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lunes, 8 de noviembre de 2010

Adán.





Porque el día (bªyôm) que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17)
Aquí encontramos una declaración de Dios que aparentemente no se cumplió al pie de la letra—¿o sí?

En este pasaje de Génesis 2:16-17, Dios le advierte a Adán que de comer del fruto prohibido, ciertamente ese mismo día morirían por su desobediencia. Sin embargo, las Escrituras nos dicen que Adán no murió el mismo día que comió del fruto sino que llegó a vivir 930 años (Génesis 5:5). Entonces nos preguntamos: ¿por qué no cayeron muertos Adán y su mujer cuando comieron del fruto prohibido el mismo día que desobedecieron? Creemos que existen dos respuestas posibles:

1.- La Biblia habla de una muerte física y otra espiritual. La muerte espiritual acaeció a la primera pareja humana justo el mismo día que pecaron. Entonces su relación con Dios se rompió y desde ese mismo día vivieron separados de Dios. Recordemos que Jesús habló de “muertos que entierran a sus muertos” en Lucas 9:60.

Por otro lado, la prueba disponible indica que la expresión hebrea bªyôm (“el día”) significa certeza de la muerte, y no la cercanía de la muerte. Veamos el siguiente caso interesante: En una ocasión el sabio Rey Salomón advirtió al rebelde Simei, lo siguiente: “porque sabe de cierto que el día que salieres y pasares el torrente de Cedrón, sin duda morirás, y tu sangre será sobre tu cabeza” (1 Reyes 2:37). A leer los siguientes versículos, fue imposible que Simei  pudiese ser ejecutado en el día preciso que cruzó el torrente de Cedrón por la distancia que lo separaba de Gad. El contexto indica que Simei fue ejecutado después, y no ese mismo día. Entonces “el día” aquí expresa certeza de la muerte, y no el tiempo del castigo. Es una cuestión se seguridad y no de tiempo.

2.- Según la cuenta de Dios, Adán murió físicamente el mismo día que pecó. En 2 Pedro 3:8 Pedro dice que para Dios 1,000 años es como 1 día, y 1 día como 1,000 años. Siendo que Adán vivió 930 años, entonces Adán murió ese mismo día que pecó, tal como Dios lo predijo.

Gracias a Mario A. O.

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