INTRODUCCION:
Debido al interes actual que está levantando la reconstrucción real del tercer Templo de Salomón me ha parecido interesante remontarnos hasta cuando surge en la humanidad el deseo de esa reconstrucción ya fuese en libros, documentos, dibujos, maquetas y representaciones audivisuales en el siglo XXI .... de lo que estoy segura que nadie esperaba es que todos y todos sin excepción a lo largo de la historia, sus periodos y estilos arquitectonicos, una y otra vez volverian a utilizar la única referencia fidedigna que quedó de como se debía construir el Templo y es en la Biblia, concretamente en el Libro de Ezequiel.
"Y tú, hijo del hombre, describe a la casa de Israel este templo. Muéstrales la traza y el diseño de esta casa y toda su disposición y ponlo por escrito ante sus ojos, para que guarden sus reglas y las pongan por obra" (Ez 63,10-11).
Con estas palabras, el profeta Ezequiel dejaba escrito un reto a la curiosidad de futuros arquitectos: reconstruir un templo que había sido diseñado por el mismísmo Creador. Pero, como sabemos, Tito destruyó el Templo de Salomón en el año 70 d.C, por lo que sólo los comentaristas bíblicos iban a tener autoridad para aventurar reconstrucciones gráficas hipotéticas. La arqueología quedaría reservada para el siglo XIX.
HISTORIA:
1. EDAD MEDIA.
La primera obra importante que se ocupa del templo es el «Commentariorum in Ezechielem Prophetam libri XIV» de San JERÓNIMO (Sofronio Aurelio Jerónimo, Dalmacia, 342-420). Éste asegura que el templo material construido por Salomón no era idéntico al que vio Ezequiel en su visión, a la que el padre de la Iglesia denomina mysterium Dei labyrintum.
San Jerónimo estudiaba la visión de Ezequiel únicamente por su significado alegórico como prefiguración de la Jerusalén Celestial, pero sin tratar en reconstruir el Templo cuadrado que describe la Biblia.
En occidente, el primero que ilustra sus obras fue el monje Ricardo de SAN VÍCTOR (+1175) en el siglo XII: «De Templo Salomonis ad litteram» y «De Aedificia Ezechielis» con grabados del templo, de estilo románico, sobre madera, que representaron un primer avance en la comprensión del problema pese a su ingenuidad.
San Víctor mantenía que para poder entender el sentido simbólico del Templo era necesario comprenderlo primero de forma literal, es decir, visualizarlo como una construcción real. Como San Jerónimo, deferenciaba el Templo de Salomón del de Ezequiel.
Los rabinos hebreos, que habían escrito a partir del siglo V el «Middoth», o Libro de las Medidas de la Misnah, aportaron, no sin la incomprensión de algunos de los suyos, el cuidadoso análisis sistemático de Moisés ben Maimon, llamado Rambam o MAIMÓNIDES (Córdoba, 1135 - Tiberias, 1204), cuyos esquemas son, seguramente, la primera reconstrucción «seria» del Templo de Herodes.
Maimónides, que tuvo que huir de España, pasó por Marruecos y Palestina, para terminar en Egipto como médico de la corte del sultán Saladino. Para algunos, los dibujos -pensados como ayuda al texto- están dibujados por el mismo Maimónides o, al menos, por alguien de su círculo.
Escribió los extensos comentarios a la Misnah entre 1168 y 1180 en árabe, aunque la explicación y las leyendas de los diagramas están escritos en hebreo clásico bíblico, según la nomenclatura del Pentateuco. El cordobés relaciona el Templo de Herodes con el de Salomón mediante la construcción intermedia que levantaron los exiliados de Babilonia, diferenciándolo del de Ezequiel:
"En el libro de los Reyes se habla detalladamente del edificio del Templo que levantara Salomón, mientras que la edificación que habrá de erigirse en el futuro no aparece detallada ni definida del todo, pese a que se estudia en el libro de Ezequiel. Por lo tanto, para la construcción del Segundo Templo en la época de Esdras, se siguieron las indicaciones del Templo de Salomón y se adaptaron los pormenores que aparecen en los textos de Ezequiel" (Misnah Torah, VIII.I.I.IV).
Su reconstrucción del templo no es demasiado rigurosa en cuanto a la escala gráfica, por lo que sus medidas generales son de aproximadamente de 159x279 codos. El Sancta Sanctorum, el elemento más reconocible de cualquier reconstrucción del Templo, no es cuadrado. Su preocupación es mayor en cuanto a la disposición de las distintas «cámaras» (estancias) y los tesoros del Templo (el candelero, el altar, el mar de bronce).
2. RENACIMIENTO.
Los primeros teóricos del humanismo no se olvidaron del Templo, en cuanto personificación de la arquitectura ideal de la cristiandad, lo que llevaría a tratar su modulación como ejemplo de la buena arquitectura vitruviana.
Leon Battista ALBERTI (1404-1472) menciona tres veces al Templo de Salomón en su «De Re Aedificatoria». En ellas, el arquetipo bíblico se usa para la resolución de cuestiones técnicas, no simbólicas.
En la primera de ellas alaba la rapidez con la que se realizó la obra, para lo que Salomón se valió de un gran conocimiento del oficio y de la organización de la obra.
En la segunda, cita a Eusebio, que explicaba cómo se colocaron en la cubierta del Templo 400 vasos de cobre para espantar a los pájaros.
La tercera cita cuenta el conocido episodio relatado por Josefo entre Eleazar y Vespasiano con motivo del anillo de Salomón. Por otra parte, Josefo es citado al menos en 10 ocasiones, lo que demuestra el gran conocimiento que del israelita tenían en esa época.
Rosenau señaló el interés de Alberti por los temas judíos, favoreciendo las formas circulares y denominando «templos» a las iglesias. En el libro VII capítulo XIII describe un candelabro que algunos han querido ver similar al bíblico, como puede verse en la traducción francesa de «De Re Aedificatoria» titulada «L' architecture et art de bien bastir...» (Jean Martin, París, 1553).
Debemos destacar aquí las miniaturas de Jean FOUQUET (Tours, 1416 - París, 1480) en sus nueve ilustraciones de las «Antigüedades de los Judíos» de Flavio Josefo, conservadas en la Biblioteca Nacional de París, con una representación puramente gótica y cúbica del Templo.
El texto de Josefo especifica que el ancho, largo y alto del Templo era de 100 codos, aunque su forma en planta era más bien la de una «T» de brazos iguales. Este dato impulsa a Fouquet a su cúbica representación en la que no pocas influencias pudo tener el milenarismo apocalíptico de la Jerusalén Celestial que se dio a finales del XV.
El exterior incluye unas curiosas torres gemelas frente a la puerta coronadas con cúpulas, coherentes con la descripción bíblica de las columnas de bronce frente al templo, pero que chocan con la arquitectura gótica del resto de las fachadas. Pueden considerarse un antecedente de las torres de la Basílica de El Escorial, motivo por otra parte típico en la configuración de la iglesia cristiana.
3. EL MANIERISMO.
En la segunda mitad del siglo XVI y el comienzo del XVII se acumularon los tratados sobre el templo, tratados independientemente del estudio de la Biblia, aunque sólo algunos tienen vistas parciales y planos.
Resulta especialmente significativo que las principales reconstrucciones de la historia se acumularan en la segunda mitad del siglo XVI, es decir, durante el reinado de Felipe II (1555-1598), y que estén escritas principalmente por autores afines: españoles, milaneses, portugueses y flamencos.
A estas primeras reconstrucciones de la era de la imprenta pertenecen las ilustraciones del Templo de Ezequiel del helenista y teólogo protestante francés Sèbastien CASTALION, Castellion o Châteillon (Bresse 1515 - Basilea 1563).
Arias Montano, desde su racionalismo exegético, fue el pionero en conciliar la arquitectura revelada con la arquitectura del paganismo clásico.
Arias Montano, contra Villalpando, defendió especialmente la idea de que el Templo que construyera el rey Salomón y el que soñó Ezequiel eran diferentes, y que el primero se parecía, más bien, al que reconstruyeron más tarde Zorobabel y Herodes.
La planta de su templo está claramente inspirada en la de Maimónides, aunque no es descartable otra fuente gráfica intermedia.
5. LA CONTRARREFORMA.
Si podemos hablar de un antes y un después de las reconstrucciones del Templo, ese momento es claramente el de la aparición del tratado de Villalpando. Alumno de Herrera y financiado por el mismo Felipe II, curiosamente presenta un esquema arquitectónico absolutamente diferenciado del escurialense; sin embargo el estilo y la representación nos permite a la vez estudiar sus diferencias.
Basándose en el monocordio pitagórico, Villalpando expone cómo estas consonancias sirvieron para unir los tríglifos y las metopas en las tres partes del Templo.
Ésto enlaza directamente con la concepción astronómica de la construcción, basándose en la distribución de las tribus alrededor del Tabernáculo de Moisés, prefiguración del Templo de Salomón.
La estructura microcósmica del Templo incorpora dentro de sí la armonía del orden universal, según se refleja en los movimientos de las estrellas y de los planetas. Pese a que la identificación de las tribus de Israel con las divisiones del zodíaco no tenía nada de nuevo, el plano cuadrado hace que Villalpando pueda organizarlos muy claramente en los cuatro grupos, ya admitidos, de tres signos cada uno.
Además, asigna los siete atrios a los planetas. El siguiente paso es el antropomorfismo del Templo, coincidiendo con el principio vitruviano de que un edificio debe reflejar las proporciones del cuerpo humano.
Incluso presenta un diagrama, demostrando cómo los pórticos del Templo se basan en la figura humana.
Villalpando se toma otras licencias, como tomar para el frente del Santuario una medida de 80 codos, pese a conocer que Josefo lo establecía en 100 codos.
Aparte de la división del atrio exterior en siete atrios cuadrados de cien codos de lado, por motivos cosmológicos, mientras que amplía el central a un rectángulo de 100x200 codos, una de las pocas medidas absolutamente trasparentes de Ezequiel, llama la atención que ignore "la edificación frente al espacio separado [aedificii contra faciem eius], hacia atrás [quoderat separatum ad dorsum], y los portales [ethecas, galerías] de uno y otro lado" (Ez 41:15).
En 1625 Matthaeus Merian el viejo (Matthäus Merian der Ältere) fue un famoso topógrafo y grabador suizo católico (Basilea 1593 - Schwalbach, Alemania, 1650). Trabajó en París con el gran grabador Callot y abrió una librería en Frankfurt. Curiosamente, influyó notablemente en la más famosa Haggadah hebrea, la publicada en Amsterdam en 1695, con lo que probablemente ha definitdo la imagen del Templo de Salomón para el mundo hebreo a partir del siglo XVIII.
La imagen interior del Templo, donde el eclecticismo arquitectónico llega hasta tomar elementos del gótico -las tres naves, el ábside curvo con vidrieras- presenta la singularidad de presentar a Salomón arrodillado frente a un altar como un cristiano levantando los brazos orando. El exterior, que sigue un esquema de sucesivos niveles de muros, tiene mucho de deuda con Arias Montano y Cristiano Adrichiano, aunque otros elementos, como las columnas Jakim y Boaz, parecen tomadas de la Biblia de Vatable.
5. EL BARROCO.
El rabino sefardí Jaacob Judá LEÓN (o Jehuda, apodado «Templo», 1602-1675) nació en Portugal, de donde su familia huyó a Holanda, a causa de la Inquisición.
Hacia 1641 elaboró una elaborada maqueta del Templo de aproximadamente 1,30x1,20x0,60 metros a una escala de 1:300, lo que le permitió publicar, basándose principalmente en los textos rabínicos de Maimónides y Constantin L'Empéreur de Oppyck -del que reproducía el plano-, el «Retrato del Templo de Salomo.
En el qual brevemente se descrive la hechura de la fabrica del Templo y de todos los vasos y Instrumentos con que en el se administrava, cuyo modelo tiene el mismo Autor, como cada uno puede ver» y el «Afbeeldinghe vanden Tempel Salomonis...» (Middelburg, 1642).
A las ediciones castellana y holandesa, siguieron versiones en francés (Amsterdam, 1643), holandés (Amsterdam, 1644), hebreo («Sefer Tabnit hêkal», Libellus Effigiei, Templi Salomonis, in quo Fabricæ Templi & pmnium wjus [...] Jacobi Leonitii Hebræi. Amstelodami, apud Levi Marcus, Anno 1650) y la latina de Johann Sauberto (Helmstäd, 1665), estas dos últimas ampliadas.
También publicó en Amsterdam tratados sobre los Querubines (1647), el Arca de la Alianza (1652/53) y el Tabernáculo (1647).
El interés de estas reconstrucciones debía centrarse en los círculos mesiánicos y milenaristas. reconstrucción del Tercer Templo en Jerusalén, para lo cual el estudio de sus medidas, decoración y utensilios era de capital importancia.
Fotografías de la maqueta de Judá León (F. Putto, bajo la dirección del Dr. Adri K. Offenberg, 1985-89) en el Museo Biblio en Amsterdam. (fotos cortesía de Wim de Groot.
6. LA ILUSTRACION
También el físico y matemático inglés Isaac NEWTON (Whoolstorge, 1642-1725) aportó su conocimiento del hebreo y del problema del templo a un serio estudio del Templo de Salomón y Ezequiel, el «Chronology of the Anctient Kingdoms...» (1728), publicado póstumamente, con una descripción de la Corte Interior del Templo de Salomón basado en elementos de Ezequiel, pero descartando todo lo que añadieron Zorobabel y Herodes, es decir, la parte asimétrica o diferente de las tres descripciones.
Las medidas son 200x250 codos, de proporción 5:4 = 1,25. Sus manuscritos han sido recientemente editados en un libro en castellano.
También dejó inéditos numerosos diagramas con notas manuscritas, que demuestran su erudición filológica y exegética.
Uno de los manuscritos trata directamente el tema del Templo de Salomón. En él, demuestra un exhaustivo conocimiento de las fuentes bíblicas ortodoxas, sin caer en la tentación de los simbolismos arbitrarios, inluso permitiéndose corregir aspectos mal traducidos por San Jerónimo.
Cita también a Josefo, Maimónides, la Misnah de Compiègne de Veil, Ricardo, Montano, Vatable, l'Empéreur, Villalpando, Drusius y Cappel demostrando una gran erudición filológica con inesperadas claras ideas de la arquitectura del Templo.
A estos dos últimos autores y su «Critici Sacri», la compilación teológica más importante de su momento, parece deber no sólo las principales ideas, sino sobre todo los procedimientos ilustrados de exégesis bíblica. Las diferente traducciones seguramente fueron tomadas de la políglota de Walton.
En cuanto a la disputa sobre qué templo se parecía más al de Salomón, si el de Herodes o el de Ezequiel, toma claro partido, pero demostrando su conocimiento del segundo: "El Templo de Salomón junto con sus atrios no ha sido descrito suficientemente en ningún sitio, salvo en las visiones de Ezequiel [...] cabe esperar que los edificios levantados sobre los mismos cimientos se clarifiquen mutuamente".
También demostró una gran erudición con un tema que nos concierne especialmente: el de las medidas hebreas.
7. SIGLOS XIX Y XX.
En este siglo las reconstrucciones del Templo se dividen claramente en dos corrientes. Mientras algunos historiadores participan de los ideales románticos y viajeros de la época, dibujando hermosos templos que marcaran el cénit de las reconstrucciones desde Villalpando, los masones toman como símbolo el Templo de Salomón, al autoproclamarse continuadores de los templarios.
Considerando al rey Salomón y a su arquitecto Hiram Abiff los iniciadores de su larga tradición esotérica, era lógico que el Templo de Salomón y, sobre todo, sus dos columnas -Hakim y Boaz- fueran objeto de nuevos intentos de reconstrucción.
Así llegamos a la quasi perfección de la más que es, junto con la de Villalpando, la más bella reconstrucción llevada a cabo hasta la fecha del Templo de Ezequiel, la del estudiante francés de arquitectura André PERROT (1882-1912) y el arquitecto, académico y embajador de Francia en Palestina Charles CHIPIEZ (Ródano, 1835-1920), un magnífico tratado de arqueología de lo imaginario que halaga con elementos orientales los gustos del eclecticismo imperante a finales de siglo.
Las fuentes principales son los alemanes Smend y Stade. Los grabados no están exentos de cierta exagerada grandiosidad, por otra parte necesaria dada las medidas del Libro del Profeta. Posteriormente, la parte dedicada al Templo se editó por separado: «Le Temple de Jérusalem et la Maison deu Bois-Liban, restitués d'aprés Ezéchiel et le livre des Rois...» (Paris, Hachette, 1889).
8.ESTUDIOS CONTEMPORANEOS.
En general, pocas aportaciones a la reconstrucción del Templo nos han ofrecido nuestros contemporáneos. Algunas reinterpretaciones de modelos clásicos -sobre todo la de Perrot-Chipiez-, y curiosas aportaciones basadas en los últimos descubrimientos arquológicos. También destacan recopilaciones como las de Helen Rosenau.
1956 Especial notoriedad iconográfica, sobre todo en las guías contemporáneas, ha tenido la maqueta de la Jerusalén de los tiempos de Jesucristo que puede contemplarse en los jardines del Holyland Hotel, al sudoeste del Jerusalén moderno.
1980 Rabbi Moshe EISEMANN: «Yechezkel: The book of Ezekiel. A New translation with a Commentary Anthologized from Talmudic, Midrashic and Rabbinic Sources», Mesorah Publ. Brooklyn, N.Y., 1980.
Se basó en las propuestas del eminente historiador y arqueológo Dr. Michael AVI-YONAH, director del Museo de Israel, y fue construida por los arquitectos E. Schaeffler y Rolf Bront Zen gracias a la financiación del propietario de dicho Hotel.
Desde la muerte del Dr. Avi-Yonah, se han continuado aportando datos datos de las últimas excavaciones por el Dr. Y. Tsafrir ejecutadas por Ch. Peretz. El modelo está construido a escala 1:50, con materiales autóctonos semejantes a los que debieron utilizarse en su tiempo: piedra, mármol, cobre, hierro y madera.
Entre los estudios hebreos modernos, el de este rabino acerca de los comentarios de Rashi sobre Ezequiel destaca por su originalidad y aportación de nuevas soluciones a la conciliación de los tres templos, El templo tendría según esta versión 312 x 317 codos en lugar de los 500 x 500 normalmente aceptados.
Tal discrepancia es consecuencia de haber supuesto que las cámaras adyacentes a las puertas se hallaban a lo largo de los muros [lám. 58]. Así, el cuadro «mengua» en cuatro veces 50 codos, la profundidad de las puertas, es decir 200 codos. Los 12 y 17 codos adicionales se deben al grosor de los muros del atrio interior.
Estas «artimañas» lo significan como un intento de identificar el Templo de Ezequiel y el de Herodes.
En 1997 The «Ultimate Temple»: producto en CD coproducido por AVIMedia Ltd. y N.G. Media Interactive Ltd., Israel.
De espléndidos efectos especiales, incluye (eso sí, en inglés)todos los textos bíblicos relacionados con el Templo, debates interactivos, vídeos explicativos y la posibilidad de un recorrido en realidad virtual.
La reconstrucción del Templo sigue punto por punto el texto bíblico del profeta Ezequiel, de donde resulta un templo cuadrado en la linea de Perrot y Chipiez.
Este CD multimedia realizado en Israel por autores como el Dr. Y. Ayutman (yrsalem@actcom.co.il), Dr. E. L. Matin (askssm@aol.com) y S.Tuvia (100264.114@compuserve.com), y cuenta con una página WEB donde actualizar información, correo, soporte técnico, bibliografía, foros de discusión, etc.
Fax: (972) 501-30-73.
EL TEMPLO DE HERODES
El programa de obras públicas de Herodes incluía dos proyectos en Jerusalén: el gran complejo palaciego de la ciudad alta y la reconstrucción del Templo.
La reconstrucción del templo de Salomón después del regreso de Babilonia era un pobre sustituto del edificio original. Herodes estaba decidido a que su Templo superara al de Salomón en toda su gloria.
Sus planes eran tan grandiosos que, a pesar de su entusiasmo por el proyecto, el pueblo dudaba de que se pudieran llevar a cabo. De hecho, temían que se destruyera el Templo existente sin lograr completar el nuevo.
Así pues, se negaron a aceptar la reconstrucción hasta que se hubieron reunido todos los materiales y obreros.
En primer lugar, se amplió considerablemente la explanada, lo que exigió grandes proezas de ingeniería. El muro de contención debía resistir grandes tensiones. Dos de sus esquinas colgaban sobre el valle y la plataforma estaba allí a unos 45 m. por encima del suelo.
En la esquina del sureste hubo que sostener la plataforma con una serie de arcos, conocidos en la actualidad como los establos de Salomón.
Fue un trabajo colosal que se empezó en el año 20 a. C. y que no estuvo totalmente terminado hasta el 62 d. C., mucho después de la muerte de Herodes (4 a. C.).
La construcción necesitó permanentemente 10.000 obreros, de los cuales 1.000 eran sacerdotes, pues para no profanar el templo en algunas zonas sólo podían trabajar sacerdotes. La calidad de la obra, su estilo arquitectónico, el tallado de las piedras, necesitaron de técnicos romanos.
En la parte exterior estaba el patio de los gentiles, rodeado de una muralla almenada; los cuatro lados del patio estaban rodeados de suntuosos pórticos al estilo helenista.
En el centro de este patio comenzaba el templo propiamente dicho. En primer lugar, el patio de las mujeres; en cada uno de sus ángulos se levantaban algunas salas (reservas de madera, almacén de aceite, casa de los leprosos, de los nazireos).
Venía luego el patio de Israel reservado a los hombres, separado por una balaustrada del patio de los sacerdotes. Allí estaba el altar, así como los mataderos. Alrededor de todo este espacio, nuevos pórticos y salones, entre ellos uno para las reuniones del sanedrín.
El santuario era una imitación del de Salomón: un vestíbulo con una entrada majestuosa; la mesa de los panes de la proposición y el gran candelabro de los siete brazos, el altar de los perfumes. Finalmente, separado por una cortina doble, el Santo de los Santos, en el que sólo el sumo sacerdote entraba el día de la fiesta de la Expiación.
Este templo, a pesar de estar cubierto de oro, seguía siendo obra de Herodes y no respondía a la piedad judía. Con poco acierto, Herodes había ordenado erigir en él algunas estatuas y hasta un águila de oro encima de la puerta principal.
En otra puerta hizo inscribir, para honrarlo, el nombre de Marco Agripa. Todo esto era una ofensa contra la piedad judía. Algunos jóvenes fariseos intentaron destruir el águila a hachazos y fueron quemados por Herodes.
El programa de obras públicas de Herodes incluía dos proyectos en Jerusalén: el gran complejo palaciego de la ciudad alta y la reconstrucción del Templo.
La reconstrucción del templo de Salomón después del regreso de Babilonia era un pobre sustituto del edificio original. Herodes estaba decidido a que su Templo superara al de Salomón en toda su gloria.
Sus planes eran tan grandiosos que, a pesar de su entusiasmo por el proyecto, el pueblo dudaba de que se pudieran llevar a cabo. De hecho, temían que se destruyera el Templo existente sin lograr completar el nuevo.
Así pues, se negaron a aceptar la reconstrucción hasta que se hubieron reunido todos los materiales y obreros.
En primer lugar, se amplió considerablemente la explanada, lo que exigió grandes proezas de ingeniería. El muro de contención debía resistir grandes tensiones. Dos de sus esquinas colgaban sobre el valle y la plataforma estaba allí a unos 45 m. por encima del suelo.
En la esquina del sureste hubo que sostener la plataforma con una serie de arcos, conocidos en la actualidad como los establos de Salomón.
Fue un trabajo colosal que se empezó en el año 20 a. C. y que no estuvo totalmente terminado hasta el 62 d. C., mucho después de la muerte de Herodes (4 a. C.).
La construcción necesitó permanentemente 10.000 obreros, de los cuales 1.000 eran sacerdotes, pues para no profanar el templo en algunas zonas sólo podían trabajar sacerdotes. La calidad de la obra, su estilo arquitectónico, el tallado de las piedras, necesitaron de técnicos romanos.
En la parte exterior estaba el patio de los gentiles, rodeado de una muralla almenada; los cuatro lados del patio estaban rodeados de suntuosos pórticos al estilo helenista.
En el centro de este patio comenzaba el templo propiamente dicho. En primer lugar, el patio de las mujeres; en cada uno de sus ángulos se levantaban algunas salas (reservas de madera, almacén de aceite, casa de los leprosos, de los nazireos).
Venía luego el patio de Israel reservado a los hombres, separado por una balaustrada del patio de los sacerdotes. Allí estaba el altar, así como los mataderos. Alrededor de todo este espacio, nuevos pórticos y salones, entre ellos uno para las reuniones del sanedrín.
El santuario era una imitación del de Salomón: un vestíbulo con una entrada majestuosa; la mesa de los panes de la proposición y el gran candelabro de los siete brazos, el altar de los perfumes. Finalmente, separado por una cortina doble, el Santo de los Santos, en el que sólo el sumo sacerdote entraba el día de la fiesta de la Expiación.
Este templo, a pesar de estar cubierto de oro, seguía siendo obra de Herodes y no respondía a la piedad judía. Con poco acierto, Herodes había ordenado erigir en él algunas estatuas y hasta un águila de oro encima de la puerta principal.
En otra puerta hizo inscribir, para honrarlo, el nombre de Marco Agripa. Todo esto era una ofensa contra la piedad judía. Algunos jóvenes fariseos intentaron destruir el águila a hachazos y fueron quemados por Herodes.
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