidentales esto es difícil de entender, pero los semitas los usaban con toda naturalidad para transmitir ideas, mensajes o claves.
La Biblia no explica nunca qué simboliza cada número, pero los estudiosos han llegado a averiguar algunos de sus simbolismos y han podido aclarar muchos episodios bíblicos.
El número 1 simboliza a Dios, que es único. Por ello indica exclusividad, primado, excelencia: Mt 19,17 Mt 19,17 Mt 19,6 Jn 10,30 Gál 3,28 Ef 4,5 En todos estos casos, el uno simboliza el ámbito divino.
El número 2 representa al hombre, pues en él hay siempre dualidad, división interior por culpa del pecado. Mt 20,30 Mt 26,60
El número 3 representa "totalidad", quizá porque 3 son las dimensiones del tiempo: pasado, presente y futuro. Decir 3 equivale a decir "la totalidad" o "siempre". Gn 6,10 Mt 26,34 Is 6,3
El número 4 en la Biblia simboliza el cosmos, el mundo, ya que son 4 los puntos cardinales. Cuando se dice que en el Paraíso había 4 ríos (Gn 4,10) significa que todo el cosmos era un Paraíso antes del pecado de Adán y Eva. O sea, no se trata de un sitio determinado, aunque algunos continúen buscando dónde estaba. Ez 37,9 Apoc 4,6
El número 5 significa "algunos", "unos cuantos", una cantidad indefinida. Así, se dice que en la multiplicación de los panes Jesús tomó 5 panes (=algunos panes). Que en el mercado se venden 5 pajarillos por dos monedas (=algunos pajaritos)... 1 Cor 14,19
El número 7 tiene el simbolismo más conocido de todos. Representa la perfección. Por eso Jesús dirá a Pedro que debe perdonar a su hermano hasta 70 veces 7. También puede expresar la perfección del mal, o el sumo mal, como cuando Jesús enseña que si un espíritu inmundo sale de un hombre puede regresar con otros 7 espíritus peores, o cuando el evangelio cuenta que el Señor expulsó 7 demonios de la Magdalena.
El Apocalipsis es el que más lo emplea: 54 veces para describir simbólicamente las realidades divinas: las 7 Iglesia del Asia, los 7 espíritus del trono de Dios, las 7 trompetas, los 7 candeleros, los 7 cuernos, etc.
La tradición cristiana continuó este simbolismo del 7, y por eso fijó en 7 los sacramentos, los dones del Espíritu Santo, las virtudes.
El número 10 tiene un valor que sirve para recordar. Al ser 10 los dedos de las manos, resulta fácil recordar esta cifra. Por eso figuran como 10 los mandamientos que Yahvé dio a Moisés (podrían haber sido más), y 10 las plagas que azotaron a Egipto. También por esta razón se ponen sólo 10 antepasados entre Adán y Noé, y 10 entre Noé y Abraham, aun cuando sabemos que existieron muchos más.
El número 12 es también simbólico. Significa "elección". Por eso se hablará de las 12 tribus de Israel, cuando en realidad el Antiguo Testamento menciona más de 12; pero con esto se quiere decir que eran tribus "elegidas". Igualmente se agruparán en 12 a los profetas menores del Antiguo Testamento. También el Evangelio mencionará 12 apóstoles de Jesús, que resultan ser más de 12 si comparamos sus nombres; pero se los llama "Los Doce" porque son los elegidos del Señor. Asimismo Jesús asegura tener 12 legiones de ángeles a su disposición (Mt 26,53). El Apocalipsis hablará de 12 estrellas que coronan a la Mujer, 12 puertas de Jerusalén, 12 ángeles, 12 frutos del árbol de la vida.
El número 40 tiene también valor simbólico. Representa el "cambio", de un período a otro, los años de una generación. Por eso el diluvio dura 40 días y 40 noches (pues es el cambio hacia una nueva humanidad). Los israelitas están 40 años en el desierto (hasta que cambia la generación infiel por otra nueva). Moisés permanece 40 días en el monte Sinaí, y Elías peregrina otros 40 días hasta allí (a partir de lo cual sus vidas cambiarán). Jesús ayunará 40 días (porque es el cambio de su vida privada a su vida pública).
El número 1.000 significa multitud, gran cantidad: Dan 5,1 Salm 90 1 Rey 3,4 1 Rey 11,3. A veces este número puede entrar en combinación con otros. Así, en el Apocalipsis dice simbólicamente que al final del mundo se salvarán 144.000 elegidos, porque es la combinación de 12x12x1.000, y significan los elegidos del Antiguo Testamento (12), y los elegidos del Nuevo Testamento (12), en una gran cantidad (x1.000).
Quedan otros números simbólicos como el 70. San Lucas dice que Jesús eligió a 70 discípulos para enviarlos a todos los lugares y sitios por donde él tenía que pasar (Lc 10,1). No está dando una cifra real, sino simbólica, ya que según Gén 10, el total de los pueblos y naciones que existían en el mundo era 70. Cuando Lucas dice esto, lo que quiso decir es que los mandó para que el evangelio llegara a todas las naciones del mundo.
También vemos otra cifra en Jn 21,11 ¿Por qué tanto interés en dejar registrado el número de 153 peces? Es que en la antigüedad se creía, entre los pescadores, que 153 era el número de peces que existía en los mares. El mensaje es claro: Jesús vino a salvar a gente de todas las naciones, razas y pueblos del mundo.
No todos los números en la Biblia son simbólicos, ante cada cifra tenemos que preguntarnos ¿esta cifra indica cantidad o encierra un mensaje?
Tercer sentido: EL MENSAJE (sentido gemátrico).
En las lenguas hebrea y griega las letras tienen un valor numérico. Así el 1 sería la A, el 2 la B, etc.
El número obtenido con la combinación de letras se llama gemátrico. En cada cifra podía haber escondida una palabra. La Biblia trae varios ejemplos de estos números gemátricos.
Por ejemplo: Cuando salieron los israelitas de Egipto dicen que salieron 603.550 hombres, sin contar mujeres y niños, pero si sustituimos las letras de la frase "todos los hijos de Israel" (en hebreo: rs kl bny ysr´l) por sus correspondientes valores numéricos da precisamente 603.550, con lo cual lo que están diciendo es que salieron "todos los hijos de Israel".
Mt 1,17 divide a los antepasados de Jesús en tres series de 14 generaciones cada una. Pero esto es imposible. Mateo sólo pone tres nombres para cubrir los 430 años de esclavitud en Egipto. Lo que ocurrió fue que cogieron el nombre de David (D=4+V=6+D=4=14)
Y como se esperaba que el Mesías fuera descendiente de David, el evangelista quiso decir que Jesús es el "triple David", el Mesías total, verdadero descendiente de David.
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Biblia,
Dios,
Divulgación
Los números de DIOS. Las cifras DIVINAS.
Texto1
La numerología bíblica está basada en el simbolismo espiritual de los números. En el alfabeto hebreo de 22 letras, a cada una le corresponde un determinado número que tiene un cierto significado y valor. Muchos números de la Biblia contienen misteriosos y fascinantes significados simbólicos; por ejemplo, el “setenta veces siete” del Evangelio o “el número de la Bestia” -el 666- y los 144.000 salvados del libro del Apocalipsis.
Para la Biblia, las letras unidas a los números constituyen un lenguaje creador. En la primera página del libro del Génesis -con el cual comienza toda la Escritura- se afirma que la Palabra dijo e hizo todo de la nada. La Creación aparece en una gran concepción lúdica y estética: la Palabra es dinámica, vital, concreta, operadora y eficaz. No promete sino que realiza aquello que designa. Cuando pronuncia, crea el ser de todas las cosas. Todo el universo es una “palabra”.
Para algunas corrientes de interpretación bíblica, todo ser creado es una palabra y -a la vez- un número que guarda algún secreto de Dios. De las diversas combinaciones que pueden darse entre letras y números surgen las posibilidades de la Creación y las variaciones en la sinfonía del mundo. Incluso afirman que el Nombre sagrado y misterioso de Dios está formado por todas las letras que componen el alfabeto y que éste, por tanto, tiene múltiples formas de revelarse; por eso Dios es un misterio infinito cuyo Nombre resulta indecible e inefable. Nadie puede pronunciarlo, ni conocerlo. Todas las expresiones que se usan para designar a Dios son “metáforas”, circunloquios para evitar nombrarlo directamente.
Además los números bíblicos tienen vida propia. No son sólo entidades de naturaleza lógica y formalmente matemática, tal como nosotros -en la actualidad- los consideramos. Para la cultura antigua y oriental de la Biblia, tan lejana a nuestra actual visión occidental y pragmática, los números conformaban realidades y símbolos que expresaban la naturaleza de las cosas en su propia esencia, descubriendo tanto su realidad espiritual como su realidad física simultáneamente. El enigma de los números propiciaba una experiencia, un método y una herramienta para el acceso a la esencia de las cosas ya que la realidad no es solamente lo que aparece.
El número “descifra” –precisamente porque es un número, es una “cifra”- descifra (decíamos) el secreto de las cosas, su “alma” escondida y oculta. Conocer los números es captar el dinamismo de la realidad y sus leyes invisibles. Así, de la misma manera en que las leyes físicas básicas -tales como la gravedad y el magnetismo- existen independientemente de nuestra conciencia y voluntad, las leyes espirituales que rigen el universo, influyen y están simbolizadas en los números. El conocimiento espiritual y sapiencial de estos números permite vivir en armonía con estas leyes.
Cada letra del alfabeto hebreo -como elemento creador- tiene asignado un número, lo que le confiere variados significados. Ya que en el idioma hebreo no hay vocales, de la lectura de una palabra se pueden obtener diversos significados simbólicos posibles e incluso armar una considerable cantidad de palabras ocultas. Se realizan cálculos numéricos -obtenidos a partir de las letras- arribando así a posibles significaciones.
¡Cuánta magia y belleza que tenían estas concepciones!; ¿qué nos habrá pasado para que hayamos cambiado nuestro candor e inocencia para contemplar lo que nos rodea?; ¿no será acaso que tenemos que aprender a mirar?...
Texto 2
En la Biblia, cada número tiene un sentido propio y –a la vez- otro derivado, simbólico o alegórico. El desarrollo del simbolismo de las letras y de los números del alfabeto hebraico luego se unió a las figuras geométricas. Con la combinación de estos elementos diferentes hay quienes sostienen que se pueden descifrar las leyes esenciales que rigen las cosas. El universo es un alfabeto divino. Hay que aprender a descifrar ese idioma desde el cual Dios también nos habla.
Los números son conceptos humanos elevados, complejos y elaborados. En el año 530 antes de Cristo, el filósofo Pitágoras desarrolló una teoría de la relación entre los planetas. Sostuvo que cada uno de ellos tenía una particular “vibración numérica”. Los números contenían la “vibración secreta” de las cosas que denominó “la música de las esferas”. Mediante su método también descubrió que las palabras poseían un sonido que vibraba en consonancia con la frecuencia de los números. Manifestó así la armonía del universo, las leyes de la naturaleza y la matemática en relación a la música. Todo estaba perfectamente unido en el cosmos, el cual es “música”, matemática encarnada en los sonidos.
Hoy la numerología bíblica es utilizada –a veces con bastante poca seriedad- por el auge de algunas modas que intentan el resurgimiento de una corriente mística y filosófica de la antigua tradición judía llamada “Cábala” o “Kabalá” (del hebreo קבלה kabalah, “recibir”)..
El siglo XXI no es como el siglo XX que se caracterizó por el “eclipse y el ocultamiento cultural de Dios”. Un tiempo marcado por el ateísmo, el agnosticismo, el escepticismo y el indiferentismo religioso. El siglo XXI cree en todo. No tiene problema en fusionar diversas tradiciones espirituales y convivir como si fueran una misma y única fe. Esto se llama “sincretismo”. Se termina creyendo en todo de manera un tanto supersticiosa. Actualmente algunos aspectos de la Biblia generan mucho interés pero no necesariamente desde una fe madura y coherente sino desde la curiosidad. El siglo XXI es un siglo que busca su propia interioridad y -a veces- no sabe dónde encontrarla. Hay pocos maestros que nos guíen en esto.
El filósofo y matemático de la Antigüedad llamado Pitágoras decía que “el mundo está construido sobre el poder de los números”. Desde siempre, el ser humano ha explorado los diversos caminos del arte, la ciencia y el espíritu, en su intento por descubrir la verdad sobre sí mismo. Existieron en la historia varias corrientes de pensamiento y religiones que se dedicaron al estudio del simbolismo numérico. No sólo estaba la tradición judía; también los caldeos -que tuvieron sus orígenes en la civilización babilónica- los chinos, los griegos y los árabes. Hay distintas numerologías que parten de los principales y más antiguos alfabetos como el sánscrito, fundamento de la numerología tántrica, el griego en el que se basa la numerología pitagórica y el alfabeto judío en el que se sustenta la numerología de la Biblia y de la tradición espiritual llamada “cábala”.
Los hindúes -de quienes Pitágoras recibió el conocimiento matemático- relacionaban los números con lo sagrado y divino. Quien se dedicaba a ellos se consagraba a una ciencia divina. También los hebreos tenían este profundo significado. En el mundo antiguo, casi todo era sagrado. Casi nada había profano. Todo se relacionaba con la divinidad o con la pluralidad de las divinidades. Hoy, nuestro mundo, está tan desacralizado que -para nosotros- los números son meramente cifras que posibilitan cálculos, índices, porcentajes y operaciones matemáticas. Los hemos despojado de misterio. Es una pena que para nosotros, los números sean sólo números. Eso refleja, además, una mirada que tenemos sobre todas las cosas. Con el avance de la técnica y la ciencia, el mundo tiene cada vez menos secretos o –al menos- creemos eso. El mundo sigue siendo tan fascinante y misterioso cada antes. Lo que ha cambiado es nuestra mirada.
¿Vos cómo ves el mundo?; ¿cómo ves tu mundo?, ¿conservás aún una mirada de asombro y estupor en el milagro de la vida y del mundo que se abren ante tu ojos?; ¿cuál es tu norte y tu sur, mientras gira este mundo entre la luz y sombra?
Texto 3
Los números están en todas las cosas. Tienen un alcance doméstico, cotidiano y universal. Conforman la materia, la sustancia y el inicio del movimiento de la naturaleza: la raíz y el principio de toda la Creación. Están escondidos en todos los seres: en las fechas, en las edades, en las medidas, en los gastos, en el paso del tiempo y en las cronologías de la historia. Incluso se encuentran en el cielo, en el universo, en la astronomía y en las ciencias. También se hallan en la pintura, la arquitectura y la escultura ya que requieren cálculos y perspectivas. Están en la música: los compases, acordes y ritmos son números. Hasta la fe tiene relación con los números: el Dios Trino es uno y tres; Jesucristo es una persona divina con dos naturalezas, la divina y la humana; recordemos además los 10 mandamientos, los 7 sacramentos, los 7 pecados capitales, los 7 dones del Espíritu Santo, los 5 preceptos de la Iglesia, las 4 virtudes cardinales, las 3 virtudes teologales, las 3 edades de la vida interior, etc.
También hoy las ciencias afirman una visión integral y totalizante, una perspectiva “holística” en donde el número manifiesta la importante relación de la parte con el todo, buscando una profunda armonía y equilibrio. Incluso algunos afirman que cada número tiene su propia “personalidad”, su forma y figura geométrica: el 3 es el triángulo, el 4 es el cuadrado, el 5 es el pentágono, el 6 es el hexágono y así sucesivamente. Las figuras son relaciones y proporciones. La perspectiva es medida y la forma es figura. Todo incluye el número y la matemática.
La relación con los números se verifica incluso en la vida interior. Esta cuestión es tan antigua como el nacimiento del conocimiento humano. Desde el comienzo, en diferentes culturas, se estableció una relación mística entre los números, los seres vivos, las fuerzas físicas y espirituales. De hecho, la numerología hoy se considera una disciplina o un arte. En la Antigüedad era una ciencia ya que se daba un valor cualitativo a los números y se asociaban a la idea de un mundo celeste que tenía su correspondencia en esta tierra. Los números y sus combinaciones –con su posibilidad de infinitas variaciones- eran espejos que reflejaban las imágenes de las cosas.
No existían unos números que fueran mejores que otros. Todos resultaban necesarios. Se sostenía que los números y sus relaciones proyectadas en el tiempo, en el espacio o en los movimientos, creaban consonancia, orden, adaptación, concordia, acorde, armonía y belleza.
Los números impares eran el principio de la identidad, la indivisibilidad, la simplicidad, la igualdad, la constancia, la totalidad y el elemento masculino. Los números pares, en cambio, eran la dualidad, la multiplicidad, la divisibilidad, la composición, la variedad, la fluidez, la ligereza y el elemento femenino. La belleza de los números y su estética matemática surgían de las infinitas combinaciones posibles entre la estabilidad y el movimiento, lo igual y lo desigual, lo uno y lo múltiple, lo par y lo impar, lo masculino y lo femenino.
En el universo creado, todo es naturalmente proporcionado. El mundo es una admirable sinfonía, contiene una belleza polifónica. Todo ser posee música en su interior y esto –para los Antiguos- no era simplemente una metáfora. La justa proporción que existe en la esencia y estructura de los números es lo que permite las leyes fundamentales de la música.
Hay que escuchar el concierto de las cosas. Todo es un inmenso cántico y cada creatura contiene -en su silencio- el sonido que identifica su secreta armonía. La belleza del mundo –como un espejo- refleja nuestra imagen: traduce y prolonga las proporciones del cuerpo y del espíritu humano. Los miembros y sus movimientos armonizan con el ritmo de la danza. En la naturaleza, todo tiene color, ritmo, cadencia y vibración. En el ser humano hay un acento y un compás en la voz, la respiración, los latidos del corazón, el pulso, el torrente sanguíneo, las emociones y los sentimientos. Todo se mueve. El ser humano es “la música y la danza del mundo”. Hay quienes afirman que en el universo exterior, los cuerpos siderales que orbitan a través del espacio con masas, velocidades y distancias que se traducen en relaciones numéricas, generan sonidos que -al unísono o en sucesión- producen particulares melodías generando así una especie de “música cósmica”.
También la poesía tiene una música interna en las palabras y en la métrica. La poesía es melodía sin música. En ella hay palabras y silencios, matices e intensidades. Todo tiene su modulación, su canto, su danza, su poesía. Todo elemento del mundo visible e invisible guarda el secreto de su propia música.
La armonía, la proporción, el movimiento, la figura: todo es una combinación perfecta de esa música que rige el espacio y el tiempo, el universo y el ser humano. Dios también es música y belleza. En su interior posee una Palabra con sonoridad eterna y un silencio lleno de infinitos ecos, una sublime e inigualable música infinita.
En definitiva, detrás de toda belleza resplandece el mundo inmaterial de los números. Ellos abarcan todas las cosas y confieren una música callada, un eco sonoro y un ritmo interior. En ese mundo habita la serena belleza de Dios, la cual se refleja y comunica en la música del mundo y del tiempo, una vasta sinfonía cuyas líneas armonizan -en cada instante- con un orden admirable que todo lo abarca.
Los números también están presentes en nuestra existencia singular. No se encuentran ni en exceso, ni en defecto. Están en su justa medida y en un número exacto y -a la vez- limitado de tiempo. Sólo Dios se reserva el “Número infinito”. Los demás seres tenemos un número finito de tiempo. Nuestro tiempo y el curso de su vida poseen la cuerda de un “número” limitado. El día de neutro nacimiento tiene el número de una fecha determinada. El día de nuestra muerte igualmente lo tendrá. Como dice el Salmo: “Tú, Señor, conoces hasta el fondo de mi alma. Nada de mi ser se te oculta cuando yo era formado en lo secreto y tejido en lo profundo de la tierra. Tus ojos veían mis acciones, todas ellas estaban en tu Libro. Mis días estaban escritos y señalados, antes de que llegara el primero” (Sal 139, 14-16).
Si todo en este universo es música y danza, incluso el tiempo y la vida: ¿cuál será la música que se oye en lo escondido de tu alma, la que se escucha en los ecos de tu historia?; ¿y si nos ponemos a bailar aún en medio de las ruinas y las cenizas?; ¿sobre los vestigios del tiempo y de las fechas?; ¿y si danzamos sobre el horizonte sin que nadie nos vea?...
Texto 4
Para la Biblia -y para muchas culturas antiguas- el número no era sólo una cifra o un guarismo solitario sino una poderosa expresión del cosmos, una revelación finita de lo infinito de Dios. En el Antiguo Testamento se afirma que Dios ha “dispuesto todo con medida, número y peso” (Sb 11,20). Es así que cada número tiene un simbolismo universal. Por ejemplo, el número cero representa lo que no es pero puede ser, o lo que ya ha sido. Puesto a la izquierda de cualquier número lo reduce, puesto a la derecha lo aumenta. Por lo tanto, puede ser todo o nada. Lo que aún no es con la posibilidad de poder serlo todo. Su forma más abstracta es la negación. Cuando es nada, manifiesta lo indeterminado, lo inexistente. Al ser previo a todo número, alude a la eternidad, la cual es anterior a la sucesión y al tiempo. El 0 es potencialidad. Está representado por el círculo, figura autocontenida e infinita que carece de principio y fin.
En la debilidad del cero reside toda su fuerza. A veces pierde todo lo que lleva encima. Es desnudez que renuncia, lo entrega todo para jerarquizar a los otros números. Sólo no vale nada, se encuentra despegado de sí mismo. Su permanencia está en su fugacidad. Es tan liviano que puede ser el disfraz de la nada. Es límite y también posibilidad. Su fuerza radica en que dibuja la huella digital del infinito, la redondez perfecta de la eternidad. Es el estado inocente y virginal de todas las cosas: espacio cero, tiempo cero, conciencia cero, hora cerco. Hay un cero en las entrañas de todas las cosas. El cero es fantasma e inmensidad, vacío y plenitud a la vez.
El número 1 es la determinación, la voluntad y el comienzo de las cosas. Es el número del líder, del precursor, de la invención. Es fuerte y dominador. Representa la unidad y lo indivisible. Al no admitir partes simboliza la forma más sencilla de existencia y –a la vez- sumado a otros, aumenta el resto. El 1 es autosuficiente, tanto si se multiplica como si se divide por él mismo queda siempre 1. Esto no ocurre con ningún otro número. Se lo representa por el punto porque tampoco éste admite partes.
El número 2 es el principio de la dualidad y la diversidad. El 1 representa lo masculino. El 2 lo femenino. También es el lado oscuro y ambiguo en el dualismo de todo ser. La Biblia al narrar la Creación, al final de cada día, dice que “Dios vio que todo era bueno”, frase omitida en uno sólo de los 6 días, precisamente el segundo. El 2 se desempeña como árbitro y juez ya que contempla los dos lados de las cosas. Está relacionado con la intuición, ve lo positivo y lo negativo, lo manifiesto y lo oculto, el consciente y el inconsciente. A partir de él comienza la sucesión –ya sea multiplicando o dividiendo- por lo cual simboliza el paso del tiempo y es representado por una línea que tiene principio y fin, es decir una dirección, un pasado y un futuro.
El número 3 es el de la creación, ya que es el resultado de la suma del 2 + 1, es decir, del principio femenino del 2 sumado al principio masculino del 1. Aquí hay un simbolismo sexual ya que del elemento masculino 1 y del elemento femenino 2, surge un tercero. Este número otorga actividad a la pasividad y receptividad del 2 y del 1 que -aunque sea potencialmente creativo- por si sólo es estéril. El 3 concede energía a los números a los que se asocia, proporcionando una cierta inestabilidad ya que es el resultado de la suma de la actividad del 1, con la pasividad del 2. Es el número de la generación y la fecundidad. Está representado por el triángulo.
El número 3 aparece abundantemente en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento, tres veces los serafines claman “Santo, Santo, Santo” (Cf. Is 6,3); también así lo hacen los cuatro seres frente al trono de Dios en el libro del Apocalipsis (Cf. 4,8). Tres veces es dada la bendición divina en el libro de los Números (Cf. 6,23-26). En estas bendiciones, el nombre del Señor aparece tres veces. El Arca de Noé tenía 3 pisos. Son tres los hijos de Noé (Cf. Gn 6,10); tres los amigos de Job (Cf. Jb 2,11); tres los invitados de Abrahám (Cf. Gn 18,2); tres los amigos del profeta Daniel (Cf. Dn 3,23) y 3 las veces que Dios llamó al profeta Samuel (Cf. 1 Sm 3,8).
En el Nuevo Testamento, el tres es llamado “número divino” por ser mencionado con frecuencia en relación con las cosas santas: “el Espíritu, el agua y la sangre” dice la Carta de San Juan (Cf. 1 Jn 5,18). El ser humano está conformado por espíritu, cuerpo y alma según el Apóstol San Pablo (Cf. 1 Ts 5,23). También están las tres oraciones que el mismo Apóstol hizo pidiendo que le sea sacado el aguijón de la carne que lo perturbaba (Cf. 2 Co 12,8). Son tres las virtudes: fe, esperanza y caridad. Las tentaciones de Jesús en el desierto fueron tres (Cf. Lc 4,3-10) y el Señor repitió por tres veces las palabras “está escrito” aludiendo a la Palabra de Dios para ahuyentar al Maligno. Jesús fue crucificado en la hora tercera y hubo tres horas de tinieblas cuando Él estaba en la Cruz. Son tres las negaciones de Pedro y 3 las preguntas del Señor Resucitado al mismo Apóstol.
El tres es considerado el símbolo de la “perfección divina” debido a la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo); así como también “el tercer día según las Escrituras” de la muerte y resurrección del Señor: “como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mt 12,40). En el Evangelio de Juan, dijo Jesús a los judíos: “destruyan este templo y en tres días lo levantaré” (Cf. 2, 19). El Señor resucitó a tres personas cuando estuvo en la tierra. A su amigo Lázaro, al hijo único de una viuda y a una muchacha. En el Antiguo Testamento, hay también tres casos de resucitados (Cf. 1 Re 17,9-24; 2 Re 4,18-35; 2 Re 13,21). En toda la Biblia hay un total de seis personas resucitadas. Las seis que resucitaron -sin embargo- murieron nuevamente. El séptimo resucitado fue el propio Señor Jesús. Él jamás murió de nuevo. Jesús resucitó el tercer día y se apareció por 3 veces a los Apóstoles
También hay que recordar los tres días por el desierto del pueblo de Israel antes de atravesar el Mar Rojo. Estos tres días transcurrieron inmediatamente después del sacrificio y de la comida del Cordero Pascual. (Cf. Ex 14, 27). Tres días después de la Pascua, los israelitas atravesaron el mar (Cf. 1 Co 5,7). En la nueva Jerusalén en el libro del Apocalipsis, la muralla que rodea la ciudad tiene 3 puertas en cada costado. Por ser el número de la Trinidad y el número de la resurrección, el 3 es el número de la total manifestación de los más grandes misterios de Dios y de Jesús.
¿Cuál es tu número preferido?; ¿qué fecha tenés siempre en tu memoria?; ¿qué época recordás como más feliz?; ¿qué tiempo recordás como el más doloroso?, ¿qué número tiene el temor?, ¿y cuál es la cifra encerrada en la suerte y en la bendición?, ¿qué es lo que destraba los sueños para poder vivir sin miedos?
Texto 5
Prosiguiendo con la numerología bíblica, el número 4 es la firmeza, el trabajo, la rutina, la disciplina que restringe la creatividad y la fecundidad del 3. Este número implica un primer regreso a la unidad. Si sumamos 1 + 2 + 3 + 4 es igual a 10. Si colocamos el 0 a la izquierda, se vuelve a la reducción original de donde comenzó la serie. El 4 está representado por la cruz (los 4 puntos cardinales en sentido espacial), las 4 estaciones en sentido temporal y por el cubo o tetraedro que representa la solidez, el inmovilismo, la estabilidad y la practicidad.
El número 5 representa la libertad del ser humano y al estar a medio camino entre el 1 y el 10 -en el centro de la serie- es versátil y cambiante. Tiene relación con el resto de los números al encontrarse en el medio. Rompe la rutina y el método del número 4. Alude a los 5 sentidos. En la escala humana representa los 4 miembros del cuerpo más la cabeza que los controla, o los 4 dedos de la mano más el pulgar que los hace funcionales. Se representa por el pentágono o el pentagrama. Es la unión del Macrocosmos con el Microcosmos, lo humano con lo divino. Los cuatro elementos, más el éter que los cohesiona, el quinto elemento que anima a los otros cuatro.
El número 6 es el orden, la codificación, el derecho y la justicia ya que busca siempre el equilibrio la belleza, la armonía y la perfección. Es uno de los números perfectos porque descompuesto en sus múltiplos y sumado 1 + 2 + 3 da por resultado 6. Su equilibrio se demuestra en que se puede obtener sumando seis veces 1, tres veces 2 o dos veces 3. De lo que se deduce que el número 6 es un número armónico y estable. Se lo representa por la unión de los cuatro elementos -fuego, aire, agua y tierra- o por la estrella de David formada por dos triángulos superpuestos que diseñan una figura con 6 vértices. Es el número que indica el orden que resulta de la perfecta fusión de los elementos de la naturaleza.
El número 7 cuyo nombre proviene -en hebreo- de la palabra que significa “completo o lleno”. De allí que simbolice “la perfección o plenitud”. Son 7 los días de la creación, las 7 plagas Egipto, los 7 pecados capitales, los 7 dones del Espíritu Santo, los 7 días de la semana que tiene el ciclo lunar, las 7 notas musicales, los 7 colores, etc. Es el número de la segunda vuelta a la unidad -después de la vuelta que propicia el 4- ya que sumando 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 da por resultado 28, el cual -si se suman los dos dígitos (2 + 8) da por resultado 10, el cual -poniendo el cero delante- solo tiene valor el 1. Si en el número 4 teníamos la simplificación a la unidad -con las características de un numero sólido y material- en este caso tenemos la reducción a la unidad espiritual y material a la vez. Es el número que representa al ser humano en su unidad física y espiritual. Este número da paso a otros 2 que son el 8 y el 9 que nos hablan de materia sublimada, el 8 como poder material y el 9 como poder espiritual.
Al no surgir de la multiplicación de otros números, al 7 se lo vincula con una tendencia al aislamiento y la introspección. Aparece como suma del orden espiritual 3 y del orden material 4 y se lo representa con el triángulo -imagen de lo espiritual- apoyado sobre el cuadrado, imagen de lo corporal. El número 7 -en el libro del Génesis- aparece cuando Caín mata a su hermano. Dios señala que quien mate a Caín será castigado 7 veces. Lamec, descendiente de Caín, dijo que si Dios condenó al que matara a Caín con una venganza del valor de 7 veces, a él –Lamec- tendría que vengarlo 77 veces. Dice la Biblia que murió a los 777 años. En el mismo libro, durante el diluvio, Noé esperó 7 días antes de salir de la Barca. En el Nuevo Testamento, Galilea tiene siete letras; después de la resurrección Jesús se aparece por tres veces a 7 discípulos. El mismo dice que hay que perdonar setenta veces siete. En el libro de los Hechos de los Apóstoles se escogen a 7 ayudantes como colabores de los Apóstoles. El número 7, por lo tanto, es el de una medida colmada, una cantidad total y plena en sí misma.
¿A vos qué número no te gusta y no te resulta simpático?, ¿por qué?; ¿te has dado cuenta que todo es un puñado de cantidades y números en medio de la agitación de este vertiginoso tiempo?; ¿y si paramos y nos detenemos un poco?...
Texto 6
Prosiguiendo con las características de los números bíblicos, el número 8 se divide en dos partes iguales (4 + 4) que -a su vez- se dividen en otros dos números iguales (2 + 2) los cuales también se dividen en dos números iguales (1 + 1), de ahí que indique exactitud, equidad, justicia y equilibrio. Al ser el 8 un 4 duplicado resulta un número de poder material. Por su forma hecha con dos círculos superpuestos, representa el movimiento en espiral, continuo flujo y reflujo, simbolizando la ley de causa y efecto. El ocho tumbado es el símbolo matemático del infinito. El ocho representado por un octógono, simboliza la figura intermedia entre el cuadrado (orden terrestre) y el círculo (orden celeste). Es también símbolo de regeneración.
El número 9 marca el final de una etapa de desarrollo y el comienzo de otra, simbolizado por el paso de las unidades a las decenas. El número 1 abre la serie de los dígitos simples; el 9, la cierra siendo extremos opuestos. El 1 representa individualidad, el 9 universalidad, además cierra el ciclo iniciado en el 1. El 9 es un número de poder espiritual. Contiene la sabiduría del resto de los números de la serie simple.
Al final del Evangelio de Juan, Jesús resucitado se aparece a los Apóstoles en la playa y cómo no habían pescado nada, les dice que tiren las redes por la derecha y las llenaron de grandes pescados, en total 153. Es el único milagro que queda consignado en el Evangelio realizado por el Resucitado. Si sumamos 1 + 5 + 3 es igual a 9. Los 144.000 escogidos del libro del Apocalipsis de cada una de las 12 tribus de Israel, si tomamos el número 144 y sumamos 1 + 4 + 4 es igual a 9. En el mismo libro, cuando la mujer que da a luz un hijo varón que gobernará a todas las naciones, es trasladada al desierto para estar a salvo de la asechanza de la Antigua Serpiente llamada Satanás. En el desierto es alimentada por 1260 días. Si sumamos los dígitos de esta cifra 1 + 2 + 6 + 0 es igual a 9.
Hasta aquí la serie de números del 1 al 10 que expresa la suma de todas las cosas en el mundo material. El 11 -al ser el inicio de una serie más alta de números- simboliza conocimientos y realizaciones en un plano superior. Si el 1 es el número de Dios, añadido 10 -el número del mundo- el 11 es el conocimiento de Dios y de las cosas superiores. Constituye una sabiduría espiritual profunda.
El número 12 es el que rige el gobierno de las cosas humanas o naturales. Son 12 las tribus de Israel en el Antiguo Testamento, 12 los Apóstoles de Jesús, 12 los meses que rigen un año, 12 horas rigen el día y la noche, etc. El número 13 en la Biblia es el número del presagio malo, rebelión, pecado, decadencia y apostasía.
Otro número importante en la tradición bíblica es el 22 ya 22 son las letras del alfabeto hebreo y si Dios hizo todo con su Palabra, lo hizo todo –según la mentalidad judía- con 22 letras que conforman todas las palabras que existen. Por lo cual, todo lo que existe ha nacido de la combinación de esas 22 letras. Dios lo creó todo con 22 letras y 22 nombres, nombres que contienen el misterio de todas las cosas. El 22 es el secreto de toda la Creación.
Otro número importante es el 100, signo de realización de cosas imposibles (Cf. Gn 17,17; 21, 8); de bendición (Cf. Gn 26,12; 2 Sm 24, 3; 2 Re 4,42; Mt 13, 8-23) y ofrenda (2 Cro 4,8; 29, 32; Es 2,69); organización y liderazgo (Cf. Ex 18, 21.25; Dt 1,15¸ Jc 7,19; 2 Co 25, 5-6; Mc 6, 40); conquista y reto (Cf. Lv 26,8); recompensa (Cf. Mt 19,29) y plenitud (Cf. 2,6).
Otro número significativo es el 1000. En la Antigüedad solía ser el más alto. En esos tiempos apenas había ocasiones de contar algo que superase ese número. Cuando se quería expresar una cantidad elevada y excesiva, a menudo empleaban el 1000 como signo de algo innumerable, incontable, incluso eterno (Cf. Sal 90,4). El 1000 también se asoció a la esperanza de la venida del Mesías por parte del pueblo judío. En el Libro del Apocalipsis se dice (Cf. 20,1-3) que Satán fue atado durante mil años transcurridos los cuales será liberado para una batalla final en la que el bien acabará prevaleciendo sobre el mal. El término 1000 es signo de un tiempo de duración indefinida.
¿Vos cómo percibís tus tiempos actuales?; ¿qué tiempos humanos estás viviendo?, ¿qué tiempos de Dios estás transitando?; ¿un tiempo de presencia serena o estás en medio de la niebla de su ausencia?
Texto 7
Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente muy feliz. Un día el rey le preguntó cuál era el secreto de su felicidad y el siervo le respondió que no tenía secreto alguno. Los sabios de la corte le dijeron que el súbdito era feliz porque estaba “fuera del círculo del 99”.
Para hacer entrar al siervo en el círculo debía preparar una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más, ni una menos, con un papel que dijera: “este tesoro es tuyo. Disfrútalo y no cuentes a nadie como lo encontraste”.
El siervo tomó el tesoro y empezó a hacer pilas de 10 monedas: 10, 20, 30, 40, 50, 60... hasta que formó la última pila y se dio cuenta que ésta tenía tan sólo 9 monedas!! No puede ser, pensó. ¡Me robaron! -gritó. ¡Sólo 99! No puede ser, me falta una moneda. 99 monedas de oro es mucho dinero, ¡pero me falta una!... 99 no es un número completo: 100 es un número completo.
Tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar para comprar su moneda número 100? Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba en once o doce años juntaría lo necesario. Saco más cuentas: sumando su trabajo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero. -¡Era demasiado tiempo! Quizás pudiera vender todos mis bienes.
Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes y fue cambiando de humor. Su antigua felicidad se había convertido en preocupación. No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente debido al malhumor que comenzó a mostrar éste.
El rey entonces aprendió la lección del sirviente que había entrado en el círculo del 99: creemos que siempre nos falta algo para estar completos y que la felicidad depende precisamente de eso que nos falta. Pareciera que siempre necesitamos más para ser felices. Queremos algo y cuando lo alcanzamos, ya no nos es suficiente para ser felices tanto en lo material como también en lo afectivo y lo espiritual.
Si nos diéramos cuenta que nuestras 99 monedas son el cien por ciento de nuestro tesoro personal, que nadie se quedó con lo nuestro y que no podemos vivir cansados, malhumorados, infelices o resignados. ¡Cuántas cosas cambiarían si pudiéramos gozar de la vida y disfrutar de nuestros tesoros más preciados tal como están!
Texto 8
Desde la Antigüedad los números se relacionaban con las reflexiones filosóficas del ser, las aplicaciones astrológicas y las interpretaciones alegóricas. Existía una estética simple y clara, matemáticamente expresable a través de los números, las formas, las medidas , el orden y las proporciones.
La Biblia –como hemos visto- goza de una relación espiritual con los números y sus significados profundos, revelaciones del lenguaje de Dios, “claves” de interpretación de los misterios.
Es también en la Biblia donde aparece el ser humano más longevo. Matusalén vivió 969 años (Cf. Gn 5,27). Ciertamente esa cifra es un número simbólico. Nosotros contamos nuestros años en ciclos solares, si los contamos en ciclos lunares –para el caso de Matusalén- obtenemos la cifra consignada por la Biblia, la cual si la traducimos a ciclos solares son aproximadamente 72 años, lo cual es un número aceptable de años. La longevidad era signo de bendición de Dios. No hay mayor bendición que la vida. Llegar a viejo no deja de ser una bendición de Dios.
Los números también aparecen frecuentemente en las parábolas del Nuevo Testamento. Se mencionan relacionados con monedas y salarios para ser pagados a distintas horas a los jornaleros. Jesús afirma que todos tenemos los cabellos contados y habla de 99 ovejas que no necesitan cuidado y de una sola que hay que buscar. Incluso el número 33 designado a los años de la vida histórica de Jesús –número que no tiene base en la Biblia- se lo ha interpretado también desde el simbolismo bíblico: 3 + 3 son 6, el cual habla de la imperfección ya que no alcanza al 7, la perfección humana que sólo logra después de la resurrección. En fin, los números –tanto en la Biblia como en las diversas culturas antiguas- siempre han tenido un especial atractivo.
Los números están presentes en todos los actos de nuestra vida, el día que nacemos, nos casamos, nacen nuestros hijos, tenemos un número de identidad en nuestro documento, el número de la casa en que vivimos, la patente del auto, los días especiales, el cumpleaños y otros aniversarios, por último el número designado para la fecha del día en que moriremos.
Los números están en cada momento, en la vida y en la muerte. La existencia toda es un don cifrado por Dios. Es una pena que vivimos en un mundo donde hemos banalizado y desacralizado todo. Los números son fríos. Ahora nada tiene misterio. Para los antiguos los números tenían vida, espíritu y personalidad propia, su color, su música y su designio; influían en el destino de los seres humanos, en su conducta y en el devenir de la propia historia. Todo estaba cifrado. Eran símbolos, metáforas, espejos del mundo y de las cosas, un alfabeto que sólo Dios conoce. Develaban incógnitas, interpretaban hechos y conocían fenómenos.
Al significado de los números se los ha relacionado también con el mundo de los sueños y su interpretación. Los sueños y los números están unidos. Ellos nos revelan algo del misterio de Dios, del alma humana y del mundo.
Todo es un designio. Cada uno de nosotros tiene una clave que desentraña su propio misterio. Incluso en la Biblia, el Nombre de Dios –que sólo Dios mismo conoce- y hasta el mismo Dios -en sí- es un número, una “Cifra Divina” plena de significado, un “Número” misterioso e infinito que encierra el secreto de todas las cosas y de todos los sueños.
También nosotros estamos contenidos en este Número divino. La eternidad y la temporalidad están en él: ¿vos asociás a Dios con algún número en particular?, ¿cuál?; ¿cómo serán son los misterios cifrados de Dios?; ¿y si Dios nos dijera que simplemente quiere amarnos?, ¿vos qué dirías?...
Gracias a mi Q:.H:.Eduardo C.
La numerología bíblica está basada en el simbolismo espiritual de los números. En el alfabeto hebreo de 22 letras, a cada una le corresponde un determinado número que tiene un cierto significado y valor. Muchos números de la Biblia contienen misteriosos y fascinantes significados simbólicos; por ejemplo, el “setenta veces siete” del Evangelio o “el número de la Bestia” -el 666- y los 144.000 salvados del libro del Apocalipsis.
Para la Biblia, las letras unidas a los números constituyen un lenguaje creador. En la primera página del libro del Génesis -con el cual comienza toda la Escritura- se afirma que la Palabra dijo e hizo todo de la nada. La Creación aparece en una gran concepción lúdica y estética: la Palabra es dinámica, vital, concreta, operadora y eficaz. No promete sino que realiza aquello que designa. Cuando pronuncia, crea el ser de todas las cosas. Todo el universo es una “palabra”.
Para algunas corrientes de interpretación bíblica, todo ser creado es una palabra y -a la vez- un número que guarda algún secreto de Dios. De las diversas combinaciones que pueden darse entre letras y números surgen las posibilidades de la Creación y las variaciones en la sinfonía del mundo. Incluso afirman que el Nombre sagrado y misterioso de Dios está formado por todas las letras que componen el alfabeto y que éste, por tanto, tiene múltiples formas de revelarse; por eso Dios es un misterio infinito cuyo Nombre resulta indecible e inefable. Nadie puede pronunciarlo, ni conocerlo. Todas las expresiones que se usan para designar a Dios son “metáforas”, circunloquios para evitar nombrarlo directamente.
Además los números bíblicos tienen vida propia. No son sólo entidades de naturaleza lógica y formalmente matemática, tal como nosotros -en la actualidad- los consideramos. Para la cultura antigua y oriental de la Biblia, tan lejana a nuestra actual visión occidental y pragmática, los números conformaban realidades y símbolos que expresaban la naturaleza de las cosas en su propia esencia, descubriendo tanto su realidad espiritual como su realidad física simultáneamente. El enigma de los números propiciaba una experiencia, un método y una herramienta para el acceso a la esencia de las cosas ya que la realidad no es solamente lo que aparece.
El número “descifra” –precisamente porque es un número, es una “cifra”- descifra (decíamos) el secreto de las cosas, su “alma” escondida y oculta. Conocer los números es captar el dinamismo de la realidad y sus leyes invisibles. Así, de la misma manera en que las leyes físicas básicas -tales como la gravedad y el magnetismo- existen independientemente de nuestra conciencia y voluntad, las leyes espirituales que rigen el universo, influyen y están simbolizadas en los números. El conocimiento espiritual y sapiencial de estos números permite vivir en armonía con estas leyes.
Cada letra del alfabeto hebreo -como elemento creador- tiene asignado un número, lo que le confiere variados significados. Ya que en el idioma hebreo no hay vocales, de la lectura de una palabra se pueden obtener diversos significados simbólicos posibles e incluso armar una considerable cantidad de palabras ocultas. Se realizan cálculos numéricos -obtenidos a partir de las letras- arribando así a posibles significaciones.
¡Cuánta magia y belleza que tenían estas concepciones!; ¿qué nos habrá pasado para que hayamos cambiado nuestro candor e inocencia para contemplar lo que nos rodea?; ¿no será acaso que tenemos que aprender a mirar?...
Texto 2
En la Biblia, cada número tiene un sentido propio y –a la vez- otro derivado, simbólico o alegórico. El desarrollo del simbolismo de las letras y de los números del alfabeto hebraico luego se unió a las figuras geométricas. Con la combinación de estos elementos diferentes hay quienes sostienen que se pueden descifrar las leyes esenciales que rigen las cosas. El universo es un alfabeto divino. Hay que aprender a descifrar ese idioma desde el cual Dios también nos habla.
Los números son conceptos humanos elevados, complejos y elaborados. En el año 530 antes de Cristo, el filósofo Pitágoras desarrolló una teoría de la relación entre los planetas. Sostuvo que cada uno de ellos tenía una particular “vibración numérica”. Los números contenían la “vibración secreta” de las cosas que denominó “la música de las esferas”. Mediante su método también descubrió que las palabras poseían un sonido que vibraba en consonancia con la frecuencia de los números. Manifestó así la armonía del universo, las leyes de la naturaleza y la matemática en relación a la música. Todo estaba perfectamente unido en el cosmos, el cual es “música”, matemática encarnada en los sonidos.
Hoy la numerología bíblica es utilizada –a veces con bastante poca seriedad- por el auge de algunas modas que intentan el resurgimiento de una corriente mística y filosófica de la antigua tradición judía llamada “Cábala” o “Kabalá” (del hebreo קבלה kabalah, “recibir”)..
El siglo XXI no es como el siglo XX que se caracterizó por el “eclipse y el ocultamiento cultural de Dios”. Un tiempo marcado por el ateísmo, el agnosticismo, el escepticismo y el indiferentismo religioso. El siglo XXI cree en todo. No tiene problema en fusionar diversas tradiciones espirituales y convivir como si fueran una misma y única fe. Esto se llama “sincretismo”. Se termina creyendo en todo de manera un tanto supersticiosa. Actualmente algunos aspectos de la Biblia generan mucho interés pero no necesariamente desde una fe madura y coherente sino desde la curiosidad. El siglo XXI es un siglo que busca su propia interioridad y -a veces- no sabe dónde encontrarla. Hay pocos maestros que nos guíen en esto.
El filósofo y matemático de la Antigüedad llamado Pitágoras decía que “el mundo está construido sobre el poder de los números”. Desde siempre, el ser humano ha explorado los diversos caminos del arte, la ciencia y el espíritu, en su intento por descubrir la verdad sobre sí mismo. Existieron en la historia varias corrientes de pensamiento y religiones que se dedicaron al estudio del simbolismo numérico. No sólo estaba la tradición judía; también los caldeos -que tuvieron sus orígenes en la civilización babilónica- los chinos, los griegos y los árabes. Hay distintas numerologías que parten de los principales y más antiguos alfabetos como el sánscrito, fundamento de la numerología tántrica, el griego en el que se basa la numerología pitagórica y el alfabeto judío en el que se sustenta la numerología de la Biblia y de la tradición espiritual llamada “cábala”.
Los hindúes -de quienes Pitágoras recibió el conocimiento matemático- relacionaban los números con lo sagrado y divino. Quien se dedicaba a ellos se consagraba a una ciencia divina. También los hebreos tenían este profundo significado. En el mundo antiguo, casi todo era sagrado. Casi nada había profano. Todo se relacionaba con la divinidad o con la pluralidad de las divinidades. Hoy, nuestro mundo, está tan desacralizado que -para nosotros- los números son meramente cifras que posibilitan cálculos, índices, porcentajes y operaciones matemáticas. Los hemos despojado de misterio. Es una pena que para nosotros, los números sean sólo números. Eso refleja, además, una mirada que tenemos sobre todas las cosas. Con el avance de la técnica y la ciencia, el mundo tiene cada vez menos secretos o –al menos- creemos eso. El mundo sigue siendo tan fascinante y misterioso cada antes. Lo que ha cambiado es nuestra mirada.
¿Vos cómo ves el mundo?; ¿cómo ves tu mundo?, ¿conservás aún una mirada de asombro y estupor en el milagro de la vida y del mundo que se abren ante tu ojos?; ¿cuál es tu norte y tu sur, mientras gira este mundo entre la luz y sombra?
Texto 3
Los números están en todas las cosas. Tienen un alcance doméstico, cotidiano y universal. Conforman la materia, la sustancia y el inicio del movimiento de la naturaleza: la raíz y el principio de toda la Creación. Están escondidos en todos los seres: en las fechas, en las edades, en las medidas, en los gastos, en el paso del tiempo y en las cronologías de la historia. Incluso se encuentran en el cielo, en el universo, en la astronomía y en las ciencias. También se hallan en la pintura, la arquitectura y la escultura ya que requieren cálculos y perspectivas. Están en la música: los compases, acordes y ritmos son números. Hasta la fe tiene relación con los números: el Dios Trino es uno y tres; Jesucristo es una persona divina con dos naturalezas, la divina y la humana; recordemos además los 10 mandamientos, los 7 sacramentos, los 7 pecados capitales, los 7 dones del Espíritu Santo, los 5 preceptos de la Iglesia, las 4 virtudes cardinales, las 3 virtudes teologales, las 3 edades de la vida interior, etc.
También hoy las ciencias afirman una visión integral y totalizante, una perspectiva “holística” en donde el número manifiesta la importante relación de la parte con el todo, buscando una profunda armonía y equilibrio. Incluso algunos afirman que cada número tiene su propia “personalidad”, su forma y figura geométrica: el 3 es el triángulo, el 4 es el cuadrado, el 5 es el pentágono, el 6 es el hexágono y así sucesivamente. Las figuras son relaciones y proporciones. La perspectiva es medida y la forma es figura. Todo incluye el número y la matemática.
La relación con los números se verifica incluso en la vida interior. Esta cuestión es tan antigua como el nacimiento del conocimiento humano. Desde el comienzo, en diferentes culturas, se estableció una relación mística entre los números, los seres vivos, las fuerzas físicas y espirituales. De hecho, la numerología hoy se considera una disciplina o un arte. En la Antigüedad era una ciencia ya que se daba un valor cualitativo a los números y se asociaban a la idea de un mundo celeste que tenía su correspondencia en esta tierra. Los números y sus combinaciones –con su posibilidad de infinitas variaciones- eran espejos que reflejaban las imágenes de las cosas.
No existían unos números que fueran mejores que otros. Todos resultaban necesarios. Se sostenía que los números y sus relaciones proyectadas en el tiempo, en el espacio o en los movimientos, creaban consonancia, orden, adaptación, concordia, acorde, armonía y belleza.
Los números impares eran el principio de la identidad, la indivisibilidad, la simplicidad, la igualdad, la constancia, la totalidad y el elemento masculino. Los números pares, en cambio, eran la dualidad, la multiplicidad, la divisibilidad, la composición, la variedad, la fluidez, la ligereza y el elemento femenino. La belleza de los números y su estética matemática surgían de las infinitas combinaciones posibles entre la estabilidad y el movimiento, lo igual y lo desigual, lo uno y lo múltiple, lo par y lo impar, lo masculino y lo femenino.
En el universo creado, todo es naturalmente proporcionado. El mundo es una admirable sinfonía, contiene una belleza polifónica. Todo ser posee música en su interior y esto –para los Antiguos- no era simplemente una metáfora. La justa proporción que existe en la esencia y estructura de los números es lo que permite las leyes fundamentales de la música.
Hay que escuchar el concierto de las cosas. Todo es un inmenso cántico y cada creatura contiene -en su silencio- el sonido que identifica su secreta armonía. La belleza del mundo –como un espejo- refleja nuestra imagen: traduce y prolonga las proporciones del cuerpo y del espíritu humano. Los miembros y sus movimientos armonizan con el ritmo de la danza. En la naturaleza, todo tiene color, ritmo, cadencia y vibración. En el ser humano hay un acento y un compás en la voz, la respiración, los latidos del corazón, el pulso, el torrente sanguíneo, las emociones y los sentimientos. Todo se mueve. El ser humano es “la música y la danza del mundo”. Hay quienes afirman que en el universo exterior, los cuerpos siderales que orbitan a través del espacio con masas, velocidades y distancias que se traducen en relaciones numéricas, generan sonidos que -al unísono o en sucesión- producen particulares melodías generando así una especie de “música cósmica”.
También la poesía tiene una música interna en las palabras y en la métrica. La poesía es melodía sin música. En ella hay palabras y silencios, matices e intensidades. Todo tiene su modulación, su canto, su danza, su poesía. Todo elemento del mundo visible e invisible guarda el secreto de su propia música.
La armonía, la proporción, el movimiento, la figura: todo es una combinación perfecta de esa música que rige el espacio y el tiempo, el universo y el ser humano. Dios también es música y belleza. En su interior posee una Palabra con sonoridad eterna y un silencio lleno de infinitos ecos, una sublime e inigualable música infinita.
En definitiva, detrás de toda belleza resplandece el mundo inmaterial de los números. Ellos abarcan todas las cosas y confieren una música callada, un eco sonoro y un ritmo interior. En ese mundo habita la serena belleza de Dios, la cual se refleja y comunica en la música del mundo y del tiempo, una vasta sinfonía cuyas líneas armonizan -en cada instante- con un orden admirable que todo lo abarca.
Los números también están presentes en nuestra existencia singular. No se encuentran ni en exceso, ni en defecto. Están en su justa medida y en un número exacto y -a la vez- limitado de tiempo. Sólo Dios se reserva el “Número infinito”. Los demás seres tenemos un número finito de tiempo. Nuestro tiempo y el curso de su vida poseen la cuerda de un “número” limitado. El día de neutro nacimiento tiene el número de una fecha determinada. El día de nuestra muerte igualmente lo tendrá. Como dice el Salmo: “Tú, Señor, conoces hasta el fondo de mi alma. Nada de mi ser se te oculta cuando yo era formado en lo secreto y tejido en lo profundo de la tierra. Tus ojos veían mis acciones, todas ellas estaban en tu Libro. Mis días estaban escritos y señalados, antes de que llegara el primero” (Sal 139, 14-16).
Si todo en este universo es música y danza, incluso el tiempo y la vida: ¿cuál será la música que se oye en lo escondido de tu alma, la que se escucha en los ecos de tu historia?; ¿y si nos ponemos a bailar aún en medio de las ruinas y las cenizas?; ¿sobre los vestigios del tiempo y de las fechas?; ¿y si danzamos sobre el horizonte sin que nadie nos vea?...
Texto 4
Para la Biblia -y para muchas culturas antiguas- el número no era sólo una cifra o un guarismo solitario sino una poderosa expresión del cosmos, una revelación finita de lo infinito de Dios. En el Antiguo Testamento se afirma que Dios ha “dispuesto todo con medida, número y peso” (Sb 11,20). Es así que cada número tiene un simbolismo universal. Por ejemplo, el número cero representa lo que no es pero puede ser, o lo que ya ha sido. Puesto a la izquierda de cualquier número lo reduce, puesto a la derecha lo aumenta. Por lo tanto, puede ser todo o nada. Lo que aún no es con la posibilidad de poder serlo todo. Su forma más abstracta es la negación. Cuando es nada, manifiesta lo indeterminado, lo inexistente. Al ser previo a todo número, alude a la eternidad, la cual es anterior a la sucesión y al tiempo. El 0 es potencialidad. Está representado por el círculo, figura autocontenida e infinita que carece de principio y fin.
En la debilidad del cero reside toda su fuerza. A veces pierde todo lo que lleva encima. Es desnudez que renuncia, lo entrega todo para jerarquizar a los otros números. Sólo no vale nada, se encuentra despegado de sí mismo. Su permanencia está en su fugacidad. Es tan liviano que puede ser el disfraz de la nada. Es límite y también posibilidad. Su fuerza radica en que dibuja la huella digital del infinito, la redondez perfecta de la eternidad. Es el estado inocente y virginal de todas las cosas: espacio cero, tiempo cero, conciencia cero, hora cerco. Hay un cero en las entrañas de todas las cosas. El cero es fantasma e inmensidad, vacío y plenitud a la vez.
El número 1 es la determinación, la voluntad y el comienzo de las cosas. Es el número del líder, del precursor, de la invención. Es fuerte y dominador. Representa la unidad y lo indivisible. Al no admitir partes simboliza la forma más sencilla de existencia y –a la vez- sumado a otros, aumenta el resto. El 1 es autosuficiente, tanto si se multiplica como si se divide por él mismo queda siempre 1. Esto no ocurre con ningún otro número. Se lo representa por el punto porque tampoco éste admite partes.
El número 2 es el principio de la dualidad y la diversidad. El 1 representa lo masculino. El 2 lo femenino. También es el lado oscuro y ambiguo en el dualismo de todo ser. La Biblia al narrar la Creación, al final de cada día, dice que “Dios vio que todo era bueno”, frase omitida en uno sólo de los 6 días, precisamente el segundo. El 2 se desempeña como árbitro y juez ya que contempla los dos lados de las cosas. Está relacionado con la intuición, ve lo positivo y lo negativo, lo manifiesto y lo oculto, el consciente y el inconsciente. A partir de él comienza la sucesión –ya sea multiplicando o dividiendo- por lo cual simboliza el paso del tiempo y es representado por una línea que tiene principio y fin, es decir una dirección, un pasado y un futuro.
El número 3 es el de la creación, ya que es el resultado de la suma del 2 + 1, es decir, del principio femenino del 2 sumado al principio masculino del 1. Aquí hay un simbolismo sexual ya que del elemento masculino 1 y del elemento femenino 2, surge un tercero. Este número otorga actividad a la pasividad y receptividad del 2 y del 1 que -aunque sea potencialmente creativo- por si sólo es estéril. El 3 concede energía a los números a los que se asocia, proporcionando una cierta inestabilidad ya que es el resultado de la suma de la actividad del 1, con la pasividad del 2. Es el número de la generación y la fecundidad. Está representado por el triángulo.
El número 3 aparece abundantemente en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento, tres veces los serafines claman “Santo, Santo, Santo” (Cf. Is 6,3); también así lo hacen los cuatro seres frente al trono de Dios en el libro del Apocalipsis (Cf. 4,8). Tres veces es dada la bendición divina en el libro de los Números (Cf. 6,23-26). En estas bendiciones, el nombre del Señor aparece tres veces. El Arca de Noé tenía 3 pisos. Son tres los hijos de Noé (Cf. Gn 6,10); tres los amigos de Job (Cf. Jb 2,11); tres los invitados de Abrahám (Cf. Gn 18,2); tres los amigos del profeta Daniel (Cf. Dn 3,23) y 3 las veces que Dios llamó al profeta Samuel (Cf. 1 Sm 3,8).
En el Nuevo Testamento, el tres es llamado “número divino” por ser mencionado con frecuencia en relación con las cosas santas: “el Espíritu, el agua y la sangre” dice la Carta de San Juan (Cf. 1 Jn 5,18). El ser humano está conformado por espíritu, cuerpo y alma según el Apóstol San Pablo (Cf. 1 Ts 5,23). También están las tres oraciones que el mismo Apóstol hizo pidiendo que le sea sacado el aguijón de la carne que lo perturbaba (Cf. 2 Co 12,8). Son tres las virtudes: fe, esperanza y caridad. Las tentaciones de Jesús en el desierto fueron tres (Cf. Lc 4,3-10) y el Señor repitió por tres veces las palabras “está escrito” aludiendo a la Palabra de Dios para ahuyentar al Maligno. Jesús fue crucificado en la hora tercera y hubo tres horas de tinieblas cuando Él estaba en la Cruz. Son tres las negaciones de Pedro y 3 las preguntas del Señor Resucitado al mismo Apóstol.
El tres es considerado el símbolo de la “perfección divina” debido a la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo); así como también “el tercer día según las Escrituras” de la muerte y resurrección del Señor: “como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mt 12,40). En el Evangelio de Juan, dijo Jesús a los judíos: “destruyan este templo y en tres días lo levantaré” (Cf. 2, 19). El Señor resucitó a tres personas cuando estuvo en la tierra. A su amigo Lázaro, al hijo único de una viuda y a una muchacha. En el Antiguo Testamento, hay también tres casos de resucitados (Cf. 1 Re 17,9-24; 2 Re 4,18-35; 2 Re 13,21). En toda la Biblia hay un total de seis personas resucitadas. Las seis que resucitaron -sin embargo- murieron nuevamente. El séptimo resucitado fue el propio Señor Jesús. Él jamás murió de nuevo. Jesús resucitó el tercer día y se apareció por 3 veces a los Apóstoles
También hay que recordar los tres días por el desierto del pueblo de Israel antes de atravesar el Mar Rojo. Estos tres días transcurrieron inmediatamente después del sacrificio y de la comida del Cordero Pascual. (Cf. Ex 14, 27). Tres días después de la Pascua, los israelitas atravesaron el mar (Cf. 1 Co 5,7). En la nueva Jerusalén en el libro del Apocalipsis, la muralla que rodea la ciudad tiene 3 puertas en cada costado. Por ser el número de la Trinidad y el número de la resurrección, el 3 es el número de la total manifestación de los más grandes misterios de Dios y de Jesús.
¿Cuál es tu número preferido?; ¿qué fecha tenés siempre en tu memoria?; ¿qué época recordás como más feliz?; ¿qué tiempo recordás como el más doloroso?, ¿qué número tiene el temor?, ¿y cuál es la cifra encerrada en la suerte y en la bendición?, ¿qué es lo que destraba los sueños para poder vivir sin miedos?
Texto 5
Prosiguiendo con la numerología bíblica, el número 4 es la firmeza, el trabajo, la rutina, la disciplina que restringe la creatividad y la fecundidad del 3. Este número implica un primer regreso a la unidad. Si sumamos 1 + 2 + 3 + 4 es igual a 10. Si colocamos el 0 a la izquierda, se vuelve a la reducción original de donde comenzó la serie. El 4 está representado por la cruz (los 4 puntos cardinales en sentido espacial), las 4 estaciones en sentido temporal y por el cubo o tetraedro que representa la solidez, el inmovilismo, la estabilidad y la practicidad.
El número 5 representa la libertad del ser humano y al estar a medio camino entre el 1 y el 10 -en el centro de la serie- es versátil y cambiante. Tiene relación con el resto de los números al encontrarse en el medio. Rompe la rutina y el método del número 4. Alude a los 5 sentidos. En la escala humana representa los 4 miembros del cuerpo más la cabeza que los controla, o los 4 dedos de la mano más el pulgar que los hace funcionales. Se representa por el pentágono o el pentagrama. Es la unión del Macrocosmos con el Microcosmos, lo humano con lo divino. Los cuatro elementos, más el éter que los cohesiona, el quinto elemento que anima a los otros cuatro.
El número 6 es el orden, la codificación, el derecho y la justicia ya que busca siempre el equilibrio la belleza, la armonía y la perfección. Es uno de los números perfectos porque descompuesto en sus múltiplos y sumado 1 + 2 + 3 da por resultado 6. Su equilibrio se demuestra en que se puede obtener sumando seis veces 1, tres veces 2 o dos veces 3. De lo que se deduce que el número 6 es un número armónico y estable. Se lo representa por la unión de los cuatro elementos -fuego, aire, agua y tierra- o por la estrella de David formada por dos triángulos superpuestos que diseñan una figura con 6 vértices. Es el número que indica el orden que resulta de la perfecta fusión de los elementos de la naturaleza.
El número 7 cuyo nombre proviene -en hebreo- de la palabra que significa “completo o lleno”. De allí que simbolice “la perfección o plenitud”. Son 7 los días de la creación, las 7 plagas Egipto, los 7 pecados capitales, los 7 dones del Espíritu Santo, los 7 días de la semana que tiene el ciclo lunar, las 7 notas musicales, los 7 colores, etc. Es el número de la segunda vuelta a la unidad -después de la vuelta que propicia el 4- ya que sumando 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 da por resultado 28, el cual -si se suman los dos dígitos (2 + 8) da por resultado 10, el cual -poniendo el cero delante- solo tiene valor el 1. Si en el número 4 teníamos la simplificación a la unidad -con las características de un numero sólido y material- en este caso tenemos la reducción a la unidad espiritual y material a la vez. Es el número que representa al ser humano en su unidad física y espiritual. Este número da paso a otros 2 que son el 8 y el 9 que nos hablan de materia sublimada, el 8 como poder material y el 9 como poder espiritual.
Al no surgir de la multiplicación de otros números, al 7 se lo vincula con una tendencia al aislamiento y la introspección. Aparece como suma del orden espiritual 3 y del orden material 4 y se lo representa con el triángulo -imagen de lo espiritual- apoyado sobre el cuadrado, imagen de lo corporal. El número 7 -en el libro del Génesis- aparece cuando Caín mata a su hermano. Dios señala que quien mate a Caín será castigado 7 veces. Lamec, descendiente de Caín, dijo que si Dios condenó al que matara a Caín con una venganza del valor de 7 veces, a él –Lamec- tendría que vengarlo 77 veces. Dice la Biblia que murió a los 777 años. En el mismo libro, durante el diluvio, Noé esperó 7 días antes de salir de la Barca. En el Nuevo Testamento, Galilea tiene siete letras; después de la resurrección Jesús se aparece por tres veces a 7 discípulos. El mismo dice que hay que perdonar setenta veces siete. En el libro de los Hechos de los Apóstoles se escogen a 7 ayudantes como colabores de los Apóstoles. El número 7, por lo tanto, es el de una medida colmada, una cantidad total y plena en sí misma.
¿A vos qué número no te gusta y no te resulta simpático?, ¿por qué?; ¿te has dado cuenta que todo es un puñado de cantidades y números en medio de la agitación de este vertiginoso tiempo?; ¿y si paramos y nos detenemos un poco?...
Texto 6
Prosiguiendo con las características de los números bíblicos, el número 8 se divide en dos partes iguales (4 + 4) que -a su vez- se dividen en otros dos números iguales (2 + 2) los cuales también se dividen en dos números iguales (1 + 1), de ahí que indique exactitud, equidad, justicia y equilibrio. Al ser el 8 un 4 duplicado resulta un número de poder material. Por su forma hecha con dos círculos superpuestos, representa el movimiento en espiral, continuo flujo y reflujo, simbolizando la ley de causa y efecto. El ocho tumbado es el símbolo matemático del infinito. El ocho representado por un octógono, simboliza la figura intermedia entre el cuadrado (orden terrestre) y el círculo (orden celeste). Es también símbolo de regeneración.
El número 9 marca el final de una etapa de desarrollo y el comienzo de otra, simbolizado por el paso de las unidades a las decenas. El número 1 abre la serie de los dígitos simples; el 9, la cierra siendo extremos opuestos. El 1 representa individualidad, el 9 universalidad, además cierra el ciclo iniciado en el 1. El 9 es un número de poder espiritual. Contiene la sabiduría del resto de los números de la serie simple.
Al final del Evangelio de Juan, Jesús resucitado se aparece a los Apóstoles en la playa y cómo no habían pescado nada, les dice que tiren las redes por la derecha y las llenaron de grandes pescados, en total 153. Es el único milagro que queda consignado en el Evangelio realizado por el Resucitado. Si sumamos 1 + 5 + 3 es igual a 9. Los 144.000 escogidos del libro del Apocalipsis de cada una de las 12 tribus de Israel, si tomamos el número 144 y sumamos 1 + 4 + 4 es igual a 9. En el mismo libro, cuando la mujer que da a luz un hijo varón que gobernará a todas las naciones, es trasladada al desierto para estar a salvo de la asechanza de la Antigua Serpiente llamada Satanás. En el desierto es alimentada por 1260 días. Si sumamos los dígitos de esta cifra 1 + 2 + 6 + 0 es igual a 9.
Hasta aquí la serie de números del 1 al 10 que expresa la suma de todas las cosas en el mundo material. El 11 -al ser el inicio de una serie más alta de números- simboliza conocimientos y realizaciones en un plano superior. Si el 1 es el número de Dios, añadido 10 -el número del mundo- el 11 es el conocimiento de Dios y de las cosas superiores. Constituye una sabiduría espiritual profunda.
El número 12 es el que rige el gobierno de las cosas humanas o naturales. Son 12 las tribus de Israel en el Antiguo Testamento, 12 los Apóstoles de Jesús, 12 los meses que rigen un año, 12 horas rigen el día y la noche, etc. El número 13 en la Biblia es el número del presagio malo, rebelión, pecado, decadencia y apostasía.
Otro número importante en la tradición bíblica es el 22 ya 22 son las letras del alfabeto hebreo y si Dios hizo todo con su Palabra, lo hizo todo –según la mentalidad judía- con 22 letras que conforman todas las palabras que existen. Por lo cual, todo lo que existe ha nacido de la combinación de esas 22 letras. Dios lo creó todo con 22 letras y 22 nombres, nombres que contienen el misterio de todas las cosas. El 22 es el secreto de toda la Creación.
Otro número importante es el 100, signo de realización de cosas imposibles (Cf. Gn 17,17; 21, 8); de bendición (Cf. Gn 26,12; 2 Sm 24, 3; 2 Re 4,42; Mt 13, 8-23) y ofrenda (2 Cro 4,8; 29, 32; Es 2,69); organización y liderazgo (Cf. Ex 18, 21.25; Dt 1,15¸ Jc 7,19; 2 Co 25, 5-6; Mc 6, 40); conquista y reto (Cf. Lv 26,8); recompensa (Cf. Mt 19,29) y plenitud (Cf. 2,6).
Otro número significativo es el 1000. En la Antigüedad solía ser el más alto. En esos tiempos apenas había ocasiones de contar algo que superase ese número. Cuando se quería expresar una cantidad elevada y excesiva, a menudo empleaban el 1000 como signo de algo innumerable, incontable, incluso eterno (Cf. Sal 90,4). El 1000 también se asoció a la esperanza de la venida del Mesías por parte del pueblo judío. En el Libro del Apocalipsis se dice (Cf. 20,1-3) que Satán fue atado durante mil años transcurridos los cuales será liberado para una batalla final en la que el bien acabará prevaleciendo sobre el mal. El término 1000 es signo de un tiempo de duración indefinida.
¿Vos cómo percibís tus tiempos actuales?; ¿qué tiempos humanos estás viviendo?, ¿qué tiempos de Dios estás transitando?; ¿un tiempo de presencia serena o estás en medio de la niebla de su ausencia?
Texto 7
Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente muy feliz. Un día el rey le preguntó cuál era el secreto de su felicidad y el siervo le respondió que no tenía secreto alguno. Los sabios de la corte le dijeron que el súbdito era feliz porque estaba “fuera del círculo del 99”.
Para hacer entrar al siervo en el círculo debía preparar una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más, ni una menos, con un papel que dijera: “este tesoro es tuyo. Disfrútalo y no cuentes a nadie como lo encontraste”.
El siervo tomó el tesoro y empezó a hacer pilas de 10 monedas: 10, 20, 30, 40, 50, 60... hasta que formó la última pila y se dio cuenta que ésta tenía tan sólo 9 monedas!! No puede ser, pensó. ¡Me robaron! -gritó. ¡Sólo 99! No puede ser, me falta una moneda. 99 monedas de oro es mucho dinero, ¡pero me falta una!... 99 no es un número completo: 100 es un número completo.
Tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar para comprar su moneda número 100? Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba en once o doce años juntaría lo necesario. Saco más cuentas: sumando su trabajo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero. -¡Era demasiado tiempo! Quizás pudiera vender todos mis bienes.
Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes y fue cambiando de humor. Su antigua felicidad se había convertido en preocupación. No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente debido al malhumor que comenzó a mostrar éste.
El rey entonces aprendió la lección del sirviente que había entrado en el círculo del 99: creemos que siempre nos falta algo para estar completos y que la felicidad depende precisamente de eso que nos falta. Pareciera que siempre necesitamos más para ser felices. Queremos algo y cuando lo alcanzamos, ya no nos es suficiente para ser felices tanto en lo material como también en lo afectivo y lo espiritual.
Si nos diéramos cuenta que nuestras 99 monedas son el cien por ciento de nuestro tesoro personal, que nadie se quedó con lo nuestro y que no podemos vivir cansados, malhumorados, infelices o resignados. ¡Cuántas cosas cambiarían si pudiéramos gozar de la vida y disfrutar de nuestros tesoros más preciados tal como están!
Texto 8
Desde la Antigüedad los números se relacionaban con las reflexiones filosóficas del ser, las aplicaciones astrológicas y las interpretaciones alegóricas. Existía una estética simple y clara, matemáticamente expresable a través de los números, las formas, las medidas , el orden y las proporciones.
La Biblia –como hemos visto- goza de una relación espiritual con los números y sus significados profundos, revelaciones del lenguaje de Dios, “claves” de interpretación de los misterios.
Es también en la Biblia donde aparece el ser humano más longevo. Matusalén vivió 969 años (Cf. Gn 5,27). Ciertamente esa cifra es un número simbólico. Nosotros contamos nuestros años en ciclos solares, si los contamos en ciclos lunares –para el caso de Matusalén- obtenemos la cifra consignada por la Biblia, la cual si la traducimos a ciclos solares son aproximadamente 72 años, lo cual es un número aceptable de años. La longevidad era signo de bendición de Dios. No hay mayor bendición que la vida. Llegar a viejo no deja de ser una bendición de Dios.
Los números también aparecen frecuentemente en las parábolas del Nuevo Testamento. Se mencionan relacionados con monedas y salarios para ser pagados a distintas horas a los jornaleros. Jesús afirma que todos tenemos los cabellos contados y habla de 99 ovejas que no necesitan cuidado y de una sola que hay que buscar. Incluso el número 33 designado a los años de la vida histórica de Jesús –número que no tiene base en la Biblia- se lo ha interpretado también desde el simbolismo bíblico: 3 + 3 son 6, el cual habla de la imperfección ya que no alcanza al 7, la perfección humana que sólo logra después de la resurrección. En fin, los números –tanto en la Biblia como en las diversas culturas antiguas- siempre han tenido un especial atractivo.
Los números están presentes en todos los actos de nuestra vida, el día que nacemos, nos casamos, nacen nuestros hijos, tenemos un número de identidad en nuestro documento, el número de la casa en que vivimos, la patente del auto, los días especiales, el cumpleaños y otros aniversarios, por último el número designado para la fecha del día en que moriremos.
Los números están en cada momento, en la vida y en la muerte. La existencia toda es un don cifrado por Dios. Es una pena que vivimos en un mundo donde hemos banalizado y desacralizado todo. Los números son fríos. Ahora nada tiene misterio. Para los antiguos los números tenían vida, espíritu y personalidad propia, su color, su música y su designio; influían en el destino de los seres humanos, en su conducta y en el devenir de la propia historia. Todo estaba cifrado. Eran símbolos, metáforas, espejos del mundo y de las cosas, un alfabeto que sólo Dios conoce. Develaban incógnitas, interpretaban hechos y conocían fenómenos.
Al significado de los números se los ha relacionado también con el mundo de los sueños y su interpretación. Los sueños y los números están unidos. Ellos nos revelan algo del misterio de Dios, del alma humana y del mundo.
Todo es un designio. Cada uno de nosotros tiene una clave que desentraña su propio misterio. Incluso en la Biblia, el Nombre de Dios –que sólo Dios mismo conoce- y hasta el mismo Dios -en sí- es un número, una “Cifra Divina” plena de significado, un “Número” misterioso e infinito que encierra el secreto de todas las cosas y de todos los sueños.
También nosotros estamos contenidos en este Número divino. La eternidad y la temporalidad están en él: ¿vos asociás a Dios con algún número en particular?, ¿cuál?; ¿cómo serán son los misterios cifrados de Dios?; ¿y si Dios nos dijera que simplemente quiere amarnos?, ¿vos qué dirías?...
Gracias a mi Q:.H:.Eduardo C.
Publicado por
Eusebio Baños Gómez
en
17:53
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Los números en la Biblia Una primera aproximación.
En la Biblia, se usan repetidamente determinados números con un significado simbólico que, en todo proceso de lectura, debe tenerse en cuenta:
….. Uno….
Se utiliza para trasmitir el concepto de la unidad y unicidad de Dios, un Dios único, Uno Cristo y el Padre. Expresa, también, la unidad a la que tenemos que tender los cristianos. Jesús reza: “que sean uno”.
El concepto de unión se encuentra igualmente en el dicho de Jesús referente al matrimonio, “no son ya más dos, sino una sola carne”.
El apóstol Pablo describe un círculo completo, que consta de siete unidades distintas: un cuerpo, un espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios. Por lo tanto, el número uno es un número primario. Todos los otros números dependen del UNO. Precede y produce todos los otros números.
El número UNO es el número de Dios
….Dos….
Puede ser un número tanto de unidad como de división. El hombre y la mujer forman la unidad básica de la familia. Los animales se asocian por pares y entran al arca de dos en y los discípulos fueron enviados de dos en dos. Además, en el Sinaí hubo dos tablas de piedra, y a menudo se ofrecían los animales para el sacrificio en pares.
Por contraste, el dos se usa con fuerza de separación en la dualidad que existe en al alma del hombre. Dos caminos posibles: con Dios o sin Dios.
….Tres….
Cristo resucitó al tercer día. Tres veces lo niega Pedro y tres veces Jesús resucitado le pregunta si lo ama para reparar. Y en cada una de esas tres veces le encarga poner en marcha su Iglesia.
Tres son las virtudes destacadas por Pablo : Fe, Esperanza y Caridad.
Tres las palabras que utiliza Jesús para autodefinirse: Camino, Verdad y Vida.
….Cuatro….
El número de los lados de un cuadrado, es uno de los símbolos de lo completo en la Biblia. Expresa simbólicamente todo lo que el hombre tiene a su disposición: la tierra completa. El nombre divino Yahvéh tiene cuatro letras en hebreo (YHWH). Cuatro eran los ríos que salían del jardín de Edén, y cuatro ángulos tiene la tierra de donde soplan los cuatro vientos.
Además, existen cuatro evangelios, y en la época en que el evangelio se extendió a los gentiles, Pedro vio en visión un lienzo bajado por sus cuatro puntas.
….Cinco, diez, y sus múltiplos….
Aparecen frecuentemente debido a que en Palestina se empleaba el sistema decimal. El número cinco indica la gracia de Dios. En el AT se mencionan diez patriarcas antes del diluvio. Los egipcios sufrieron diez plagas, y hubo Diez mandamientos. Un décimo formaba el diezmo. En la parábola de Lc. 15.8 la mujer poseía diez dracmas, y en la parábola de las minas se hace mención de diez minas, diez sirvientes, y diez ciudades. De las diez vírgenes, en la parábola de la boda de su Señor, cinco eran prudentes y cinco insensatas . El hombre rico tenía cinco hermanos; la mujer junto al pozo había tenido cinco maridos , y en la alimentación de los cinco mil el muchacho tenía cinco panes. Existen diez poderes que no pueden separar al creyente del amor de Dios, y diez pecados que excluyen del reino de Dios.
….Seis….
En el relato de la creación Dios creó al hombre y a la mujer en el sexto día. Seis días se le asignaron al hombre para trabajar. El siervo hebreo tenía que servir durante seis años antes de ser liberado.
El número seis, en consecuencia, se halla íntimamente asociado con el hombre.
Falta, imperfección (una unidad menos que el número perfecto de siete).
Los judíos en Caná tenían seis tinajas de agua para la purificación, pero expresaban lo insuficiente de las ordenanzas para suplir necesidades del hombre.
….Siete….
Siete demonios efectuaron la completa posesión de María Magdalena (Lc. 8.2); el dragón de Ap. 12.3 y la bestia de Ap. 13.1; 17.7 tienen siete cabezas.
Otras referencias dignas de mención son: la madre de siete hijos (Jer. 15.9; 2 Mac. 7.1ss); siete mujeres para un hombre (Is. 4.1); una nuera amante es preferible a siete hijos varones (Rt. 4.15). Los saduceos propusieron un caso de matrimonio por levirato con siete hermanos (Mt. 22.25). Los sacerdotes dieron siete vueltas a Jericó (Jos. 6.4). El sirviente de Elías miró al mar siete veces en busca de lluvia (1 R. 18.43). El salmista alababa a Dios siete veces al día (Sal. 119.164), y Gn. 29.18; 41.29, 54 y Dn. 4.23 mencionan siete años (tiempos). La iglesia primitiva tenía siete diáconos (Hch. 6.3), y Juan se dirige a siete iglesias en el libro de Apocalipsis, en donde se mencionan siete candeleros de oro (1.12) y siete estrellas (1.16). En la alimentación milagrosa de los 4.000 con siete panes y unos pocos panecillos (Mr. 8.1–9), las siete canastas que se recolectaron posteriormente pueden indicar que Jesús es capaz de satisfacer completamente.
….Ocho….
La Biblia cuenta que ocho personas se salvaron en el arca de Noé. La circuncisión del varón judío se llevaba a cabo al octavo día. En la visión que tuvo Ezequiel del templo nuevo los sacerdotes sacrificaban en el octavo día. El número 8 indica un nuevo comienzo, la capacidad humana de rever y corregir su camino.
….Doce….
El año hebreo estaba dividido en doce meses, el día en doce horas .Israel tuvo doce hijos y las tribus de Israel, el pueblo de Dios, eran doce. Cristo eligió doce apóstoles. El doce, por lo tanto, está ligado a los propósitos electivos de Dios, a la Iglesia a quienes seguimos las enseñanzas de los Doce que provienen de un Pueblo Elegido, generado por doce tribus.
….Cuarenta….
Tiene que ver con casi todas las manifestaciones nuevas en la historia de los portentosos actos de Dios, especialmente los de salvación, por ejemplo el diluvio, la redención de Egipto, Elías y la era profética, el advenimiento de Cristo y el nacimiento de la iglesia. Podemos mencionar los siguientes períodos de cuarenta días: las cataratas de agua durante el diluvio; los ayunos de Moisés en el monte; la oración de Moisés por Israel, el tiempo que pasó Cristo en el desierto antes de su tentación y sus apariciones después de la resurrección .Con respecto al período de cuarenta años, la cifra general para una generación, podemos mencionar lo siguiente: las divisiones principales de la vida de Moisés; la peregrinación del pueblo de Israel en el desierto; el modelo de servidumbre y liberación que se repite en la era de los jueces; los reinados de Saúl, David, y Salomón; la desolación de Egipto. La Iglesia toma el 40, como un tiempo de preparación, de camino, de purificación; de allí, la cuaresma anterior al Triduo Pascual.
….Setenta….
Se relaciona a menudo con la administración del mundo por parte de Dios. Después del diluvio el mundo fue repoblado por medio de setenta descendientes de Noé; setenta personas bajaron a Egipto ; se nombraron setenta ancianos para ayudar a Moisés a administrar a Israel en el desierto; el pueblo de Judá pasó setenta años de exilio en Babilonia; setenta semanas, “sietes”, fueron decretadas por Dios como el período en el que debía cumplirse la redención mesiánica; Jesús envió a los Setenta y dijo que se debía perdonar “hasta setenta veces siete”.
….666….
Es el número de la bestia en el Apocalipsis. Se han propuesto muchas interpretaciones de este número, y por gema tría, recurso en el cual se da a los números el valor de las letras correspondientes, el número 666 se ha identificado con los valores numéricos de los nombres de una variedad de personajes célebres, desde Calígula hasta Nerón, y otros posteriormente, y con conceptos tales como el monstruo del caos.
Ap. 7.4; 14.1 registra el número 144.000, “que fueron sellados”. Es el número doce, el número de elección, elevado al cuadrado y multiplicado por mil, número indefinidamente grande, y que simboliza el número total de santos de ambos pactos que son preservados por Dios. La multitud de fieles que esperamos la venida del Señor.
Fuentes: ARIEL ÁLVAREZ VALDÉS ¿Qué sabemos de la Biblia? Ed. San Pablo
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viernes, 23 de septiembre de 2011
Salmo 133
Canto de ascensión de David. Se sabe, por la biblia, que David era poeta, por lo cual, promovió y estimulo la literatura Hebraica y por ende los salmos, cuyo texto inicial es en hebreo. Aquí es interesante acotar que los manuscritos mas antiguos en hebreo, con los que se cuenta a la fecha, son del siglo X, sin embargo, fragmentos dispersos ya aparecen en el siglo I.
Los Salmos eran usados como texto litúrgico; han sufrido diversas transformaciones y cambios que han hecho difícil determinar el texto hebreo que fue la fuente de la traducción más antigua con la que se cuenta, adicionalmente hay que considerar que el periodo de composición y recopilación de los mismos va de 6 a 8 siglos.
En general, los exegetas han tratado de clasificarlos de muchas formas, pero la que pudiera tener mas interés general es la que los divide en grupos según el tema tratado. Así pues, hay himnos, suplicas, de acción de gracia, reales, mesiánicos, didácticos, de sabiduría y cánticos de Sión.
Al menos 73 de los salmos refieren a David como su autor, sin embargo, esto se basa en referencias en los mismos textos y no hay prueba real de que ninguno haya sido de su autoría.
La palabra Salmo proviene del latín “psalmus” que significa canto o cántico sagrado o bien composición poética que contiene alabanzas a Dios. Como detalle, algunas logias abren las escrituras sagradas en este salmo que hoy nos ocupa.
Históricamente hablando, si el autor de este salmo es David, el mismo se puede ubicar en el momento de la unificación de las tribus y su reconocimiento como rey por todas las tribus en Hebrón, después de capturar Jerusalén. Cuando hizo de ella (de Sión) la capital del reino.
También es probable que aluda, o a la unidad circunstancial de los peregrinos en el acto del culto o al esfuerzo de Nehemías por aumentar la población de Jerusalén (Neh. 11:1 y ss.). En cualquier caso, la doctrina y las ilustraciones son relevantes para todos los tiempos.
Así las cosas, el Salmo 133 alude a la unidad y al amor fraternal; su construcción es de tres versículos y cada uno plantea un enfoque muy particular.
(1)"[Canto de ascenso gradual. De David] ¡He aquí, cuan bueno y cuan agradable es que los hermanos habiten juntos en Uno (armonía)!
(2) Es como el buen aceite sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras.
(3) Es como el rocío del Jermón que desciende sobre los montes de Tzión [Sión]; porque allá ordenó Hashem bendición y vida eterna."
(Tehilim / Salmos 133:1-3)
El primero 133:1 Ubica históricamente el salmo y manifiesta la dicha que produce el amor fraternal, el segundo 133:2 ilustra uno de dos símiles que refuerzan esta enseñanza y el tercero 133:3 apunta el segundo símil que refuerza la enseñanza en su forma socializante y finaliza con el buen motivo que se da para tal hecho.
El calificativo de hermanos no es casual aquí, pues históricamente visto, para el momento, el termino se aplicaba a los hermanos de todas las tribus que se reunían en Jerusalén; También se da la unión de los hermanos, Moshé, Aarón y Miriam, que representan en el simbolismo, al intelecto, la emoción y lo sensorial.
Pero mas allá de esto, en el momento de evocar el salmo, reforzamos la idea del juramento de fraternidad hecho al ingresar en la orden, misma que debemos practicar de corazón, dando así, píe a la armonía y la igualdad de todo ser humano frente a sus pares. Aprendidos en el taller y aplicados en el mundo profano, estos principios de fraternidad, unión e igualdad se refuerzan antes de cada partida, en la cadena de unión que hacemos antes de retirarnos.
El segundo versículo y el comienzo del tercero ilustran dos símiles que hablan de una profunda simbología hebraica. El primer símil hace referencia a dos elementos del simbolismo que son muy pertinentes, en tal sentido el aceite se usaba para ungir al sacerdote (Levita), puesto que el aceite se consideraba el símbolo del espíritu santo.
El segundo elemento que configura el símil es la barba que en el oriente era símbolo de gran dignidad. Al bajar el aceite por las barbas llegaba a las vestiduras sacerdotales. Recordemos aquí la pechera con doce piedras preciosas, usada por los antiguos sacerdotes hebreos y que representaba las doce tribus, con lo cual la barba representa un elemento que unifica y distribuye el aceite del espíritu santo a todas las tribus hebreas.
Mas simbólicamente vemos como el rayo de luz baja por las distintas sefirot del árbol de la vida y desciende hasta la mas baja de todas que es malkut, en semejanza a una barba. Esto no es mas que la representación de lo manifestado, de lo humano, de lo tangible. Así pues ingresando por keter el rayo de luz desciende recorriendo las sefirot hasta malkut de la misma forma que el aceite baja por las barbas hasta la pechera.
Interesa además la mención de Aarón aquí, cabe preguntarse ¿porque Aarón y no otro? Y al revisar las escrituras confirmamos el hecho del sacerdocio por la unción planteado anteriormente, ya que Moisés se excusa ante Dios por su incapacidad de lenguaje y Dios le señala “No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, el hablara por ti al pueblo y el será a ti en lugar de boca; pondré yo en el sabiduría y tu serás en lugar de Dios”. Por tanto, este personaje es considerado jefe de los elegidos, de los sacerdotes, de los ordenados. Finalmente cuando este muere sus vestiduras son colocadas a Eleazar y así se completa el ciclo y la transmisión de la misión de este.
Hagamos aquí un símil nuestro antes de continuar con el salmo; se me ocurre que el venerable descubre su cabeza en el momento de la apertura de los trabajos y así recibe la unción simbólica, que desciende del oriente por las vestiduras que representan los hermanos en la logia y así se completa la unión en un solo cuerpo y por ello todos juntos en uno, en fraternidad, en armonía. Aplicable esto también, a que el G:.M:. (Moisés) tiene en cada logia un H:. (un Aarón o V:.M:.) que lo ayuda en su trabajo de sacar a su pueblo de la ignorancia por el influjo de los oleos que este reparte a cada hermano en la logia y así la cadena es una y todos en ella.
El segundo símil, habla del rocío (otro elemento simbólico). El rocío representa simbólicamente; Por ser sutil, invisible a simple vista, abundante y silencioso, una expresión de abundancia y prosperidad; nombrar el monte Hermón no es casual, aunque se encuentra a 300 Km de Sión (Jerusalén), es la altura mas grande de la zona por lo cual el simbolismo indica que la prosperidad y la abundancia vienen de arriba, pero conviene aquí observar que hay en el texto una escala intermedia, porque no cae directamente sobre los valles? … desciende sobre los montes de Sión (las alturas que rodean a Jerusalén) y luego se derrama sobre los valles, como los ríos al formarse en las altas montañas por efecto del rocío que caen a los causes mayores a medida que descienden, en señal de que todo es cubierto.
Así, finalmente llegamos al versículo final del texto salmódico en el que se habla de que teniendo la espiritualidad, lo trascendente como faro, guiados por el intelecto o la cabeza que recibe el oleo, sin divorcio de la emoción, dada la unidad, actuando acorde a nuestra armonía interior, se nos asegura que estamos en la senda de encontrar "bendición y vida eterna", lo cual representa la recompensa del actuar en unión, armonía fraterna e igualdad.
Por ultimo, no hemos de olvidar que Diós se hizo verbo y por tanto el sonido o la vibración sónica que producen ciertos vocablos al ser usados nos promueven a estados que nos permiten establecer la conexión perdida que hará material la unidad y la armonía. Es por ello que al ser manifiesto el salmo en su lenguaje original; en el lenguaje en que fue cantado por primera vez, nos acercamos a su esencia sutil. No sin desmejorar su traducción, pues es necesario que todos como uno, conozcamos el porque es necesaria la comprensión del simbolismo que el salmo contiene, aun cuando nunca apreciemos su exacta significación, hay un recuerdo ancestral que nos permite captar la enseñanza que la razón, por efecto de la cultura, nos es vedada.
Por todo ello la recitación del salmo 133 en hebreo es importante y la comprensión de su contenido también lo es.
Los Salmos eran usados como texto litúrgico; han sufrido diversas transformaciones y cambios que han hecho difícil determinar el texto hebreo que fue la fuente de la traducción más antigua con la que se cuenta, adicionalmente hay que considerar que el periodo de composición y recopilación de los mismos va de 6 a 8 siglos.
En general, los exegetas han tratado de clasificarlos de muchas formas, pero la que pudiera tener mas interés general es la que los divide en grupos según el tema tratado. Así pues, hay himnos, suplicas, de acción de gracia, reales, mesiánicos, didácticos, de sabiduría y cánticos de Sión.
Al menos 73 de los salmos refieren a David como su autor, sin embargo, esto se basa en referencias en los mismos textos y no hay prueba real de que ninguno haya sido de su autoría.
La palabra Salmo proviene del latín “psalmus” que significa canto o cántico sagrado o bien composición poética que contiene alabanzas a Dios. Como detalle, algunas logias abren las escrituras sagradas en este salmo que hoy nos ocupa.
Históricamente hablando, si el autor de este salmo es David, el mismo se puede ubicar en el momento de la unificación de las tribus y su reconocimiento como rey por todas las tribus en Hebrón, después de capturar Jerusalén. Cuando hizo de ella (de Sión) la capital del reino.
También es probable que aluda, o a la unidad circunstancial de los peregrinos en el acto del culto o al esfuerzo de Nehemías por aumentar la población de Jerusalén (Neh. 11:1 y ss.). En cualquier caso, la doctrina y las ilustraciones son relevantes para todos los tiempos.
Así las cosas, el Salmo 133 alude a la unidad y al amor fraternal; su construcción es de tres versículos y cada uno plantea un enfoque muy particular.
(1)"[Canto de ascenso gradual. De David] ¡He aquí, cuan bueno y cuan agradable es que los hermanos habiten juntos en Uno (armonía)!
(2) Es como el buen aceite sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras.
(3) Es como el rocío del Jermón que desciende sobre los montes de Tzión [Sión]; porque allá ordenó Hashem bendición y vida eterna."
(Tehilim / Salmos 133:1-3)
El primero 133:1 Ubica históricamente el salmo y manifiesta la dicha que produce el amor fraternal, el segundo 133:2 ilustra uno de dos símiles que refuerzan esta enseñanza y el tercero 133:3 apunta el segundo símil que refuerza la enseñanza en su forma socializante y finaliza con el buen motivo que se da para tal hecho.
El calificativo de hermanos no es casual aquí, pues históricamente visto, para el momento, el termino se aplicaba a los hermanos de todas las tribus que se reunían en Jerusalén; También se da la unión de los hermanos, Moshé, Aarón y Miriam, que representan en el simbolismo, al intelecto, la emoción y lo sensorial.
Pero mas allá de esto, en el momento de evocar el salmo, reforzamos la idea del juramento de fraternidad hecho al ingresar en la orden, misma que debemos practicar de corazón, dando así, píe a la armonía y la igualdad de todo ser humano frente a sus pares. Aprendidos en el taller y aplicados en el mundo profano, estos principios de fraternidad, unión e igualdad se refuerzan antes de cada partida, en la cadena de unión que hacemos antes de retirarnos.
El segundo versículo y el comienzo del tercero ilustran dos símiles que hablan de una profunda simbología hebraica. El primer símil hace referencia a dos elementos del simbolismo que son muy pertinentes, en tal sentido el aceite se usaba para ungir al sacerdote (Levita), puesto que el aceite se consideraba el símbolo del espíritu santo.
El segundo elemento que configura el símil es la barba que en el oriente era símbolo de gran dignidad. Al bajar el aceite por las barbas llegaba a las vestiduras sacerdotales. Recordemos aquí la pechera con doce piedras preciosas, usada por los antiguos sacerdotes hebreos y que representaba las doce tribus, con lo cual la barba representa un elemento que unifica y distribuye el aceite del espíritu santo a todas las tribus hebreas.
Mas simbólicamente vemos como el rayo de luz baja por las distintas sefirot del árbol de la vida y desciende hasta la mas baja de todas que es malkut, en semejanza a una barba. Esto no es mas que la representación de lo manifestado, de lo humano, de lo tangible. Así pues ingresando por keter el rayo de luz desciende recorriendo las sefirot hasta malkut de la misma forma que el aceite baja por las barbas hasta la pechera.
Interesa además la mención de Aarón aquí, cabe preguntarse ¿porque Aarón y no otro? Y al revisar las escrituras confirmamos el hecho del sacerdocio por la unción planteado anteriormente, ya que Moisés se excusa ante Dios por su incapacidad de lenguaje y Dios le señala “No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, el hablara por ti al pueblo y el será a ti en lugar de boca; pondré yo en el sabiduría y tu serás en lugar de Dios”. Por tanto, este personaje es considerado jefe de los elegidos, de los sacerdotes, de los ordenados. Finalmente cuando este muere sus vestiduras son colocadas a Eleazar y así se completa el ciclo y la transmisión de la misión de este.
Hagamos aquí un símil nuestro antes de continuar con el salmo; se me ocurre que el venerable descubre su cabeza en el momento de la apertura de los trabajos y así recibe la unción simbólica, que desciende del oriente por las vestiduras que representan los hermanos en la logia y así se completa la unión en un solo cuerpo y por ello todos juntos en uno, en fraternidad, en armonía. Aplicable esto también, a que el G:.M:. (Moisés) tiene en cada logia un H:. (un Aarón o V:.M:.) que lo ayuda en su trabajo de sacar a su pueblo de la ignorancia por el influjo de los oleos que este reparte a cada hermano en la logia y así la cadena es una y todos en ella.
El segundo símil, habla del rocío (otro elemento simbólico). El rocío representa simbólicamente; Por ser sutil, invisible a simple vista, abundante y silencioso, una expresión de abundancia y prosperidad; nombrar el monte Hermón no es casual, aunque se encuentra a 300 Km de Sión (Jerusalén), es la altura mas grande de la zona por lo cual el simbolismo indica que la prosperidad y la abundancia vienen de arriba, pero conviene aquí observar que hay en el texto una escala intermedia, porque no cae directamente sobre los valles? … desciende sobre los montes de Sión (las alturas que rodean a Jerusalén) y luego se derrama sobre los valles, como los ríos al formarse en las altas montañas por efecto del rocío que caen a los causes mayores a medida que descienden, en señal de que todo es cubierto.
Así, finalmente llegamos al versículo final del texto salmódico en el que se habla de que teniendo la espiritualidad, lo trascendente como faro, guiados por el intelecto o la cabeza que recibe el oleo, sin divorcio de la emoción, dada la unidad, actuando acorde a nuestra armonía interior, se nos asegura que estamos en la senda de encontrar "bendición y vida eterna", lo cual representa la recompensa del actuar en unión, armonía fraterna e igualdad.
Por ultimo, no hemos de olvidar que Diós se hizo verbo y por tanto el sonido o la vibración sónica que producen ciertos vocablos al ser usados nos promueven a estados que nos permiten establecer la conexión perdida que hará material la unidad y la armonía. Es por ello que al ser manifiesto el salmo en su lenguaje original; en el lenguaje en que fue cantado por primera vez, nos acercamos a su esencia sutil. No sin desmejorar su traducción, pues es necesario que todos como uno, conozcamos el porque es necesaria la comprensión del simbolismo que el salmo contiene, aun cuando nunca apreciemos su exacta significación, hay un recuerdo ancestral que nos permite captar la enseñanza que la razón, por efecto de la cultura, nos es vedada.
Por todo ello la recitación del salmo 133 en hebreo es importante y la comprensión de su contenido también lo es.
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El Libro Sagrado y el Salmo 133 en la Mas∴
Al iniciarse los trabajos en logia el M∴C∴Abre la Biblia en la página que contiene el Salmo 133 y lee. ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía!
Es un acto simple pero a plenitud solemne, ya que simboliza la presencia del G∴A∴D∴U∴ en nuestra Log∴Estas simples palabras son motivo de gran reflexión y anhelo, El Salmo 133 da sustento a nuestra Augusta Institución, Razón de ser y Responsabilidad de preservarla perpetuamente.
Su lectura correcta, así como la adecuada interpretación no está alejada de profundo simbolismo. La Mas∴ profesa que la obligación moral del individuo no debe estar ligada a ningún dogma religioso en específico, ni basarse en revelaciones divinas; sino que debe surgir de la racional y conciente relación del hombre con el ser supremo, con la naturaleza y con sus semejantes.
Quienes deben practicar este amor fraternal. De esa relación creo se derivan los LANDMARKS Mas∴ En el R∴E∴A∴y A∴ no es obligatorio la presencia de un “Libro Sagrado”, ya que va más allá de las exigencias del mismo, sin embargo, La Biblia, contiene claves universales que nos brinda, o bien profecías, o bien indicaciones de base, para la Iniciación en general y el esoterismo.
Un ejemplo de ello son las cuatro grandes palabras inscritas en el ARA, son puntos de referencia para profundas meditaciones. Mi personal punto de vista, quizá el Libro abierto en el Salmo 133 no es un acto Dogmático, sino que se emplea la Biblia como testimonio de que pertenecemos a una Sociedad que acepta todas las doctrinas y enseñanzas.
Y el Salmo 133 es representativo del Amor Fraternal, y nos recuerda que en todas nuestras reuniones se consagran al G∴A∴D∴U∴ No es otra cosa que la excelsa invocación a la fraternidad humana, que debiera practicarse de corazón, y así en los juramentos, al iniciarse en la orden se busca ser la base de la armonía, del entendimiento y la igualdad entre todos los seres humanos.
Todos nuestros trabajos son realizados en aras de esta Fraternidad, en la circunspección de nuestros talleres; pero este ideal Mas∴ lo portamos con nosotros al despedirnos en la Cad∴ de Unión, y cual mensajeros procurar implantar estos principios fraternales e igualitarios en el mundo profano. En el Segundo Párrafo ¿Por qué se cita a Aarón?; encontramos el nombre de Aarón por primera vez en el Vers. XIV del Cap. IV del Éxodo.
El señor ha encomendado a Moisés que saque a su pueblo del dominio del Faraón y de los egipcios; al excusarse Moisés por su incapacidad de lenguaje, El señor le contesta: “No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él hablará por ti al pueblo y él será a ti en lugar de boca; pondré yo en él sabiduría y tú serás en lugar de DIOS” Según historiadores en tiempos de Aaron, (hermano de Moisés) El aceite de la unción era derramado sobre la cabeza del sumo sacerdote y era tan abundante que bajaba por las patillas hasta la barba, la luenga barba que era una señal de gran dignidad en el Oriente. Como esta barba llegaba hasta la escotadura de sus vestiduras sacerdotales, el abundante óleo llegaba, por la barba, hasta las doce piedras.
Que sólo podían extenderse a quienes viviesen en unidad y armonía fraternas. Esta me parece es otra lección simbólica más.
¿Será el Ven∴ Maest∴ de una logia, como Aarón, Hermano y oficiante al mismo tiempo...?, aquel que conoce el lenguaje de la hermandad. La cabeza de Aarón es también la de la Log∴; las vestiduras, los HH∴ que la componen; y es por intermedio del V∴M∴ que los deliciosos ungüentos de la sabiduría de la filosofía M∴ Descienden a todos los HH∴ de la orden. Referente al Tercer Párrafo. Pudiese la Montaña Hermon representar a la Mas∴ y la frat∴ universal. Se puede apreciar el simbolismo que desde la altura, las enseñanzas bajan cual rocío unificante sobre las alturas de Hermon, formando aguas fecundas que derraman primero sobre los montes de Sión, alegóricamente, sobre todas las GG∴LL∴ de la tierra; de allí descienden a los Valles, o a los Tall∴ MM∴, a la fraternidad toda. Porque ahí envía Jehová bendición, y vida eterna.
David al tomar Sión, transportó el Arca de la Alianza y le construyó un Tabernáculo, desde entonces se le llama “la Cd. De Dios” El lugar de su Morada el lugar de su descanso. La interpretación Simbólica de los Tres Párrafos contenidos en el SALMO 133 de la SAGRADA BIBLIA, es del PORQUE DEBE USARSE el referido LIBRO sobre el ARA, durante los trabajos de las Logias; así como sea el motivo por el cual es indispensable abrirlo en la Página que contiene el tantas veces citado SALMO CIENTO TEINTA Y TRES.
Referencias:
• SABER que hay en todas las cosas una tesis, una antitesis y una síntesis; consultar para esto la epístola a los hebreos, capítulo V, versículo2; San Marcos, capítulo VIII, versículo 30; primera epístola a los tesalonicenses, capítulo V, versículos 4 – 5 • QUERER tomar una decisión, adoptar un ideal como se ha definido en San Lucas XIV, versículos 26 – 27; San Juan VIII, versículo 31. • OSAR cambiar de conceptos, adoptar una filosofía exenta de prejuicios y por encima de todos los dogmas establecidos; OSAR extinguir estos atavismos para contemplar un universo más vasto, acatando las enseñanzas de San Mateo XVI, versículos 24 – 26. Recordar que Pedro negó tres veces a su Maestro, según nos lo refiere San Juan, capítulo XIII, versículo 38. • CALLAR acerca de las verdaderas luces, demasiado fuertes para el mundo sin preparación: San Lucas XIV, versículos 28 – 29.
Es un acto simple pero a plenitud solemne, ya que simboliza la presencia del G∴A∴D∴U∴ en nuestra Log∴Estas simples palabras son motivo de gran reflexión y anhelo, El Salmo 133 da sustento a nuestra Augusta Institución, Razón de ser y Responsabilidad de preservarla perpetuamente.
Su lectura correcta, así como la adecuada interpretación no está alejada de profundo simbolismo. La Mas∴ profesa que la obligación moral del individuo no debe estar ligada a ningún dogma religioso en específico, ni basarse en revelaciones divinas; sino que debe surgir de la racional y conciente relación del hombre con el ser supremo, con la naturaleza y con sus semejantes.
Quienes deben practicar este amor fraternal. De esa relación creo se derivan los LANDMARKS Mas∴ En el R∴E∴A∴y A∴ no es obligatorio la presencia de un “Libro Sagrado”, ya que va más allá de las exigencias del mismo, sin embargo, La Biblia, contiene claves universales que nos brinda, o bien profecías, o bien indicaciones de base, para la Iniciación en general y el esoterismo.
Un ejemplo de ello son las cuatro grandes palabras inscritas en el ARA, son puntos de referencia para profundas meditaciones. Mi personal punto de vista, quizá el Libro abierto en el Salmo 133 no es un acto Dogmático, sino que se emplea la Biblia como testimonio de que pertenecemos a una Sociedad que acepta todas las doctrinas y enseñanzas.
Y el Salmo 133 es representativo del Amor Fraternal, y nos recuerda que en todas nuestras reuniones se consagran al G∴A∴D∴U∴ No es otra cosa que la excelsa invocación a la fraternidad humana, que debiera practicarse de corazón, y así en los juramentos, al iniciarse en la orden se busca ser la base de la armonía, del entendimiento y la igualdad entre todos los seres humanos.
Todos nuestros trabajos son realizados en aras de esta Fraternidad, en la circunspección de nuestros talleres; pero este ideal Mas∴ lo portamos con nosotros al despedirnos en la Cad∴ de Unión, y cual mensajeros procurar implantar estos principios fraternales e igualitarios en el mundo profano. En el Segundo Párrafo ¿Por qué se cita a Aarón?; encontramos el nombre de Aarón por primera vez en el Vers. XIV del Cap. IV del Éxodo.
El señor ha encomendado a Moisés que saque a su pueblo del dominio del Faraón y de los egipcios; al excusarse Moisés por su incapacidad de lenguaje, El señor le contesta: “No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él hablará por ti al pueblo y él será a ti en lugar de boca; pondré yo en él sabiduría y tú serás en lugar de DIOS” Según historiadores en tiempos de Aaron, (hermano de Moisés) El aceite de la unción era derramado sobre la cabeza del sumo sacerdote y era tan abundante que bajaba por las patillas hasta la barba, la luenga barba que era una señal de gran dignidad en el Oriente. Como esta barba llegaba hasta la escotadura de sus vestiduras sacerdotales, el abundante óleo llegaba, por la barba, hasta las doce piedras.
Que sólo podían extenderse a quienes viviesen en unidad y armonía fraternas. Esta me parece es otra lección simbólica más.
¿Será el Ven∴ Maest∴ de una logia, como Aarón, Hermano y oficiante al mismo tiempo...?, aquel que conoce el lenguaje de la hermandad. La cabeza de Aarón es también la de la Log∴; las vestiduras, los HH∴ que la componen; y es por intermedio del V∴M∴ que los deliciosos ungüentos de la sabiduría de la filosofía M∴ Descienden a todos los HH∴ de la orden. Referente al Tercer Párrafo. Pudiese la Montaña Hermon representar a la Mas∴ y la frat∴ universal. Se puede apreciar el simbolismo que desde la altura, las enseñanzas bajan cual rocío unificante sobre las alturas de Hermon, formando aguas fecundas que derraman primero sobre los montes de Sión, alegóricamente, sobre todas las GG∴LL∴ de la tierra; de allí descienden a los Valles, o a los Tall∴ MM∴, a la fraternidad toda. Porque ahí envía Jehová bendición, y vida eterna.
David al tomar Sión, transportó el Arca de la Alianza y le construyó un Tabernáculo, desde entonces se le llama “la Cd. De Dios” El lugar de su Morada el lugar de su descanso. La interpretación Simbólica de los Tres Párrafos contenidos en el SALMO 133 de la SAGRADA BIBLIA, es del PORQUE DEBE USARSE el referido LIBRO sobre el ARA, durante los trabajos de las Logias; así como sea el motivo por el cual es indispensable abrirlo en la Página que contiene el tantas veces citado SALMO CIENTO TEINTA Y TRES.
Referencias:
• SABER que hay en todas las cosas una tesis, una antitesis y una síntesis; consultar para esto la epístola a los hebreos, capítulo V, versículo2; San Marcos, capítulo VIII, versículo 30; primera epístola a los tesalonicenses, capítulo V, versículos 4 – 5 • QUERER tomar una decisión, adoptar un ideal como se ha definido en San Lucas XIV, versículos 26 – 27; San Juan VIII, versículo 31. • OSAR cambiar de conceptos, adoptar una filosofía exenta de prejuicios y por encima de todos los dogmas establecidos; OSAR extinguir estos atavismos para contemplar un universo más vasto, acatando las enseñanzas de San Mateo XVI, versículos 24 – 26. Recordar que Pedro negó tres veces a su Maestro, según nos lo refiere San Juan, capítulo XIII, versículo 38. • CALLAR acerca de las verdaderas luces, demasiado fuertes para el mundo sin preparación: San Lucas XIV, versículos 28 – 29.
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Biblia
BERESHIT (Génesis)
Para los cabalistas, el génesis ó bereshit no es el inicio, sino hasta donde me es permitido intuir, percibir ó conocer. Bereshit (Génesis), quizás no empieza con la materia primordial, y desde este punto de vista, intentare desarrollar el presente. “BERESHIT”
Se dirá que la creación, inició con una idea, una creación mental del Gran Arquitecto Del Universo, pero el universo manifiesto ¿con qué ó quién inició?...Quizás el inicio no se dió con la palabra, ni la materia astral ó virgen sideral. Sino las leyes que le precedieron, leyes madres que determinaron el “como” de la creación.
Quizás estas leyes madres, no fueron decretadas, sino que estaban implícitas en la naturaleza ó atributos de Dios; dentro de la tradición cabalista, se dice, que Dios formó el universo con las 22 letras del alfabeto hebreo, él cual tiene tres letras madres, siete dobles, y doce simples.
Pienso, que a partir de estas leyes madres, se generaron otras:
El kybalion nos comenta algunas como: El Mentalismo, Correspondencia, Vibración, Polaridad, Ritmo, Causa y Efecto, y Generación.
La ley de la gravedad, es una de las que me llaman mucho la atención. Esta ley es una fuerza que “atrae” todo hacia el centro, aglutina, condensa. Creo que si la materia primordial estaba dispersa, la fuerza de gravedad ú otra similar debió haber atraído, y formado los cuerpos estelares. La gravedad es tan importante, que aun hoy en día, todo arquitecto ó ingeniero, debe considerarla, para distribuir sus fuerzas en cualquier construcción que pretenda.
También me recuerda el libro de Enoch, donde las hijas de los hombres “atraen” a los Ángeles y estos les transmiten sus conocimientos.
En el libro de Hermes, se dice que estando ya en la puerta de la gruta de la iniciación, el hierofante le transmitía sus ultimas palabras a su discípulo: “Recuerda, que los dioses son negros”, y es que el negro es un color que “atrapa” la luz, y no deja escapar ningún color, negro es el color del cuervo, el ave que Noe envía para ver si existía tierra seca y no regreso, el cuervo es el símbolo del universo para todo masón.
¿Entonces cuál fué el inicio del universo?, ¿La palabra perdida, La materia primordial, la ley ó sus vehículos de manifestación? Pudiéramos decir, que el universo nació con una idea, que fué una creación mental del gran arquitecto del universo.
Pero el universo manifiesto ¿Cuándo inicia, ó con quien inicia?
La Biblia no es una mentira, pero si la leemos en forma literal, no puede sostenerse por la lógica y la razón. Vayámonos a la Kabbalah, Se dice que el universo manifiesto, nació por oleadas, una analogía utilizada, es que los sepiroth son como vasijas, que reciben la energía divina y se rebosan, fluyendo su contenido a la siguiente sephirah. La Kabbalah tiene cuatro mundos, y a cada mundo le corresponde una letra del nombre sagrado YHVH en hebreo, de igual modo le corresponde un arcángel: Rafael, Gabriel, Mikael, Sandalfon;
Estos mundos son: AZILUT, mundo de las emanaciones, los arquetipos divinos, BRIAH mundo de las creaciones, YEZIRAH mundo de las formaciones, ASIYYAH mundo de las hechuras. Cada mundo engloba un grupo de los diez sephirot, y cada sephira tiene su dios, arcángel y ángeles. No es la intención del presente hablar de la kabbalah como objetivo principal, sino un medio para apoyarnos en nuestro propósito; dentro del proceso de la creación por oleadas, se habla de la santa jerarquía celestial, que esta compuesta como sigue: Serafines, Kerubines, Tronos, Dominaciones, Potestades, Virtudes, Principados, Arcángeles, Ángeles y el Hombre, pero este no a terminado su trabajo y continua laborando en lo que le corresponde, en la construcción del templo.
CONCLUSIÓN
Cada escuela tiene su simbolismo y explicación de la creación, Elena Pablova Blavasky tiene una hermosa versión en su libro “Las estancias de Dzyan” que viene al inicio de “La Doctrina Secreta”, Dion Fortune hace otro tanto, en su libro “La doctrina cósmica en acción”, y Alicia A: Bailey en su libro “Tratado sobre el fuego cósmico”, todas nos dan sus ideas, pero lo más seguro es que nada sea como esta literalmente escrito, sus libros son un esfuerzo por bajar de los planos sutiles a nuestro plano tridimensional.
Basta con leer el libro de Henoch, Ezequiel ó el Apocalipsis, para comprender la dificultad que tuvieron que afrontar para plasmar en palabras, lo que está más allá de este plano de formas sólidas. Él que medita, sabe que llega un momento en que las formas pierden su importancia, y su universo mental, deja de estar sujeto a las formas y dimensiones conocidas, Sin perder su importancia, su sentido, y su verdad.
Son como los pintores surrealistas que las formas no los limitan, y se mueven en un universo muy propio, ó quizás poco propio de este plano. Entonces que fué primero, ¿Las leyes?, ¿El espacio primordial?, ¿La palabra perdida?, ¿La materia primordial?, ó ¿Las jerarquías celestiales? Hay escritos que tienen más preguntas que respuestas, pero después de todo, la pregunta es el inicio de la respuesta. e inclusive en ocasiones la pregunta trae veladamente, implícita la respuesta. ¿Qué son las leyes cósmicas?, ¿Qué es la palabra perdida?, ¿Qué es la materia primordial?, ¿Qué son las santas jerarquías?, ¿Qué es el universo?, ¿Qué es el hombre?... acaso ¿No son atributos de Dios?, ¿No es Dios el alpha y el omega? “Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre la faz de la tierra; y les a prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de vosotros.
Porque en el vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos.” Hch 17:26-28. “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y como vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, YO como perito arquitecto puse el fundamento, y OTRO edifica encima; pero CADA UNO mire como sobreedifica” 1 Co.3:9. “Más hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria” 1 Co. 2:7. “El sol es su padre, la luna su madre, el viento la ha llevado en sus entrañas”. “La ciencia jeroglífica absoluta tenia por base un alfabeto en que todos los dioses eran letras, todas las letras ideas, todas las ideas números, todos los números signos perfectos” “Que aquel que posea la Ciencia, comprenda; que aquél que comprenda, calcule” (1).
Gracias Fraternales a José David B.B., C∴R∴C∴18°
BIBLIOGRAFÍA: • La Biblia.- Reina Valera. • Adán Y El Árbol De La Kabbalah.- Zev Ben Simón Halevi. • La Cabala Mística.- Dion Fortune. • La Doctrina Cósmica En Acción.- Dion Fortune. • Un Jardín De Granadas.- Israel Regardie. • La Doctrina Secreta.- Elena Petrova Blavaski. • Tratado Sobre El Fuego Cósmico.- Alice A. Bailey. • (1).- Historia De La Magia.- Eliphas Levi • El Kybalion. • Enoch (Enoc).-
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Eusebio Baños Gómez
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lunes, 5 de septiembre de 2011
¿LUZ NEGRA QUE NO TENDRA FIN?
Desde hace mucho tiempo, culturas muy distintas entre sí, separadas por la geogafía y el tiempo, hablan de tres días de oscuridad que envolverán la Tierra. ¿Cuál es el origen de este fenómeno? ¿Será el hombre el directo responsable o el "castigo divino" vendrá de las estrellas?¿Tienen Icaro o el 1997FX11 algo que ver?
"Serán tres días en los que la tierra quedará sumergida en la oscuridad total; tres días en lo que sólo se oirán llantos, suspiros y quejidos. En medio de esta noche que parecerá eterna lo único que alumbrará será la luz proveniente de las llamas benditas. Al final, cuando el rostro de Dios se asome de nuevo, en la Tierra sólo la habitarán los justos".
¿De dónde salió esta especie de profecía tan apocalíptica?. Nadie lo sabe a ciencia cierta, lo que si es claro es que muchas culturas antiguas la registran en sus memorias ancestrales. Entre ellas seencuentran los indios Hopies, en el suroeste de los Estados Unidos y los indígenas de la cuenca del río Amazonas, en Suramérica, quienes se atreven a ponerle una fecha: la correspondiente al año 2008 de nuestra era.
La tradición judeo-cristiana tampoco se ha quedado atrás en este sentido. En el Apocalipsis, último libro de la Biblia, se hace mención a tres días de oscuridad que envolverán la Tierra y, aunque no es oficial, hay quienes sostienen que la Virgen María también pronosticó lo mismo, durante sus apariciones en Fátima.
Para los seguidores de la astrología, este paso de la Tierra por una zona de oscuridad completa marcará el final de la era de Piscis y el comienzo de la era de Acuario, caracterizada por el renacimiento espiritual de la humanidad, la intuición y el despertar de la conciencia cósmica del hombre.
Una mirada a las estrellas
¿Pero qué puede ser tan terrible para provocar tres días de oscuridad en la Tierra? De acuerdo con la opinión de los científicos, el posible responsable puede ser una erupción volcánica masiva a lo largo de todo el planeta, que lance a la atmósfera enormes cantidades de ceniza y polvo, impidiendo el paso de la luz solar. Otra posibilidad es una guerra atómica que sumiría al planeta en una especie de invierno nuclear.
De todas maneras, en ambos casos se hablaría de años y no de días, a no ser que la profecía hablara de manera simbólica, como generalmente puede suele ocurrir.
Por otra parte hay quienes buscan una explicación a este fenómeno en las estrellas.
Hasta hace poco tiempo se habló del fin del mundo gracias a la presencia de dos vecinos interestelares, los meteoritos Icaro y 1997FX11. Ya quedó claro que estos dos cuerpos celestes no harán impacto sobre la tierra, aunque si pasarán muy cerca de ella.
Si llegara a pasar lo contrario, ocurriría algo similar a lo que sucedió hace 65 millones de años, cuando desaparecieron los dinosaurios.
El término meteorito proviene del griego meteoron, que significa fenómeno en el cielo. Se emplea para describir el destello luminoso producido por la caída de la materia que existe en el sistema solar sobre la atmósfera terrestre, lo que da lugar a una incandescencia temporal resultado de la fricción atmosférica.
Esto ocurre generalmente a alturas entre 80 y 110 kilómetros (50 a 68 millas) sobre la superficie de la Tierra.
Los meteoritos han demostrado ser difíciles de clasificar, pero se pueden establecer tres grandes grupos: rocosos, ferrosos de tipo rocoso y ferrosos. Según los científicos, los meteoritos tienen una edad de 4.550 millones de años, aproximadamente la edad del sistema solar.
De todos modos, ¿será posible que el material cósmico que puedan arrastrar los dos meteoritos, envuelva la Tierra en un manto que le impida recibir la luz del Sol?.
De acuerdo con el arquitecto Luis Fernando Céspedes, miembro de la Asociación de Aficionados a la Astronomía, Antares, de la ciudad de Cali, Colombia, esto no es posible, debido, en primer lugar, a la distancia que separará al planeta de estos dos cuerpos.
En caso de que un asteroide pase muy cerca a la Tierra, éste tendría que ser de proporciones "astronómicas" para envolver al planeta en una especie de desperdicio cósmico.
¿otros peligros?
Cuando oímos hablar de cuerpos celestes que arrastran material cósmico tras de sí, inmediatamente vienen a nuestra mente los famosos y muchas veces temidos cometas.
Los cometas son cuerpos de formas irregulares, frágiles y pequeños, compuestos por una mezcla de granos no volátiles y gases congelados. Tienen órbitas muy elípticas que los lleva muy cerca del Sol y los devuelve al espacio profundo, frecuentemente más allá de la órbita de Plutón.
A medida que los cometas se aproximan al Sol desarrollan colas enormes de material luminoso que se extienden por millones de kilómetros desde la cabeza, alejándose del Sol.
Cada vez que el cometa visita al Sol, pierde parte de sus volátiles. Eventualmente, se convierte en otra masa rocosa en el Sistema Solar. Por esta razón, se dice que los cometas tienen una vida corta, en una escala de tiempo cosmológica.
Muchos científicos creen que algunos asteroides son núcleos de cometas extinguidos, cometas que han perdido todos su volátiles.
Así como en alguna ocasión pensamos que Icaro y 1197FX11 pondrían fín a la vida sobre el planeta, en la antiguedad se pensó lo mismo, pero esa vez se hizo de los cometas los directos responsables.
Según los astrónomos, la probabilidad de que un cometa choque contra la Tierra o la envuelva en su cola, es la misma que rige para los meteoritos. Por ahora, y de acuerdo con los cálculos realizados en los observarorios astronómicos del mundo, no se registra ningún cometa que pueda poner en peligro al planeta.
Pero si no son los meteoritos o los cometas, ¿qué otros "habitantes" del espacio pueden provocar tres días de oscuridad en la Tierra?
De acuerdo con el astrónomo aficionado Luis Eduardo Céspedes, se podría pensar en una nube cósmica o en un agujero negro. Con respecto a la primera, no se ha registrado la presencia de alguna en las cercanías del planeta y en lo referente a los agujeros negros, el más próximo está a 35 millones de años luz del planeta, en el centro de la Vía Láctea.
Los agujeros negros son uno de los fenómenos físicos que más han atraído la curiosidad durante los últimos años. El misterio que encierran y sus características los hacen atractivos e intrigantes para mucha gente, incluso son fuente de discusión entre los científicos.
Un agujero negro es un cuerpo celeste con un campo gravitatorio tan fuerte que ni siquiera la radiación electromagnética puede escapar de su proximidad.
Todo agujero negro está rodeado por una frontera llamada horizonte, la región de la que no se puede escapar, si algo permanece afuera del horizonte puede evitar ser absorbido. La luz puede entrar a través del horizonte, pero no puede salir, por lo que parece ser completamente negro.
Existen muchas especulaciones sobre lo que hay más allá de los agujeros negros. Algunos científicos sostienen que gracias a ellos es posible viajar superando las barreras del espacio y el tiempo. En otras palabras, serían una especie de túnel que nos permitirían llegar a galaxias remotas, conocer lugares del universo inimaginados y entrar en contacto con otras civilizaciones.
¿Qué le puede ocurrir a la Tierra en caso de caer en un agujero negro? No se sabe a ciencia cierta, ni siquiera si es posible de que salga bien librada de su enorme campo gravitatorio.
El fin del mundo es una idea que siempre ha estado presente en la mente de toda la humanidad. Pero vale la pena preguntarse entonces si de verdad debemos buscar su causa en las estrellas o en nuestra propia casa. ¿La humanidad estará más segura allá fuera que aquí adentro?
Gracias a AUPEC.
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Biblia
LA PAZ, FRUTO DE LA JUSTICIA.
La Palabra "shalom"= paz, aparece en la Biblia hebrea 237 veces y otras 237 palabras formadas con su misma raíz; la palabra "eirene" (paz) aparece 91 veces en el Nuevo Testamento.
La palabra "sadoq"=justo aparece 137 veces y otras palabras formadas con su raíz aparecen 386 veces en la Biblia hebrea; la palabra "dikaiosyne" = justicia y sus derivados aparecen 248 veces en el Nuevo Testamento.
INTRODUCCIÓN
No hay palabra que más hayamos pronunciado los humanos, que la paz. No es simplemente una palabra de moda; no es un slogan que pretende atraer y convencer muchedumbres. Es una realidad que hemos perdido, de la que tenemos nostalgia y que queremos recuperar. Para nosotros paz significa, no sólo que se silencien las armas y que vuelvan los hombres a sus tareas cotidianas. Significa tranquilidad, progreso, abundancia, bienestar.
Significa deponer los odios y abrazarnos como hermanos. Trabajar hombro a hombro con los demás para construir un porvenir sin sombras ni amenazas.
La Biblia como libro inspirado tiene mucho que decirnos sobre la paz. Para ella la paz es una síntesis de todos los bienes que puede alcanzar un hombre. En muchos casos la paz equivale a salvación.
Pocas palabras existen de las que se haya abusado tanto y hayan sido tan tergiversadas como la palabra Paz. Y es también la palabra que más resonancia despierta en nuestro interior. Hoy día todos hablan de paz. El Papa Juan Pablo II en sus discursos y alocuciones se refiere a ella con frecuencia. Juan XXIII le consagró una encíclica. Pacem in terris. Los jefes de gobierno de todas las naciones la mencionan constantemente, mientras se preparan para la guerra. Aún los grupos de revolucionarios, guerrilleros, rebeldes dicen que buscan la paz con su lucha. Y el ciudadano común y corriente la desea con todo corazón. Es un término que por su uso se ha gastado y desgastado. A fuerza de tanto hablar de paz, se ha devaluado su contenido, pero mediante la Biblia podemos devolvérselo.
La paz es una idea cristiana, bíblica. Incluso, cuando parece que la cristiandad no influye como antes en el mundo, ciertas ideas y estructuras mentales de origen cristiano continúan extendiéndose por todos los países y religiones. El vocabulario sigue siendo el mismo, pero su significado ha cambiado casi totalmente. Esta discrepancia entre el sentido bíblico y su uso y abuso, sobre todo en las confrontaciones políticas, ha hecho de la paz un término cambiante, ambiguo, problemático.
Cuanto más modernos y refinados son los métodos de la lucha por la existencia, tanto más difíciles se hacen las conferencias de paz y tanto más sospechosos resultan los mensajes de paz. Es necesario, entonces, redescubrir el contenido salvífíco y las esperanzas de salvación que comporta el concepto bíblico de paz, para poder robustecer la credibilidad de los discursos sobre la paz y otorgarles una renovada esperanza.
Pero, sobre todo, no es posible separar la paz de la justicia. En la Biblia, como tendremos ocasión de verlo, estas dos realidades van siempre de la mano. El título de esta Semana Bíblica esta tomado del profeta Isaías 32,17, y a través de toda la historia y concretamente, la experiencia del mundo contemporáneo en la búsqueda de la paz le ha dado la razón.
Pero no podemos quedarnos únicamente en la teoría, todo esto tenemos que hacerlo vida. La paz y la justicia no podrán ser una realidad palpitante si no le añadimos un elemento igualmente indispensable para una auténtica paz: el perdón, que es el olvido de los agravios, la reconciliación sincera, el abrazo generoso y sin reticencias. La justicia no significa venganza, ni desquite, sino que incluye también el perdón, tender un manto de olvido sobre las ofensas que hemos recibido.
Vamos entonces a estudiar y a profundizar lo que nos dice la Biblia, palabra de Dios, sobre la paz, la justicia y el perdón. Una vez más podremos comprobar cómo la Biblia no es un libro simplemente de lectura, hermoso por muchos conceptos, sino una palabra divina que aún tiene algo que decirnos; que puede iluminar nuestra vida; darnos una luz en el camino; mostramos un sendero y señalarnos dónde y cómo se encuentra la paz y la justicia verdaderas. No una paz sospechosa; no la paz que es sólo una tregua entre dos guerras inevitables; no la que esconde intenciones torcidas y traidoras; si no la paz que es fruto de la justicia, la paz que el Señor anunció en el Antiguo Testamento.
La Guerra en el Antiguo Testamento
Al hablar de la paz se viene inevitablemente al pensamiento su contrario: la guerra. Ella no es solo un hecho humano que plantea problemas morales. Su presencia en el mundo bíblico permite a la revelación expresar, a partir de una experiencia común, un aspecto esencial del drama en el cual está comprometida la humanidad y está puesta en juego la salvación del hombre; es el drama de la lucha espiritual entre Dios y Satán. Es cierto que el designio de Dios tiene por fin la paz; pero esta paz supone una victoria conseguida al precio de un combate.
La guerra es, en todos los tiempos, un elemento de la condición humana; en el antiguo oriente era un hecho endémico o habitual: a cada vuelta del año los reyes emprendían campañas militares. En vano, los imperios en los periodos de gran civilización firmaban tratados de paz perpetua; la evolución de los hechos rompía rápidamente esos frágiles contratos. Insertada en ese cuadro la historia de Israel va a comportar una experiencia, a veces exaltada, a veces cruel, de los combates humanos. Pero introducida en la perspectiva del designio de Dios, esta experiencia adquiere un alcance específicamente religioso. La guerra se revela allí a la vez como un mal y como una realidad permanente de este mundo.
Las perspectivas abiertas por la alianza de Sinaí, no son de paz, sino de guerra. Dios da una tierra a su pueblo, pero éste debe conquistarla.
Voy a enviarte un ángel por delante para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que te he preparado... Si le obedeces fielmente y haces lo que yo te digo, tus enemigos serán mis enemigos y tus adversarios serán mis adversarios. Mi ángel irá por delante y te llevará a las tierras de los amorreos, heteos, fereceos, cananeos... y acabará con ellos (Ex 23,20-23)Enviaré delante mi terror y devastaré los pueblos que invadas: haré que tus enemigos te den la espalda. Enviaré por delante el pánico que espantará delante de ti a heveos, cananeos y heteos (Ex 23,27).
Guerra ofensiva que es sagrada y que se justifica dentro de la perspectiva del Antiguo Testamento. Canaán con su civilización corrompida constituye una trampa para Israel. De este modo Dios sancionaba su exterminio. Este aspecto de la guerra quizás se pueda admitir más fácilmente, no como justificación de la guerra, sino como la historia de algo que ocurrió.
Pero hay una ley que nos escandaliza y que se aplica, sobre todo, en tiempos de guerra. Es la ley del anatema: (herem). Según ella cuando los Israelitas conquistaban una ciudad, todo en ella debía ser arrasado y las personas, hombres, mujeres y niños eran exterminados, sin excepción. Así lo leemos en el Deuteronomio:
La aplicación de esta ley se da en la conquista de Jericó: Consagraron al exterminio todo lo que había dentro: hombres y mujeres, muchachos y ancianos, vacas y ovejas y burros, todo lo pasaron a cuchillo (Jos 6,21). La misma orden se dio cuando el ataque a los amalecitas. (1 Sam 15-9). No hay duda de que este fenómeno histórico del anatema requiere su explicación porque hiere nuestra sensibilidad moderna. La dificultad o escándalo no está tanto en el hecho en sí, ni siquiera en que esté consignado en la Biblia, que refiere con toda sinceridad los pecados históricos del hombre, aunque éste sea un héroe amigo de Dios, cuanto en el dato de que venga ejecutado por orden de Dios como parece ser en los casos de Josué y Saúl.Cuando el Señor tu Dios, te introduzca en la tierra donde entras para tomar posesión de ella y expulse a tu llegada a naciones más grandes que tu... cuando él los entregue en tu poder y los venzas, los consagrarás sin remisión al exterminio (Dt 7,1).
Varias explicaciones se han dado a este hecho. Para algunos Israel no hizo sino aplicar en estado de guerra lo que podríamos llamar el derecho de gentes entonces vigente, que era la costumbre general de los pueblos cuando hacía la guerra. Israel se igualó a los usos bárbaros vigentes en su tiempo. Pero esta explicación que tiene en cuenta el entorno histórico no nos deja satisfechos. ¿Cómo podía un Dios de bondad y de misericordia, como era Yahveh, ordenar semejante atrocidad? Los estudios de la Biblia dicen hoy que tales guerras quizás nunca tuvieron lugar.
Es más bien una reflexión posterior del autor sagrado, quien al meditar sobre los grandes males que trajo la religión cananea al pueblo judío al contagiarlo con la idolatría, piensa en voz alta y afirma que habría sido mejor exterminar desde el primer momento a los cananeos para evitar su influjo fatal, lo que hacemos nosotros cuando decimos: ¡ojalá hubiera sucedido más bien esto o aquello! El autor expresa lo que deseaba que se hubiese hecho y no se hizo. La decadencia religiosa del pueblo se hubiera evitado, si realmente el pueblo hubiese puesto en práctica la ley del anatema o exterminio. Se trata, por lo tanto, de poner en el pasado algo que no sucedió. Vistas de este modo las cosas, no son tan escandalosas. En realidad la ley del anatema se escribió muchos años, quizás siglos, después de la posesión de la tierra de Palestina, cuando ya no tenía aplicación práctica.
La Guerra Santa
La subsistencia de Israel como pueblo dependía de su victoria frente a sus enemigos. Las guerras nacionales se convierten en guerras de Yahveh. Al defender su independencia frente a los agresores externos, Israel defiende al mismo tiempo la causa de Dios. Hay que notar además que el Antiguo Testamento no divide la vida en una esfera profana y otra religiosa. La vida, según la concepción del Antiguo Testamento está bien penetrada y entretejida por la religión y la fe. Teniendo esto presente comprenderemos la idea que hoy sorprende, que la guerra sea un asunto religioso y que pueda hablarse de la guerra santa como de una institución religiosa.
En general, se puede decir que toda defensa del territorio de Israel contra una invasión extranjera era una guerra santa. El enemigo que penetraba en el territorio que Israel había recibido de Yahveh en virtud de la Alianza, se exponía a la cólera de Yahveh, que no se encendía cuando el enemigo era enviado para castigar a Israel por su infidelidad.
El comandante militar no dirigía la campaña según sus métodos o su propia inspiración. Para este oficio se preparaba por un don singular del Espíritu. Si por alguna circunstancia perdía el Espíritu quedaba incapacitado para conducir la guerra. No cualquiera podía servir bajo el mando de los capitanes. El Deuteronomio enumera quiénes no deben tomar parte en el combate:
Quien haya edificado una casa y no la haya estrenado que se retire y vuelva a su casa, no vaya morir en combate y la estrene otro. Quien haya plantado una viña y no la haya vendimiado todavía, que se retire y vuelva a casa, no vaya a morir en combate y la vendimie otro. Quien esté prometido a una mujer y no se haya casado todavía, que se retire vuelva a casa, no vaya morir en combate y otro se case con ella ( Dt 20,5-8).
La guerra era conducida con la ayuda de los sacerdotes. Muchas veces el arca era llevada al combate para encender el ánimo de los participantes. El soldado que tomaba parte en una guerra Santa, mientras duraban las hostilidades, tenían un carácter sagrado. Estaba obligado a guardar ciertas prescripciones relativas a la pureza ritual. No podía comer alimentos considerados impuros y debía abstenerse de relaciones sexuales. La guerra se consideraba como responsabilidad de todo Israel en cuanto pueblo de alianza.
En la conducción de la guerra lo menos importante era el número de soldados; cuando Gedeón salió a combatir contra Madián, el Señor le dijo:
llevas demasiada gente para que yo te entregue a Madián. No sea que luego Israel se gloríe diciendo: "Mi mano me ha dado la victoria. Vas a echar este pregón ante la tropa: el que tenga miedo o tiemble que se vuelva'.
Se volvieron a casa 22 mil hombres. Al final quedaron sólo 300 y con ellos dio la batalla Gedeón y obtuvo una resonante victoria (Jue 7,2-4).
Pero la guerra no era un fin en sí misma. Ella miraba más allá de la batalla, hacia la paz que la victoria concedía. La guerra era un instrumento por el cual Dios mismo liberaba a su pueblo y lo conducía hacia condiciones de vida mejores, hacia la prosperidad, la paz, la tranquilidad.
El concepto de guerra santa alcanzó su máximo desarrollo en tiempo de los jueces. Después fue perdiendo importancia; se transformó en un instrumento de la política nacional. Vuelve a aparecer nuevamente el espíritu de la guerra santa en tiempo de los hermanos macabeos.
Guerra como Juicio de Dios
Poco a poco Israel va comprendiendo que la guerra es un mal. Resultado del odio fratricida entre los hombres; ella está ligada al destino de una raza pecadora. Flagelo de Dios, no desaparecerá radicalmente de la tierra, sino cuando el pecado haya desaparecido. Sobre todo la predicación profética va haciendo comprender al pueblo que la verdadera salvación consiste en la paz a la cual debe aspirar, y no a las guerras santas de conquista y de destrucción.
A pesar de que los profetas se vieron varias veces envueltos en los asuntos de guerra, para ellos la meta de la historia era la paz. Pero al interpretar el presente ellos lo veían trágico y desolador. Israel copió las prácticas religiosas de sus vecinos; importó sus ídolos; abandonó o corrompió el culto a Yahveh; perdió su vocación, es decir, su llamado a ser un pueblo separado de los otros para consagrarse al servicio de Yahveh. Prefirió mezclarse con los pueblos y tomó sus características. Al renegar de su identidad, el pueblo quedó bajo el juicio de Dios. Y siguiendo la doctrina, entonces vigente, de que el castigo es proporcional al pecado, Yahveh permite que Israel sea una nación como las otras de la tierra y se vea envuelta y cogida en el juego de la política humana. La guerra toma ahora un significado nuevo para los profetas. Es el juicio de Dios por la apostasía de Israel y por su falta de fe en Yahveh (cfr. Is. 10,5-11; Jer 51, Iss).
La concepción profética de la guerra santa como juicio y castigo, se aplicó no sólo a Israel, sino también a otras naciones. Dios tiene el control de toda la historia humana y castiga el mal allí donde aparece. A veces las naciones extranjeras eran castigadas porque oprimían a Israel. Nahum hace un juicio patético contra Nínive (Nah 3,1-7). Pero hay un reverso en la medalla. Del mismo modo que Dios utiliza la guerra para castigar a su pueblo y ejecutar su venganza, también puede emplearla para librar a Israel de sus enemigos. El segundo Isaías, desterrado en Babilonia, ve en Ciro el persa, al ungido de Dios para rescatar a su pueblo de la esclavitud y devolverle la libertad: Is 45,lss. De paso hemos de anotar que la literatura apocalíptica habla con mucha frecuencia de la guerra del final de los tiempos. Pero la victoria será de Yahveh.
LA GUERRA EN EL NUEVO TESTAMENTO
Jesús y la guerra
Una cuestión que ha suscitado encendidas controversias y ha dado origen a muchos libros es la actitud de Jesús frente a la guerra o la oposición contra Roma.
En primer lugar hay que poner en claro que la guerra no constituía un argumento central de la predicación de Jesús. Aunque se declaró Mesías, él no entendía este título como si fuera un jefe militar para dirigir la guerra santa. Sus discípulos pensaban de otro modo. La petición de Juan y Santiago de ser ministros en su reino (Mt 20,20-28), muestra que ellos tenían una concepción terrena del reino del Mesías. Jesús rechazó abiertamente esas peticiones. Una de las interpretaciones que se da al episodio de las tentaciones de Jesús, es que ellas eran un intento de arrastrar a Jesús a un mesianismo terreno y temporal, y en cada asalto el tentador perdió su embate.
También se ha querido hacer de Jesús un amigo de los zelotas que se oponían con la violencia al dominio Romano. Pero los esfuerzos hechos para encontrar una justificación de la lucha armada han fracasado. Jesús entendió su misión según el modelo de siervo de Yahveh del segundo Isaías y la misión de aquél se realizó no con medios violentos y guerreros, sino con el sacrificio y la inmolación. Jesús reprendió a Pedro cuando quiso usar la espada (Mt 26,52-54). La imagen de un Mesías guerrero no se la aplicó a sí mismo. Jesús jamás habló de la guerra como de un instrumento de la política nacional. Además desde el año 6 a. C. hasta el 41 d. C. no hay rastros en Palestina de rebeliones contra Roma, ni grupos de partidarios de la guerra contra el dominador pagano; en todos los momentos de inevitables tensiones, el pueblo judío, unido bajo la aristocracia acudió a medios pacíficos para hacer respetar su ley, pero reconociendo, de hecho, la autoridad romana. Fue solamente, más tarde, a partir del año 41 d. C. cuando la situación se tornó revolucionaria. Pero para ese entonces Jesús ya había muerto.
La violencia es contraria al pensamiento de Jesús. Él declara bienaventurados a los que buscan la paz. Y a propósito de los enemigos enseña lo que leemos en Mateo 5,43-45:
Les han enseñado que se mandó: 'Amarás a tu prójimo... 'y odiarás a tu enemigo. Pues yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por los que los persiguen, para ser hijos de su Padre del cielo que hace salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos.
La enseñanza de Jesús es la antítesis de la guerra. Si hubiese sido practicada y aceptada universalmente habría creado una sociedad en la cual la guerra sería imposible.
La guerra es una realidad humana; más bien es consecuencia del pecado del hombre. La Biblia al hablar de ella la toma como lo que es, un mal que hay que desarraigar. Al principio el libro sagrado parece aceptarla. Y esta constatación causa extrañeza, quizás hasta escándalo ¿Por qué no rechaza desde el principio la Biblia la guerra? Hay una circunstancia que hay que notar, la revelación es progresiva.
Cuando Dios se revela al hombre por la primera vez lo toma tal cual es, con sus defectos y sombras. Sólo poco a poco la revelación se va haciendo más exigente. En el Antiguo Testamento Dios toleró muchas cosas que en el Nuevo Testamento están prohibidas porque primero es la fe, luego la moral. La humanidad tenía que recorrer un largo camino de sangre antes de tomar plena conciencia de que la guerra es inmoral. La Biblia permite seguir ese proceso. Si en el Antiguo Testamento Dios aparece como un Dios guerrero, en el Nuevo Testamento Jesús es el príncipe de la paz.
LA PAZ
Casa de Jacob! Ven y caminemos a la luz del Señor. Juzgará entre las gentes, será arbitro de pueblos numerosos, que de sus espadas harán rejas de arados y de sus lanzas podaderas. No alzarán la espada gente contra gente ni se ejercitarán para la guerra (Is 2,4).
PAZ, SHALOM, EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
En hebreo existe la palabra shalom que en español traducimos por paz. Pero el significado de shalom es mucho más denso y profundo. Abarca muchos aspectos de la realidad. Se la usa en el saludo; se la emplea para significar prosperidad, orden, el efecto de las bendiciones; la salud y también la salvación.
Hay una palabra hebrea, shalom, que inclusive muchos usan en el lenguaje español y en otros idiomas modernos y que ordinariamente se traduce como paz. Los movimientos pacifistas la usan a porfía. Grupos de gentes que quieren la paz no vacilan en tomarla como denominación de su idea. Algunas casas de retiros se llaman así. Pero cuando se quiere penetrar más profundamente en su significado original y fundamental se encuentra uno con una sorpresa.
La palabra shalom tiene una amplia gama de significados, de tal modo que al encontrarla en un texto, como que brilla con visos tornasolados. Así de una manera casi poética podemos hablar de shalom. Veremos los diversos usos de esta palabra, de un significado tan denso y tan profundo pero a la vez tan enriquecedor. Sería un empobrecimiento del vocabulario traducirlo siempre por paz.
Paz en la vida cotidiana Paz como saludo
Un primer grupo de textos que cubre prácticamente todo el Antiguo Testamento presenta la palabra shalom como expresión de saludo. Cuando dos personas se encuentran se saludan deseándose la paz. Y cuando se despiden se encuentra la misma palabra: "vaya en paz". (1 Sm 25,6; 2 Sm. 18,28; 1 Sm. 29,7). �Qu� significa entonces shalom? Saludarse en hebreo es preguntarse por la buena o mala situación y cuando se trata de una despedida es desear un buen viaje.Para los antiguos las fórmulas de saludo tienen una referencia religiosa, que a nosotros nos pasa inadvertida. Con el saludo se pretendía eliminar el peligro que supone todo encuentro con un extraño. Por eso se desea que nada suceda al visitante o visitado. Esto recuerda el gesto de dar la mano cuando saludamos, para indicar que en la derecha no tenemos ningún arma con qué amenazar a nuestro prójimo. Al despedirse se desea que la divinidad le dé un buen camino al que parte. Y algunos usos nuestros corresponden también a esa mentalidad. Que Dios te bendiga, decimos muchas veces nosotros al despedirnos de alguien.
Gracias a H.Jiménez y L.V.Hernández
Profesores de Estudios Bíblicos.
Profesores de Estudios Bíblicos.
Publicado por
Eusebio Baños Gómez
en
16:26
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Etiquetas:
Biblia
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